El líder del partido socialista, Pedro Sánchez, tiene dos semanas para conseguir una mayoría parlamentaria o se arriesga a que la cuarta economía de la eurozona vuelva a las urnas para sus cuartas elecciones generales en otros tantos años.
Después de casi tres meses de debates y negociaciones tras las elecciones generales del 28 de abril, el 23 de julio tendrá lugar la primera votación en el Parlamento español sobre la formación de un nuevo gobierno liderado por Sánchez.
La posibilidad de nuevas elecciones o de un período en el que España esté liderada por un gobierno minoritario débil y con una capacidad limitada para llevar a cabo reformas podría limitar las calificaciones crediticias de España, actualmente en nivel A-, a pesar de un sólido crecimiento económico anual superior al 2% y un rendimiento récord de la deuda pública a diez años por debajo del 0,3%.
España necesita que el nuevo gobierno se ocupe de las vulnerabilidades económicas subyacentes del país, que van desde una deuda pública elevada hasta un mercado laboral todavía rígido y una productividad baja.
Sánchez necesita el respaldo de una mayoría parlamentaria absoluta o de 176 de los 350 representantes de la cámara baja. En el caso probable de que no lo consiga, sólo necesitará una mayoría simple (más votos «sí» que «no») de los que voten en una segunda votación el 25 de julio.
Dada la fragmentación del parlamento, la aritmética parlamentaria siempre iba a ser un difícil acto de equilibrio. Sin embargo, desde las elecciones, esto se ha vuelto aún más difícil.
Formación de gobierno
Un problema es el creciente descontento entre el PSOE (123 escaños) y Unidas Podemos (42 escaños). Además, Ciudadanos (57 escaños) ha virado a la derecha política, tomando una posición inflexible para no apoyar a un gobierno liderado por Pedro Sánchez. La nueva composición de los gobiernos regionales y locales, especialmente en Barcelona, ha disgustado a los partidos independentistas, con cuya abstención en la votación parlamentaria cuenta Sánchez para facilitar una mayoría simple, lo que le hace más difícil superar este obstáculo que en ningún otro momento desde las elecciones del 28 de abril.
Las discusiones entre el PSOE y Unidas Podemos se encuentran actualmente paralizadas. La oferta de Sánchez de un “gobierno de cooperación” con posiciones intermedias en el gobierno a Podemos no está a la altura de la insistencia de su líder en tener representación en ministerios.
En caso de que Sánchez no obtuviera la mayoría simple el 25 de julio, dispondría de dos meses adicionales, hasta septiembre, para obtener los votos necesarios. De lo contrario, el 10 de noviembre se celebrarían nuevas elecciones, las cuartas en cuatro años.
Es probable que la presión sobre Podemos aumente en las próximas semanas para llegar a un acuerdo con Sánchez, sobre todo si se tienen en cuenta las últimas encuestas de opinión que sugieren la victoria para el PSOE a expensas de Podemos. Sin embargo, incluso si se llegara a un acuerdo entre los dos partidos, no es seguro que se obtenga una mayoría simple para formar el próximo gobierno de España.
Tribuna escrita por Alvise Lennkh, analista de Scope Ratings