El proceso de normalización monetaria en Estados Unidos ha sido el acontecimiento más relevante en los mercados financieros en los últimos años. Sin embargo, la debilidad económica en el resto del mundo así como el fortalecimiento del dólar respecto a todas las monedas, ha motivado que las autoridades monetarias se conduzcan con cautela. El resultado ha sido que desde que empezó dicho proceso de normalización (con la eliminación de compras de bonos), la Reserva Federal ha subido la tasa de interés sólo una vez en 25 puntos base el pasado diciembre.
El impacto que este ajuste ha tenido en México ha sido notable. El peso mexicano se ha depreciado alrededor de 30% desde finales de 2014 a la fecha. Por su parte, Banco de México ha decidido seguir a la Reserva Federal en el proceso de normalización, por lo que ajustó la tasa de interés en diciembre, a la par con la Fed. Sin embargo, en lo que va del año, el peso ha sido de las monedas más debilitadas en el espectro de monedas emergentes. Tanto fue así que el Banco de México tuvo que aplicar un ajuste en la tasa de interés por 50 puntos base en Febrero, fuera del calendario de juntas y sorprendiendo a los mercados, en coordinación con recortes al gasto anunciados por Hacienda.
En los siguientes meses, la expectativa de que la Fed siga retrasando el ajuste en tasas ha aumentado. Lo anterior derivado del débil reporte de empleo en Mayo en Estados Unidos, donde sólo se crearon 38 mil puestos de trabajo, el menor en los últimos 6 años. De hecho, creemos que la probabilidad de que la Fed no suba la tasa es mayor, toda vez que la debilidad del mercado laboral podría ser un indicador de que la economía de Estados Unidos entre en recesión.
Estas son malas noticias para México. Una economía débil en el norte exacerbaría la debilidad de las exportaciones manufactureras, aumentando el riesgo de un déficit de cuenta corriente más amplio en México. Esta variable cobra relevancia en el contexto de que el déficit está siendo financiado, en su mayoría, por inversiones de portafolio que son volátiles. De hecho, en el primer trimestre del año, estas inversiones cayeron, y el financiamiento provino de mayores emisiones de deuda gubernamental.
En este contexto, es bien probable que el peso siga bajo presión. En los siguientes días se aproximan eventos podrían ser negativos para la moneda mexicana. El referendo de permanencia de Reino Unido en la Unión Europea el próximo Junio 23, en el que si bien no se espera un resultado de salida, el proceso será un insumo para la volatilidad. Por otro lado, el aumento de la probabilidad de que Donald Trump sea elegido presidente en Estados Unidos, sin duda le pondrá un poco más de ruido a la moneda, derivado de su discurso claramente proteccionista y anti-mexicano.
La suma de todos estos riesgos sugiere que Banxico no tiene muchas opciones más que empezar a ajustar la política monetaria independientemente de la Reserva Federal. El no actuar mantendrá al peso como la moneda más castigada en el mundo, y entonces quizás, la tendencia de inflación y sus expectativas se pueden deteriorarse. En ese sentido, en Barclays creemos que Banxico subirá la tasa el próximo junio 30, quizás otros 50 puntos base, y que seguirá ajustando hasta que el tipo de cambio se estabilice y que se recupere con respecto a otras monedas emergentes.
Finalmente, para que estas medidas tengan sentido, es fundamental que la política fiscal siga siendo ajustada y que los problemas en Pemex encuentren solución. Si este no es el caso, no hay política monetaria que pueda estabilizar la moneda.
Columna de Marco Oviedo, Economista en Jefe de Barclays México