La economía de los Estados Unidos se ha desarrollado a su máxima potencia en los últimos dos años. Sin embargo, con los demócratas ocupando la mayoría de los escaños en la Cámara de Representantes, la administración de Trump se enfrentará a más limitaciones hasta las próximas elecciones presidenciales en 2020.
En cualquier caso, es poco probable que haya grandes cambios en la política económica ahora que han pasado las elecciones de mitad de mandato. En teoría, los demócratas y los republicanos podrían llegar a un acuerdo sobre la reducción de los impuestos a la clase media y el aumento de los gastos de inversión. Sin embargo, en el actual clima político altamente polarizado, las posibilidades de que esto suceda son relativamente bajas. Es posible que las tensiones políticas aumenten aún más, ya que los demócratas ahora tienen el poder de establecer la agenda en la Cámara de Representantes, lo que posiblemente se traduzca en un estancamiento fiscal (cierre del gobierno y/o conflicto con el techo de deuda).
Los datos están enviando señales mixtas en cuanto a la dirección del ciclo económico de los Estados Unidos. El crecimiento del PIB del tercer trimestre (3,5% intertrimestral) se vio impulsado por los inventarios, mientras que la inversión se estancó y el comercio neto contribuyó negativamente. Sin embargo, el panorama general sigue mostrando una expansión fuerte respaldada por políticas fiscales favorables. Estados Unidos está viendo actualmente la segunda expansión económica más larga de la historia. Dicho esto, es difícil ver cómo este ritmo de expansión puede mantenerse durante mucho más tiempo.
Las reformas fiscales del presidente Trump han impulsado el crecimiento económico en el corto plazo, pero se traducirá principalmente en un deterioro de las finanzas públicas (hacia un déficit de alrededor del 4 al 5% del PIB) y una creciente desigualdad con el tiempo. Además, un mayor ajuste monetario en los Estados Unidos eventualmente afectará la actividad económica. Las áreas económicas más sensibles a los tipos de interés, como la vivienda, ya muestran signos de debilidad. Mientras tanto, la curva de rendimiento se mantiene relativamente plana desde una perspectiva histórica. Esto es algo a vigilar de cerca, ya que tiende a ir de la mano con un crecimiento económico más lento en el futuro.
Otro riesgo importante es la incertidumbre sobre el comercio. El conflicto comercial entre los Estados Unidos y China sigue sin resolverse, a pesar de que se hayan suavizado algunas declaraciones recientemente. No obstante, es necesario recordar que las tensiones van más allá del déficit comercial estadounidense. De hecho, el auge económico, cultural y tecnológico de China en las últimas tres décadas también ha socavado el estatus de superpotencia de Estados Unidos. El impacto económico de los aranceles sobre las importaciones chinas sigue siendo pequeño hasta ahora, pero una guerra comercial global y una caída de la renta variable serían costosas.
Dicho esto, las probabilidades de recesión aún son bajas. Si bien los datos de vivienda, como los permisos de construcción más débiles, son motivo de preocupación, la brecha entre los fundamentales y los precios de las viviendas no se acerca a la brecha del inicio de la Gran Crisis Financiera. Además, la confianza de los consumidores y las empresas es fuerte. La inflación está levantando el vuelo nuevamente, aunque todavía de manera modesta, a medida que el mercado laboral se acerca al pleno empleo. La fortaleza de la economía debería convencer a la Reserva Federal de volver a subir los tipos en diciembre. Por supuesto, en caso de que vuelva a aparecer una volatilidad significativa en los mercados financieros, la Fed podría volverse más cautelosa. Un aplanamiento significativo de la curva de rendimiento en los próximos meses podría hacer que la Fed detuviera sus esfuerzos de ajuste monetario en algún momento en 2019, cuando es probable que el ritmo del crecimiento económico se desacelere.
Entre tanto, la corrección de Wall Street continúa, favorecida por un aumento en los rendimientos de los bonos estadounidenses, pues un mayor rendimiento frena la economía y hace que la renta variable sea menos atractiva en términos relativos. Sin embargo, el descenso continuó debido a los temores sobre los resultados del tercer trimestre. Estos fueron buenos, pero a los inversores les preocupa la sostenibilidad de los beneficios y los márgenes. Varias compañías reportaron mayores costes de producción, lo que en algunos casos ejerció presión sobre los márgenes de beneficios y llevó al lanzamiento de una serie de profit warnings. Además, algunas compañías se están resintiendo de la ralentización del crecimiento fuera de Estados Unidos y hay varios factores técnicos que también juegan un papel importante, como el período de bloqueo durante el cual las compañías no pueden comprar sus propias acciones y los fondos Quant (programados sistemáticamente), que refuerzan las tendencias del mercado.
Tribuna de Hans Bevers, economista jefe de Bank Degroof Petercam.