En este arranque de 2018, todo apunta a que la renta variable vivirá un año positivo. En toda Europa se observan claras señales de que la economía seguirá creciendo tras un excelente 2017.
En noviembre de 2017, la creación de empleo y el volumen de pedidos de fabricación en la zona euro marcaron sus niveles máximos de los 17 últimos años, según datos del índice de gestores de compras (PMI). Esto abre la puerta a un sólido crecimiento económico.
A finales de 2016, esperábamos que el año 2017 trajera consigo una mejora del crecimiento de los beneficios. Y el sector corporativo no defraudó en este aspecto. Los beneficios experimentaron un notorio crecimiento por primera vez desde la crisis financiera mundial. En 2018, anticipamos que los beneficios volverán a crecer hasta un 15%, lo que se traducirá en un entorno positivo para la renta variable.
Incluso el Reino Unido, donde reina la incertidumbre en torno a las negociaciones sobre el Brexit, ha mostrado un comportamiento bastante satisfactorio durante este año. Puede que el país haya exhibido un crecimiento más lento del que se esperaba antes del Brexit, pero no ha caído en picado como los más pesimistas habían augurado.
La política monetaria seguirá endureciéndose gradualmente en toda Europa con la retirada paulatina del programa de expansión cuantitativa en la zona euro. El Reino Unido podría subir los tipos de interés, aunque no lo hará a un ritmo que pueda desestabilizar la economía o el mercado.
Los ciclos económicos mundiales presentan una sincronización sin precedentes. El entorno operativo interrelacionado y basado en la cooperación está propiciando la propagación de oportunidades comerciales rentables a través de las fronteras internacionales.
Incertidumbre política
El positivo entorno económico europeo debería respaldar la rentabilidad de la renta variable.
La incertidumbre política plantea algunos problemas; no obstante, cabe mencionar que, si bien a principios de 2017 la ola populista que azotaba Europa parecía imparable, el año ha demostrado que, cuando se trata de política, no hay nada seguro. El populismo goza ahora de menos popularidad.
De cara a 2018, el panorama político sigue resultando complejo. En toda Europa, el electorado está poniendo en entredicho lo que se ha revelado como una prolongada trayectoria política de los partidos de centro. La globalización y las innovaciones tecnológicas provocan la obsolescencia de algunos sectores tradicionales, mientras que las ciudades (y, sobre todo, los centros nancieros) se tornan más prósperas. En regiones posindustriales, los votantes están manifestando su descontento con la desigualdad de riqueza que esto genera.
Equilibrio entre economía y política
El comienzo de 2018 presenta un entorno económico positivo. En 2017, nos sentimos alentados por la mejora de la situación política (en comparación con el año 2016, cuando asistimos a las dos victorias populistas de Trump y el Brexit) y por la recuperación económica. Hasta la fecha, los mercados han seguido avanzando pese a unas cuantas sorpresas políticas que nos hemos encontrado en el camino; el crecimiento económico se ha revelado satisfactorio; la in ación se sitúa en cotas reducidas; y el crecimiento de los beneficios emite señales alentadoras.
Así pues, ¿qué podría truncar esta trayectoria? Un drástico acontecimiento político podría obstaculizar el crecimiento económico. Por ejemplo, el peor escenario posible del Brexit podría socavar la posición de Londres como centro nanciero mundial, lo que bene ciaría potencialmente a otros centros europeos, pero también podría acarrear consecuencias negativas.
Un optimismo prudente
De cara a 2018, nuestra estrategia de inversión se mantiene sin cambios. Muchas de las compañías defensivas de mejor calidad se han revalorizado gracias a la mejora de las condiciones económicas. Por lo tanto, hemos intensi cado la búsqueda de firmas de buena calidad, pero infravaloradas.
Los países desarrollados de Europa, con sus compañías bien dirigidas, ofrecen a los inversores la oportunidad de generar crecimiento en este nuevo año. Entre los sectores que revisten atractivo se encuentran la industria, la tecnología y los servicios al consumidor.
Cada vez más, las empresas privadas europeas están entrando en el mercado por medio de salidas a bolsa. Estas sociedades ofrecen estupendas oportunidades a los inversores que adoptan un enfoque selectivo y están dispuestos tanto a examinar con detenimiento cada apuesta de inversión como a cerciorarse de que el gobierno corporativo es robusto. La actividad de adquisiciones se halla en un sano nivel, lo que también permite a los gestores activos cosechar sólidas rentabilidades.
El riesgo político sigue representando un motivo de preocupación, aunque de menor envergadura que el año pasado; con todo, cabe recordar que el riesgo suele venir acompañado de oportunidades. Los inversores a largo plazo se encuentran bien posicionados para sacar partido de los descuentos en los precios en periodos de volatilidad de mercado.
En el mundo de la inversión existe una vieja máxima que reza, con acierto, que el mejor momento para comprar suele ser cuando otros están vendiendo. Con el fuerte crecimiento económico europeo (que apenas muestra señales de ralentización) como telón de fondo, recibimos el año 2018 con optimismo.
Philip Dicken es director de renta variable europea de Columbia Threadneedle.