Debido a las declaraciones que hizo Donald Trump a lo largo de su campaña, desde su triunfo en las votaciones y su ascenso al poder, se generó una perspectiva muy negativa para la economía mexicana.
A inicios de 2017, la mayoría de los analistas pronosticábamos un crecimiento muy bajo o inclusive nulo para la economía mexicana, con niveles de tipo de cambio por encima de los 20 pesos por dólar, se llegaba a hablar de 25 pesos por dólar. El impacto negativo sobre el tipo de cambio se preveía por una cancelación del TLCAN, reducción en exportaciones, menor inversión extranjera, salida de capitales y reducción sustancial de las remesas porque se temía la instrumentación de un posible impuesto en Estados Unidos a dichas transacciones. Adicionalmente se preveía presiones en el mercado laboral y en educación por un regreso masivo de indocumentados de Estados Unidos.
Sin embargo, nada de los malos augurios se llegaron a materializar. Durante 2017 el PIB de México creció 2,3%, nivel similar al del año inmediato anterior. El tipo de cambio apenas rozó los 22 pesos por dólar en enero y si lo medimos al cierre de 2017 contra el de 2016 se apreció 4,4% y si consideramos el promedio anual se depreció 1,1%, o sea que tuvo un comportamiento mucho más favorable de lo previsto.
En 2017 las exportaciones crecieron 9,5% cuando en 2016 disminuyeron 1,7%. Se recibieron 28.700 millones de dólares, 6,6% más que el año anterior, debido en parte al adelanto de envíos de dinero por temor a la eventual imposición de restricciones. No se canceló el TLCAN, no se presentaron salidas masivas de capital ni reducción en la inversión extranjera directa. Por esos motivos el tipo de cambio se comportó mucho mejor de lo esperado.
No se presentaron deportaciones masivas como se temía, de hecho, fueron inferiores a las registradas en años anteriores, aunque con mayor cobertura mediática. No obstante, el temor de los residentes ilegales en Estados Unidos a ser deportados si se incrementó a lo largo del año.
La inflación, que fue de 6,77%, fue en lo único que no le fue bien a la economía mexicana. Pero eso no se lo podemos achacar a Trump, fue consecuencia del ajuste de precios de los energéticos al inicio del año y a que la política monetaria no fue lo suficientemente restrictiva para eliminar dicho impacto.
A pesar de los temores, a México no le fue mal en el primer año de gobierno del Presidente Trump, pero eso se debe a que él no alcanzó a instrumentar ninguna de las medidas que había ofrecido en su campaña y que afectarían a México. En otras palabras, los resultados favorables no se deben entender como una gran fortaleza de la economía mexicana, sino más bien que no se materializaron todos los riesgos que se preveían. Dependiendo de que decisiones alcance a instrumentar Trump, este año si puede ser el que se ponga a prueba la fortaleza de la economía mexicana.
Columna de Francisco Padilla Catalán