La repetición de elecciones en España y la fragmentación y el inmovilismo políticos resultantes están haciendo que no se aborden los retos de deuda a largo plazo del país, mientras que el Estado sigue beneficiándose del sólido crecimiento económico interno y de la financiación a tipos reducidos.
El 10 de noviembre España se enfrentará a sus cuartas elecciones generales en cuatro años. Las negociaciones entre partidos tras las anteriores elecciones del 28 de abril -en las que el PSOE de Pedro Sánchez obtuvo el mayor número de escaños, pero no alcanzó la mayoría- han fracasado porque los partidos de izquierdas no pudieron ponerse de acuerdo sobre cómo formar un gobierno, mientras que los partidos de derecha se negaron a facilitar una Administración dirigida por una minoría del PSOE.
En Scope Ratings creemos que en las nuevas elecciones previstas para el 10 de noviembre ningún partido va a lograr suficientes escaños para liderar un gobierno, teniendo en cuenta que hay cinco partidos que actualmente dominan el panorama político. La formación de un gobierno a través de pactos se ha convertido en la nueva realidad de la política nacional española.
Cualquier predicción sobre el resultado de las elecciones, por no hablar de la formación y las políticas del próximo gobierno de España, parece prematura.
La fatiga de los votantes, que pone en duda la capacidad relativa de los partidos para movilizar a su electorado, y los cambios de última hora en la votación -con una parte significativa del electorado español indeciso- nos impiden sacar conclusiones de las últimas encuestas de opinión.
Existen varios resultados posibles: una repetición del estancamiento actual, un PSOE fortalecido que no necesita el apoyo implícito de los partidos independentistas catalanes pero que sigue dependiendo de Unidas Podemos, un desplazamiento del electorado a la derecha política (en su mayor parte en beneficio del PP), y la vuelta a un mapa político cuasi bipartidista con el PSOE canibalizando el apoyo a UP y el PP absorbiendo la mayor parte de los votos de Vox y ambos partidos tradicionales atrayendo votos de Ciudadanos.
Después de una pausa contemplativa de cuatro años desde el punto álgido de la crisis de la eurozona, la situación política española sigue siendo tan incierta como siempre.
El estancamiento político contrasta con los todavía sólidos resultados económicos de España. La economía está creciendo ligeramente por encima del 2% este año, 1% por encima de la media de la zona euro. Las tasas de financiación soberana han caído a su nivel más bajo de la historia, con un costo promedio de emisión de apenas 0,37%. Además, la resistencia de la economía española ha mejorado, con un crecimiento impulsado en su mayor parte por factores internos y no externos.
Desequilibrios fiscales y externos
Sin embargo, las perspectivas económicas y fiscales de España se ven empañadas por los elevados desequilibrios fiscales y externos, los obstáculos al crecimiento derivados de la rigidez del mercado laboral y la escasa productividad, así como por la delicada cuestión política de la autonomía regional. Desde Scope destacamos cinco retos principales que limitan el rating soberano de España en el nivel ‘A-‘:
- Desequilibrios fiscales: aunque reconocemos los fuertes ajustes fiscales que se han producido tras la crisis, el elevado déficit público y el saldo primario estructural negativo apuntan a una situación fiscal relativamente débil en los últimos años. Corregir este desequilibrio y garantizar la viabilidad a largo plazo del sistema de pensiones español son fundamentales para reducir la elevada deuda pública, que se sitúa en torno al 97% del PIB.
- Rigidez del mercado laboral: el desempleo se ha reducido a la mitad, situándose en torno al 14% en los últimos seis años, convergiendo hacia el nivel de desempleo estructural. Sin embargo, la prevalencia de los contratos temporales, el alto paro de larga duración y una gran cantidad de empleos poco cualificados limitan el desarrollo del capital humano español.
- Baja productividad: la productividad está muy por debajo de la media de la eurozona, en parte debido a los desajustes de cualificaciones, la dualidad del mercado laboral, los obstáculos a la competencia y la regulación que impiden el crecimiento de las pequeñas empresas productivas.
- Desequilibrios externos: mientras que los bajos tipos de interés y el cambio en la composición de la deuda externa –de instituciones financieras al banco central y el Estado– mitigan los riesgos de sostenibilidad de la deuda externa, el nivel de endeudamiento de España ha permanecido casi igual durante los últimos 10 años, consolidando la gran posición deudora neta de España (-77% del PIB), que sólo ha mejorado gradualmente debido a los recientes superávits de la balanza por cuenta corriente.
- Financiación regional: para hacer frente a las presiones políticas regionales recurrentes y a la incertidumbre que generan, se necesitan nuevas reformas del acuerdo de financiación regional, incluido el sistema de nivelación de ingresos, con todas las regiones, incluidas las que buscan una mayor independencia, como es el caso de Cataluña.
Hasta ahora, el fuerte crecimiento ha cubierto algunos de los retos estructurales subyacentes de España. Sin embargo, a medida que las perspectivas económicas mundiales y europeas se han debilitado, España necesita un gobierno estable para hacer frente a los desafíos económicos, fiscales y políticos que aún persisten.
Tribuna de Alvise Lennkh y Giulia Branz, analistas de Scope