Al mismo tiempo que los rendimientos globales baten nuevos mínimos históricos, las duraciones de los índices de renta fija se están moviendo al alza rápidamente. La causa principal recae en los gobiernos y empresas que tratan de mantener bajos los costes de financiación mediante la emisión de bonos a más largo plazo. Si los rendimientos de los bonos aumentaran, podría tener graves consecuencias para los inversores pasivos o de índices. En el actual entorno de bajo rendimiento abogamos por soluciones de renta fija con una gestión activa y plazos flexibles.
Los índices de renta fija siguen siendo ampliamente utilizados para referenciar el valor añadido de los gestores activos. Una característica muy importante de cualquier índice de renta fija es la duración ponderada. El nivel de duración de un bono indexado viene dado por el vencimiento de los bonos que se han emitido y por otros factores como los cupones y niveles de rendimiento. A través de los años, la duración media de los índices de renta fija se ha incrementado significativamente.
Como se muestra en la Figura 1, este efecto tuvo lugar recientemente. Durante los últimos 30 años la duración de un índice de bonos gubernamentales ampliamente utilizado casi se duplicó de 4,3 años a 8,1 años a finales de junio de 2016 (línea azul). Durante los últimos 10 años la duración aumentó de poco menos de 6 años a más de 8,1 años; más de la mitad de este incremento se realizó sólo en los últimos dos años.
La investigación de Robeco demuestra que la mayor parte de este aumento en el plazo, casi el 80%, se produce por un cambio en el patrón de emisión por parte de las agencias de deuda. Históricamente, los bajos rendimientos han
provocado un fuerte aumento de la emisión de bonos a largo plazo, lo que incrementa el vencimiento medio (línea naranja) de la deuda.
Los gobiernos mantienen una barata financiación, lo que reduce los riesgos de refinanciamiento. A principios de mayo, el Gobierno español vendió bonos con un vencimiento de hasta 50 años por primera vez en el mercado público. Un mes antes Bélgica había hecho lo mismo. Italia y Japón se dice que están considerando su debut a 50 años. Algunos bonos del Tesoro han ido incluso un paso más allá. Irlanda colocó este año, de forma privada, un bono a 100 años.
La Figura 2 muestra que el aumento de duración es visible a través de un amplio conjunto de países. El Reino Unido y Japón son llamativos; actualmente, la duración media de sus bonos gubernamentales en circulación ha aumentado a niveles cercanos o superiores a 10 años. En el Reino Unido, el aumento se debe a la demanda estructural de bonos a largo plazo de los inversores como son los fondos de pensiones y compañías de seguros que deben hacer frente a pasivos a largo plazo. También es notable el drástico aumento en países como España e Italia, especialmente en comparación con los últimos años ochenta. Entrar en la eurozona ha permitido a estos países emitir bonos de larga duración.
Los plazos de las categorías no gubernamentales, como bonos corporativos o bonos relacionados con el gobierno, también van en aumento. Esto se muestra en la Figura 3. El aumento es menos pronunciado que los bonos gubernamentales, estando más relacionado con las reducciones de los rendimientos y del descuento que una modificación en la estructura de emisión. Sin embargo las empresas, especialmente las europeas, han recurrido a la deuda a largo en los últimos tiempos.
Las medidas de estímulo monetario sin precedentes del BCE, incluyendo el programa de compra de bonos corporativos que se inició en junio de este año, han empujado hacia abajo los rendimientos de los bonos corporativos. Frente a un stock creciente de la deuda corporativa con rendimiento bajos o negativos, también los inversores de crédito se han visto obligados a acudir a bonos de más largo plazo que todavía ofrecen la perspectiva de rendimientos positivos. Las empresas están muy dispuestas a satisfacer esa demanda.
Desde la perspectiva del prestatario todo esto tiene mucho sentido. Pero ¿qué pasa con los inversores? Para aquellos inversores de renta fija que tienden a seguir, o incluso replican índices de renta fija, una combinación potencialmente tóxica está por llegar. Del mismo modo que los rendimientos están cayendo a niveles sin precedentes, los plazos de la mayoría de los índices fijos están aumentando rápidamente (véase la Figura 4). En otras palabras, así como el riesgo de tipos interés en productos de renta fija indiciarios se está incrementando, la compensación por ese riesgo está cayendo rápidamente.
Otra forma de verlo es centrándose en el denominado “breakeven yield rise”. Con esto nos referimos a la subida de tipos de interés que aún es soportable (debido al arrastre positivo) antes de que el rendimiento global se sumerja en territorio negativo. En términos de fórmula, simplemente divida el rendimiento actual por la duración para llegar a esta métrica. La Figura 4 pone de relieve que el “breakeven yield rise” se ha reducido drásticamente (línea morada).
Pero ello no es motivo para la venta de todas las posiciones en renta fija. En el corto plazo las variaciones de rendimiento tienden a ser más importante para los rendimientos globales fijos que los actuales niveles de rendimiento. La primera mitad de 2016 es un buen ejemplo de esta mecánica. A pesar de que los niveles de yields ya eran bajos al comienzo del año, los yields de renta fija durante la primera mitad del año fueron buenos porque los precios de los bonos subieron (se obtuvieron ganancias de capital) ya que los rendimientos se fueron a niveles aún más bajos.
Por el contrario, nuestro análisis destaca la necesidad de un enfoque flexible y sin restricciones hacia la inversión en renta fija, y en concreto a la gestión de la sensibilidad a los tipos de interés si se quiere tener en una cartera de bonos. Una postura activa hacia la gestión del plazo puede evitar la pérdida posterior si los rendimientos comienzan a subir, al mismo tiempo que se deja abierta la posibilidad de beneficiarse si los rendimientos caen.
Kommer van Trigt es gestor del Robeco Global Total Return Bond Fund y Olaf Penninga, del Robeco Lux-o-rente.