“Presidente que devalúa, se devalúa”, decía el viejo adagio acuñado en la era de las grandes devaluaciones del peso allá por la década de los años ochenta. Es cierto, la suerte de los presidentes está caprichosamente ligada a lo que suceda con la divisa, al menos por un tiempo mientras otras fuerzas de la economía se acomodan, o las acomodan los mercados.
Aunque hoy día la frase podría ser inexacta ya que el presidente en turno no tiene injerencia alguna en la trayectoria del tipo de cambio, sí se cumple el dicho en el sentido de que el deterioro de la imagen sobre la gestión presidencial, va nuevamente acompañado de una fuerte devaluación/depreciación del peso.
De hecho, en los primeros cuatro años del actual gobierno la moneda mexicana acumuló una caída nominal de 45,67% frente al dólar, lo que significa el segundo mayor ajuste registrado en los últimos 28 años, digamos que durante la era de los periodos de intentos estabilizadores de la economía.
La mayor devaluación del peso en los primeros cuatro años de una gestión presidencial (medido del 1 de diciembre del año de toma de posesión al 31 de agosto del cuarto año, día previo al informe de gobierno), corresponde a la del entonces presidente Ernesto Zedillo, quien vio impávido desde Los Pinos cómo el peso se derrumbó un 218,89% en términos nominales frente al dólar. Posteriormente en la primera administración no priista, la de Vicente Fox, el peso perdió el 21% de su valor frente al dólar al cumplirse cuatro periodos anuales de gobierno; con Felipe Calderón le fue un poco mejor a la moneda mexicana, perdió el 18,19%.
Curiosamente la menor depreciación/devaluación del peso durante el periodo en estudio correspondió a la administración de Carlos Salinas de Gortari, con apenas el 0,99%. Sin embargo es necesario apuntar dos cosas al respecto:
- Estaríamos comparando peras con manzanas por el simple hecho de que hablamos de un régimen cambiario diferente, en el sexenio salinista el régimen de flotación controlada, o de flotación con bandas predeterminadas, era el que predominaba, y predominó unos días después de su salida del poder, hasta el tristemente célebre “error de diciembre” (21 de diciembre de 1994) que muchos achacan precisamente al que acuñó la frase: Carlos Salinas de Gortari.
- Por lo tanto, la fuerte y posterior devaluación del peso, ya con Ernesto Zedillo en la silla presidencial, sería compartida con la administración previa.
Baja devaluación no significa éxito económico, ojalá
Regresando a épocas más modernas, también es necesario apuntar que no necesariamente una depreciación moderada del peso significa éxito económico, ya que de lo contrario los estándares de crecimiento del PIB de nuestro país en las administraciones panistas hubieran rebasado, con mucho, lo registrado en otras épocas, la verdad es que fueron muy similares e incluso inferiores.
Pero la relativa estabilidad de la moneda sí ayuda a la imagen presidencial, de eso no cabe duda; nadie imagina como le hubiera ido a un presidente que dilapidó el mayor bono de confianza de la democracia mexicana, Vicente Fox, si el peso se hubiera devaluado tanto como ahora, o pensemos en la imagen de un presidente que tomó como bandera la lucha contra el narcotráfico; lo cierto es que durante esos años el tipo de cambio fue muy pocas veces tema para los expertos, y también para quienes no lo son.
Caída del peso sí obedece a factores externos, pero…
Al cierre de agosto mientras los medios informativos se volcaban en la cobertura de la visita a la casa presidencial del candidato republicano al gobierno de Estados Unidos, Donald Trump, la agencia calificadora de valores Standard & Poors (S&P) emitió un estudio que es devastador para la actual administración y para las anteriores, las que abarcan el proceso de alternancia política del país.
Dice S&P: “El “mediocre desempeño de México” para crecer se debe en gran parte a razones que no están relacionadas con la economía, sino por una transición “no concluida” hacia un sistema de mayor división de poderes, transparencia y rendición de cuentas”. Remata “Las deficiencias en la gobernabilidad y en la aplicación de la ley siguen limitando la inversión” Con eso, se echa abajo el discurso oficial de los años recientes, que relaciona los males de la economía mexicana con el entorno global, no cabe duda, sí hay vasos comunicantes, pero también hay otros factores que no se mencionan.
Ojalá en los próximos dos años el presidente Peña Nieto pueda logra la proeza, hay que reconocerlo, del entonces presidente Zedillo, quien luego del “error de diciembre” terminó su mandato con altas calificaciones, mientras tanto, “Presidente que devalúa, se devalúa”.
Columna de Antonio Sandoval