El índice MSCI World registró una rentabilidad del 0,4% en dólares y del 1,3% en divisa local durante los últimos seis meses. A juzgar por el resultado, parece tan aburrido como el partido Inglaterra-Bélgica celebrado durante la Copa Mundial de Fútbol, pero la realidad no podría ser más diferente. Varias condiciones que definieron el entorno de inversión entre 2009 y 2016 han cambiado de manera fundamental en los últimos 18 meses. Poco a poco, estos cambios están abriéndose camino en los mercados:
Ahora importan los beneficios, no los múltiplos
De 2011 a 2016, el índice MSCI World se mantuvo plano en general y en algunos casos retrocedió. El beneficio por acción se vio favorecido por las recompras de acciones, principalmente en Estados Unidos, mientras que en otros lugares este indicador retrocedió. Esto no impidió que el mercado subiera, ya que los múltiplos se expandieron desde una ratio precio/beneficio (PER) de 10,5 veces en septiembre de 2009 a 17,2 veces en abril de 2015. A partir de 2016, los beneficios se convirtieron en el principal impulsor de la revalorización del índice, mientras que el PER para los próximos 12 meses se contrajo a 15,1 veces.
Suponiendo una disminución gradual del estímulo monetario y unas valoraciones todavía históricamente altas, es probable que los beneficios sigan siendo el impulsor principal de la rentabilidad del mercado de cara al futuro. Las perspectivas de beneficios para 2018 se beneficiaron de la reforma fiscal estadounidense, un efecto no recurrente ya absorbido por los datos. Si las ganancias inesperadas derivadas de la reforma fiscal se reinvirtieran en inmovilizado (capex), podría registrarse algún beneficio a medio plazo de una mayor productividad.
Sin embargo, por el momento, el principal impulsor de las mejoras de los beneficios debe proceder del gasto de los consumidores, no solo en Estados Unidos, sino también en Europa y Japón. Esto, a su vez, sería mucho más sostenible si se basara en el crecimiento de los salarios en lugar de en un mayor endeudamiento. El fracaso de la curva de Phillips para predecir el crecimiento de los salarios indica que estamos asistiendo a algún cambio en el patrón salarial que todavía no se comprende por completo, lo que hace que las predicciones de beneficios sean más volátiles.
China está desapalancándose
El mayor impulso crediticio que hemos visto en los últimos 10 años no provino de la Reserva Federal de Estados Unidos, el Banco Central Europeo o el Banco de Japón. Procedió de China, donde las autoridades disfrutan del privilegio de ordenar a las entidades bancarias y corporativas que presten y pidan prestado, mientras que, en otros lugares, el estímulo monetario a menudo no ofrece los resultados deseados a causa de las particularidades de los sistemas financieros.
Las dos máximas inyecciones de crédito ocurrieron en 2009 y 2015-2016, y ambas estuvieron impulsadas por el deseo del gobierno chino de mantener las tasas de crecimiento del producto interior bruto (PIB) frente a la desaceleración de la demanda de las exportaciones y de los consumidores (que se había reducido a solo el 35% de la economía).
A partir de 2017, el consumo privado creció al 39% de la economía y contribuyó más del 60% al crecimiento del PIB. Este hecho, junto con el reconocimiento de que el apalancamiento corporativo se ha vuelto excesivo y está asignado de manera ineficiente en algunas partes de la economía, hace que sea menos probable que el gobierno de China emprenda un estímulo de escala similar si el crecimiento global cae por debajo de las expectativas.
El endurecimiento simultáneo del petróleo y de los bancos centrales
En la última década, hemos asistido a períodos de aumento y disminución de los precios del petróleo. Estos cambios influyeron en la rentabilidad relativa de los diferentes sectores económicos, pero no en la dirección general del mercado. En parte, creemos que esto se debe a que el impacto del encarecimiento del petróleo sobre la liquidez quedó compensado por la impresión de dinero por parte de los bancos centrales. En 2018, nos encontramos en una situación en la que el petróleo se ha encarecido y los bancos centrales abandonan gradualmente sus estrategias de expansión cuantitativa.
