El banco central de Brasil ha recortado su tipo de interés oficial en 75 puntos básicos como parte del agresivo programa de rebajas de tipos que llevará a cabo hasta enero del año que viene. En menos de un año, el tipo de interés pasará del 13% al 8%, lo que representa una reducción enorme. Como resultado, el consumo podría empezar a repuntar a partir del año que viene y el PIB podría pasar de crecer menos del 1% en 2017 a crecer a un ritmo de hasta el 4% en 2018.
Los tipos de interés brasileños son la excepción en el entorno actual y se explican por la nefasta política fiscal y la mala gestión local que ha vivido el país en los últimos años. Por ese motivo, los factores mundiales no afectarán a las decisiones de tipos de interés en Brasil, al menos hasta que caigan por debajo del 7%. La inflación brasileña se sitúa actualmente en el 4,2%, por debajo del punto medio de las expectativas de inflación. Estimamos que el banco central podría rebajar su objetivo del 4,5% al 4,2%, o incluso hasta el 4%, en junio o julio, lo que sería bien recibido por el mercado.
Nuestras perspectivas para la economía brasileña y para los beneficios corporativos son positivas. Venimos del punto más bajo del ciclo, con beneficios muy pobres, y para algunos sectores el entorno competitivo ha cambiado bastante en los últimos meses. Creemos que el mercado está infravalorando los beneficios corporativos y que los campeones del mercado podrían superar las previsiones en un 30-40%.
Los principales riesgos internos son de naturaleza política: si la reforma de la seguridad social no se aprueba, el crecimiento del país podría verse afectado. A más largo plazo, las elecciones previstas para finales de 2018 también representan un riesgo político. Desde el punto de vista externo, un brusco aumento de las tires del treasury estadounidense a diez años o de los tipos de interés de EE. UU. también podría resultar negativo para los flujos de entrada en Brasil.
En un escenario de este tipo, creemos que el consumo discrecional, las infraestructuras y otros sectores sensibles a las variaciones de los tipos de interés se comportarán mejor que las materias primas, los bancos y otras empresas de gran capitalización.
Los activos brasileños de renta fija y el real ya han registrado movimientos importantes y pensamos que, de las tres, la renta variable es la clase de activo que ofrece más potencial alcista. Los inversores brasileños mantienen una asignación muy baja a renta variable (el 90% está invertido en renta fija e instrumentos equivalentes) y los inversores extranjeros siguen infraponderados en Brasil. Los datos técnicos son buenos y la economía del país no depende del comercio exterior ni de las exportaciones a EE. UU. (a diferencia de México). Por eso consideramos que puede ser un buen momento para capturar las oportunidades de crecimiento que ofrecen las acciones brasileñas.
El fondo BNY Mellon Brazil Equity comportó muy bien en 2016 y continúa haciéndolo en 2017, con una rentabilidad acumulada en el año de más del 22% en términos de dólar. Las materias primas fueron uno de los sectores que más contribuyeron a la rentabilidad del fondo el año pasado pero están ligadas al ciclo mundial y a la demanda de China y de los mercados emergentes, por lo que la delta que puedan añadirle a nuestra cartera es ahora probablemente menor a la de otros sectores que se beneficiarán del crecimiento interno de Brasil.