En 2018 se cumplieron diez años de la quiebra del Lehman Brothers, un hecho que prendió la mecha de la crisis financiera más agresiva de la historia reciente. A partir de 2008, los reguladores se esforzaron en diseñar e implementar distintas medidas en los mercados de todo el mundo para tratar de evitar que esta crisis tan agresiva volviera a reproducirse en el futuro.
Echando la vista atrás, y haciendo balance de todos estos años, podemos decir que sí se han tomado medidas. El volumen de cambios regulatorios ha aumentado, nada más y nada menos, que un 492%, según datos de Thomson Reuters.
Y, consecuencia de este aumento de regulación, diez años después de la “efeméride Lehman Brothers”, también existen nuevos players en el mercado que ayudan a las compañías a abordar unas obligaciones regulatorias cada vez más complejas: las compañías especializadas en tecnología regulatoria o RegTech.
Desde luego, no estamos hablando de asuntos superfluos. Los reguladores Europeos impusieron, entre 2009 y 2017, sanciones a bancos por valor de 342 billones de dólares a causa de violaciones en el cumplimiento de las normativas nacionales y supranacionales, incluyendo, entre ellas, delitos como el blanqueo de capitales y la financiación del terrorismo.
Por esta razón, siguiendo con el sector financiero, Thomson Reuters también calcula que los mismos bancos han tenido que incrementar en un 71% los costes para incorporar profesionales de Compliance, que ya suponen un 10%-15% de las plantillas según estima, por su parte, BBVA.
Aunque las condiciones son propicias para el auge de las RegTech, el camino es una carrera de fondo. La propia naturaleza conservadora de los bancos en su aproximación al cumplimiento regulatorio hace que exista cierto recelo inicial a confiar en una RegTech para minimizar el riesgo en su negocio.
Hace unos meses, en una conferencia celebrada por Ernst&Young sobre RegTech en Turín, pude ver una frase que me parece muy reveladora de la situación: “Fear to be the ’first mover.. it’s better to be a fast/smart follower”.
Afortunadamente, vamos allanando poco a poco el camino en este sentido. Las RegTech proporcionan a los bancos, y en general a todas las compañías, una capacidad de innovación que no es, ni mucho menos, un capricho. Los mecanismos para defraudar, estafar o financiar actividades ilícitas, por ejemplo, son cada vez más sofisticados. De esta manera, la regulación siempre va por detrás, pisando los talones, para poner coto a estas actividades minimizando los daños.
Y las organizaciones, que pueden ser instrumentos y propios sujetos de este tipo de actividades, deben adaptarse en el menor tiempo posible a estos cambios normativos. ¿Cómo es posible, entonces, que a las RegTech todavía se las mire con cierto recelo? Las RegTech cuentan con capacidades de adaptación e innovación innatas. También lo es su disposición a mantener una estructura de costes contenida que repercute de manera positiva en los clientes. Pero es cierto que puede existir una falta de liderazgo que perjudica en ocasiones su posición en distintas oportunidades de negocio.
Por ello, generar desde dentro un cambio cultural que nos permita tener una posición de decisión e influencia en nuestros clientes potenciales es una de las labores que realizamos desde la Asociación Española de Fintech e Insurtech (AEFI).
La creación de un Sandbox, que no solo esté restringido a Fintech, sino en el que tengamos cabida también otras nuevas corrientes como las Insurtech, la Proptech o las mismas RegTech, nos permitirá seguir desarrollando nuevas soluciones que permitan la corrección del gap que existe actualmente entrerRegulación y adaptación de los sujetos a ella.
De igual manera, el Sandbox permitirá acreditar la calidad de nuestras soluciones, probadas en un ecosistema de innovación y desarrolladas a partir de todos los estándares necesarios bajo la supervisión de los Reguladores.
En definitiva, el futuro de las RegTech pasa inevitablemente por una colaboración a cuatro bandas junto con Reguladores, expertos y los propios sujetos obligados.
Otro de los retos que tiene el sector RegTech es establecer sus servicios, no como áreas estancas, sino como soluciones globales.
Actualmente, las RegTech dividen sus servicios por normativas: desde el nuevo Reglamento General de Protección de Datos hasta la Prevención del Blanqueo de Capitales y la Financiación del Terrorismo, área en la que está especializada RiskMS. También catalogamos como RegTech aquellas compañías especializadas en gestión de la identidad, fraude, abuso de mercado, reporting regulatorio o la gestión de los ciber riesgos, entre otras.
La tendencia es que las RegTech dejen de ser “temáticas” para ofrecer un enfoque más global. Tomando el informe de Ernest&Young, coincidimos en que el valor añadido de las compañías especializadas en tecnología regulatoria partirá de una reducción de los costes de Compliance para trabajar en asegurar la gestión del riesgo y aumentar la confianza de los stakeholders.
Siguiendo estas tendencias, y siendo conscientes de nuestras fortalezas y debilidades, podemos concluir con que el sector RegTech tiene un futuro prometedor. Según la consultora Medici, el mercado global de RegTech se estima en 118 millones dedólares para 2020.
Empoderar nuestro sector, estar orgulloso de nuestras soluciones porque la experiencia de cliente es más que satisfactoria y permanecer unidos para buscar sinergias en aras de una mayor flexibilidad y agilidad es fundamental para hacer del RegTech una verdadera alternativa robusta y diferenciadora.
Tribuna de Roberto de la Cruz Martínez, director general de RiskMS y responsable de la transversal de RegTech de la AEFI.