Política de desglobalización
Donald Trump tiene un mandato democrático para implementar políticas proteccionistas para Estados Unidos y cada vez son más los países que eligen gobiernos con programas que priorizan las necesidades internas del país, como hemos visto recientemente en Italia y México.
Al mismo tiempo, las estructuras políticas multilaterales como la Unión Europea (UE) y la Organización Mundial del Comercio (OMC) encuentran cada vez más dificultades para transmitir sus mensajes. Si bien por el momento es posible que los nuevos aranceles comerciales no impacten de inmediato sobre el crecimiento del PIB global y estadounidense debido a su magnitud, la pregunta radica en si los beneficios empresariales se verán afectados materialmente a medida que las cadenas de suministro globales sean reemplazadas por soluciones nacionales o regionales. Los recientes anuncios de Daimler, Harley Davidson y Brown Foreman indican que esto puede darse de forma más rápida de lo esperado.
La respuesta a la privacidad de los datos
El último elemento de nuestra lista exhaustiva de cambios materiales es la adopción de una actitud diferente hacia la protección de los datos. La propiedad de los datos no solo se ha concentrado cada vez más, sino que, lo que es más importante, la capacidad de utilizar estos datos está aumentando exponencialmente. En última instancia, esto requerirá un nuevo conjunto de reglas que muy probablemente no solo cambiarán la forma en que opera el sector tecnológico, sino también cómo interactúa con sus clientes la mayoría de los sectores orientados al consumidor. El Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) de la UE posiblemente sea solo un primer paso en esta transición.
Ahora existen alternativas
En los últimos diez años, el mercado restó importancia a muchos de estos cambios, ya que el mantenimiento de efectivo era una estrategia de inversión terrible con rentabilidades reales cercanas a cero o en algunos casos negativas. Ya no estamos en ese escenario, por lo que la máxima de “No hay alternativa” ha dejado de tener sentido.
Los bonos del Tesoro estadounidenses a 12 meses ahora rinden un 2,3%, frente al nivel de cero de septiembre de 2015. Con las expectativas de inflación a un año en el 2,1%, es la primera vez desde 2007 que las estrategias de efectivo conservan el valor real. Esto cambia la situación fundamentalmente, ya que los participantes del mercado no tienen por qué mantener sus inversiones si consideran que la recompensa no supera los riesgos
Calidad y cambio
Los entornos de mercado siempre varían y, a veces, estos cambios son más violentos que otros. Lo que importa desde una perspectiva de rentabilidad sostenible a largo plazo no es si puede predecirse el resultado de cada una de estas tendencias, sino si las compañías en las que hemos invertido están en condiciones de soportar incluso los resultados potenciales más graves.
En nuestro marco de calidad, nuestro objetivo es encontrar compañías que produzcan un retorno sobre el capital operativo sostenible y elevado gracias al fuerte poder de fijación de precios y al bajo consumo de capital. Esto significa que los flujos de caja deben seguir siendo lo suficientemente robustos incluso en períodos de volúmenes decrecientes. Un flujo de caja robusto significa que estas compañías conservan la opción de ajustar su estrategia y cartera de negocios a un nuevo entorno. Nos esforzamos por evitar compañías que se encuentran en el epicentro de los riesgos de cola que identificamos.
Creemos que los buenos equipos directivos rara vez dejan de entender qué cambio se necesita con el fin de gestionar una variación en las condiciones del mercado. Lo que con más frecuencia perjudica a las compañías en una crisis son las presiones de cumplir con el apalancamiento excesivo y/o la falta de fondos para el reposicionamiento o la reestructuración fundamentales requeridos.
Al invertir en negocios con balances saneados y una fuerte generación de efectivo, esperamos evitar estas situaciones verdaderamente irresolubles. Esto nos deja con la tarea de examinar adecuadamente los equipos directivos, algo que llevamos haciendo durante más de 20 años como un pilar clave de nuestro proceso de inversión y marco ESG (factores medioambientales, sociales y de gobierno).
Opinión de William Lock, Bruno Paulson y Dirk Hoffmann-Becking, del equipo de International Equity de Morgan Stanley Investment Management
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