Durante el siglo XVI, los españoles buscaron desesperadamente la ciudad de El Dorado sin éxito, así que cuatro siglos más tarde decidieron crearlo en su propio país para atraer fortunas de todo el mundo. Desde su implementación en 2013, la Golden Visa ha sido un tema de constante controversia. Esta medida, diseñada para atraer inversión extranjera al país, permite a ciudadanos no comunitarios obtener la residencia en España a cambio de una inversión significativa, que generalmente se canaliza en bienes raíces.
En un mundo donde la competencia por atraer capitales es feroz, España ofrece una propuesta interesante: residencia a cambio de una inversión mínima de 500.000 euros en inmuebles, o de un millón de euros en depósitos bancarios, o de dos millones de euros en deuda pública. Esto representa una oportunidad de acceso al mercado español en particular, pero también a la zona Schengen en su conjunto.
La motivación que subyace en los diferentes países para aplicar Golden Visa es como una medida dinamizadora de la riqueza. Por el contrario, los detractores de esta argumentan que es solo un nuevo factor que fomenta la especulación y las desigualdades.
En ciudades como Madrid, Barcelona, Málaga o Valencia, la Golden Visa ha traído compradores dispuestos a pagar precios altos por propiedades de lujo, lo que ha generado, a su vez, actividad en la construcción, la restauración de edificios y el turismo de alto nivel; pero también, y en la medida en que sólo pueden acogerse personas con elevado poder adquisitivo, uno de los efectos más evidentes ha sido el aumento de los precios en el mercado inmobiliario, especialmente en las grandes ciudades y en la costa, dificultando el acceso a la vivienda para los ciudadanos locales.
Desde el 2017 hasta el 2023 se concedieron en España unas 14.576 Golden Visas. De éstas, casi el 23% procedía de ciudadanos con pasaporte de China, un 22% de Rusia, un 7% del Reino Unido, un 5% de EE.UU., de Ucrania un 4%, de Irán casi el 3%, de Venezuela y México algo más del 2% respectivamente, y el resto de otros países.
Suponiendo que la totalidad de las 14.576 peticiones aprobadas se dirigieran todas a invertir en la compra de inmobiliario, y suponiendo que se invirtiera el mínimo legal para acceder a la Golden Visa (500.000 euros), el importe total de inversión de la Golden Visa hubiera sido de unos 7.300 millones de euros como mínimo, es decir, una media de unos 1.040 millones de euros al año.
En el mismo período de tiempo, la inversión pública para la construcción de vivienda fue de casi 14.000 millones de euros, es decir, unos 2.000 millones de euros al año; mientras que la estimación de la inversión privada para la construcción de vivienda sólo para el año 2024 fue de unos 10.500 millones de euros.
El caso de la vivienda en España es motivo de un análisis más exhaustivo y profundo que el referido en los párrafos anteriores, y sobre todo de desarrollo en otro artículo, pero a priori parece que el problema del acceso a la vivienda en España viene más por el lado de la oferta que por el de la demanda, por lo que sí es cierto que la concesión de Golden Visas podría influenciar el alza de los precios de la vivienda en zonas prime de Madrid, Barcelona, Málaga y Valencia, pero no en el resto del mercado inmobiliario español.
3 de abril: el fin de la Golden Visa
Analizando el futuro, el gobierno español va a eliminar la Golden Visa para frenar la especulación inmobiliaria. Nuestro vecino Portugal ya ha restringido su programa de Golden Visa limitando la compra de viviendas en las principales ciudades para evitar la inflación de precios. España podría seguir un camino similar, exigiendo que las inversiones se dirijan a sectores productivos en lugar de al mercado inmobiliario.
En lo que respecta al mercado inmobiliario, el fin de la Golden Visa en España provocará una reducción en la demanda de propiedades premium, especialmente en las grandes ciudades y zonas costeras, lo que llevaría a una desaceleración del crecimiento de precios en estos lugares y tipo de vivienda, pero tendría un impacto muy limitado para el resto del mercado inmobiliario español. Porque, como decía anteriormente, el problema estructural de la vivienda en España viene por el lado de la oferta, y no de la demanda, y actuar sobre un tipo de demanda (la Golden Visa) no resuelve en su conjunto el grave problema existente.
Lo que sí que quedaría claro es que, si no se ofrece un incentivo alternativo, España podría perder competitividad frente a otros países europeos que mantienen programas similares, como Portugal con restricciones, Grecia, Malta y Chipre, que otorgan también el derecho a desplazarse libremente por el espacio Schengen, incluida España.
Posibles alternativas a la Golden Visa para atraer inversión extranjera serían la de incentivar las inversiones en sectores estratégicos, el conceder visados para emprendedores y startups, o la creación de programas de residencia basados en el empleo y el talento con el objetivo de atraer a profesionales altamente cualificados.
¿Puede que la Golden Visa, al igual que El Dorado solo fuera una ilusión?
Tribuna de Rafael Rabat Martínez, socio fundador de NORZ Patrimonia.