La inversión en materias medioambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG) se ha convertido en un tema importante tanto para los gestores de activos como para los inversores. Muchas gestoras pretenden aumentar sus asignaciones a mercados privados a través de inversiones sostenibles en los próximos años.
Este incremento puede implicar compromisos voluntarios en consonancia con los Principios de Inversión Responsable de las Naciones Unidas (UNPRI) y el objetivo de alcanzar los objetivos de cero neto en las carteras de inversión para 2050. Sin embargo, la normativa es lo que más acelerará el uso de las inversiones sostenibles como asignación estratégica dentro de las inversiones privadas. Un análisis realizado por ESG Book reveló que las normativas ESG han aumentado un 155% en todo el mundo en la última década, y que desde 2011 se han introducido 1.255 regulaciones ESG. Aunque este aumento parece enorme (¡lo es!), las normativas de sostenibilidad tienen intenciones buenas: están diseñadas para ayudar a los inversores a asignar el capital según sus preferencias y garantizar un flujo eficiente de capital hacia soluciones sostenibles. De hecho, creemos que dichas normativas han conseguido impulsar una mayor asignación a inversiones sostenibles en los últimos años. Es probable que sigan haciéndolo, en función de las intenciones de los inversores en el futuro.
Las regulaciones relacionadas con la sostenibilidad en todo el mundo se han centrado en mitigar el riesgo del greenwashing a través de una mayor divulgación (para garantizar una mejor información y, por tanto, una mejor toma de decisiones), creando involuntariamente una jerarquía de etiquetas de marketing. Por ejemplo, la adopción de la normativa sobre divulgación de información financiera sostenible (SFDR) ha introducido clasificaciones como los artículos 6, 8 y 9, pero muchos inversores y participantes en el mercado han empezado a utilizarlas como etiquetas de marketing, algo que la Autoridad Europea de Valores y Mercados (ESMA) está intentando revisar en sus últimas consultas,.
En un intento de aprender de las desventajas de la SFDR, la Autoridad de Conducta Financiera de Reino Unido ha introducido ahora un régimen de etiquetado explícito regido por sus Requisitos de Divulgación Sostenible (SDR por sus siglas en inglés). Como resultado de esta creciente variedad de etiquetas impulsadas por la normativa, los gestores de activos compiten por tener cada vez más etiquetas «superiores» en su oferta de fondos de mercados privados.
Dada la gran cantidad de normas y reglamentos alrededor del mundo relacionados con la sostenibilidad, como el Consejo Internacional de Normas de Sostenibilidad (ISSB, por sus siglas en inglés), el Grupo de Trabajo sobre Divulgación de Información Relacionada con el Clima (TCFD, por sus siglas en inglés), el Grupo de Trabajo sobre Divulgación de Información Relacionada con la Naturaleza (TNFD, por sus siglas en inglés), la normativa sobre Divulgación de Información Financiera Sostenible (SFDR), el Informe Climático de Reino Unido y la Directiva sobre Información Corporativa Sostenible (CSRD, por sus siglas en inglés), ha quedado claro para los participantes del sector que los criterios ESG ya no son opcionales si quieren seguir siendo comercialmente viables. Los requisitos de divulgación también han facilitado la comprensión de los aspectos medioambientales, sociales y de gobierno corporativo en las cadenas de suministro de las inversiones privadas. Esto ha dado lugar a análisis que invitan a la reflexión sobre la asignación de capital a opciones «sostenibles».
La normativa ha desempeñado un papel importante en la creación de un cambio cultural y de comportamiento hacia la sostenibilidad en los mercados privados. El aumento constante de las regulaciones ESG en todo el mundo también ha provocado que los gestores consideren estos temas como parte estándar del proceso de inversión. A ello ha contribuido el creciente número de pruebas de la estrecha relación entre sostenibilidad y resultados financieros. La sostenibilidad se tiene cada vez más en cuenta junto con los retos geopolíticos y macroeconómicos. Dicho esto, todavía estamos en un proceso de transición hacia una verdadera integración de la ESG en el proceso de inversión.
En general, la regulación ha desempeñado un papel fundamental a la hora de impulsar los criterios ESG. Si queremos hacer un mundo mejor para las generaciones futuras reposicionando los mercados financieros y las inversiones, debemos adoptar un cambio de actitud profesional y personal ante los temas ESG. Los mercados financieros por sí solos no pueden impulsarlo: los cambios tienen que producirse también en la economía real y en la mente de los individuos, impulsados por los gobiernos y las políticas públicas.
Tribuna elaborada por Ignacio Resusta, especialista de inversiones en mercados privados de UBS AM.