Más de 5.000 millones al año sólo en Reino Unido; más de 2.000 millones al año solo en Europa continental; más de 10.000 millones al año en EE.UU. y los mercados asiáticos… éstos son los volúmenes que actualmente mueve el crowdlending a nivel mundial y muchos de vosotros os preguntaréis: ¿pero qué es el crowdlending? ¿cómo puede ser que uno de los mayores fenómenos del sector financiero y que ya mueve tales cantidades todavía sea un gran desconocido?
Para explicar rápidamente que es, podemos decir que el crowdlending consiste en conectar a través de un Marketplace online a inversores con necesidades de financiación. Es una de las patas del FinTech que más peso está tomando a nivel internacional y desde hace unos años, también en España.
Uno de los pioneros en nuestro país fue Arboribus, primera plataforma de crowdlending en financiar a empresas en 2013 y desde entonces creciendo más de un 300% cada año. Inversores y empresas se vuelcan hacia este nuevo instrumento que permite a la empresa no depender exclusivamente de la banca y al inversor, obtener unas rentabilidades elevadas con un riesgo moderado en un nuevo producto financiero que cada vez canaliza más ahorro.
El mecanismo es aparantemente sencillo: la plataforma filtra empresas sólidas y con capacidad de repago haciendo un estricto análisis de riesgos; las publica en el marketplace; los inversores deciden qué cantidad invertir e incluso a qué tipo de interés; cuando entre la suma de todos los inversores se alcanza el importe que la empresa desea de financiación, se formaliza la inversión. Todo sin que nadie se mueva del sofá, ni pase por notario, todos desde sus casas y despachos.
La aparición de este nuevo modelo tiene ventajas claras para las empresas, dado que dejan de depender exclusivamente de la banca para obtener financiación, algo que hemos visto durante estos años de crisis de crédito que ha llevado a la quiebra a numerosas empresas. Por tanto, para la pyme, no solo es algo positivo sino que es una necesidad estructural para mejorar su solidez.
Este modelo también tiene múltiples ventajas para el inversor, dado que puede obtener rentabilidades de entre el 4% y el 6% anual de forma recurrente, fiable y sin sobresaltos. Algo inédito en un entorno donde el tipo de interés está al 0%. Esto es posible porque el inversor, mediante el uso de nuevas tecnologías, está accediendo a un mercado hasta ahora en manos únicamente de la banca, convirtiéndose de hecho los ahorradores en un pequeño banco (la inversión mínima es desde 20 euros).
Pero volviendo a la pregunta que nos hacíamos al inicio, ¿cómo ve la banca la aparición de estas aplicaciones? ¿Cómo puede afectarle? Han sido varios presidentes los que avisan del peligro que las FinTech pueden suponer para la banca. Desde presidentes de bancos en EE.UU., donde ya se cuantifica la cuota de mercado que están perdiendo, hasta presidentes de bancos como el Santander o BBVA, que viendo las orejas al lobo reclaman “mayor regulación para la banca digital”, dirigiendo sus peticiones hacia un mayor proteccionismo para competir en «igualdad de condiciones«.
Como inciso, es curioso no escuchar hablar a los grandes bancos de “la necesidad de proteger a los consumidores a toda costa frente a potenciales perjuicios causados por la innovación financiera”, y más teniendo en cuenta que no quedan muy lejos ciertos escándalos que han salpicado a la banca estos últimos años.
Pero la realidad es que, en los mercados maduros, vemos cómo el crowdlending es un complemento a la financiación bancaria, que incluso también es positivo para el sistema financiero. Es sano para el sistema que una empresa tenga diversificadas sus fuentes de financiación, lo cual permitirá reducir las tasas de morosidad porque no dependerán de tensiones de liquidez del mercado de capitales.
Durante estos últimos años de crisis de crédito, podemos intuir que el crowdlending, de haber tenido la presencia adecuada, hubiera permitido a las empresas seguir obteniendo financiación y por ende, previsiblemente el porcentaje de quiebras hubiera sido menor, el paro no se habría agravado tanto y los efectos de la crisis hubieran sido más suaves.
Por tanto, para el sistema financiero, para las empresas, para los inversores e incluso para la propia banca tradicional, la aparición y crecimiento de instrumentos como el crowdlending no son una amenaza, sino una oportunidad.
Columna de Roger Olivares, gestor en Arboribus