El camino a un mundo CEN (Cero Emisiones Netas) nos lleva a un escenario donde algunos sectores multiplicarán su actividad (MÚLTIPLOS), otros la reducirán sustancialmente (COCIENTES) y otros desaparecerán (CEROS).
En la Cumbre del Cambio Climático de París en diciembre de 2015 se llegó a un acuerdo internacional vinculante sobre el cambio climático, con el objeto de “limitar el calentamiento global claramente por debajo de los 2,0 grados centígrados, y preferentemente de los 1,5 grados centígrados, comparado con niveles pre-industriales”. El cumplimiento de este acuerdo, que entró en vigor en noviembre de 2016, se está desarrollando a través de planes estratégicos a largo plazo en los 189 países firmantes.
De este modo, la Unión Europea anunció su “Green Deal” en diciembre de 2019 y aprobó la Ley del Clima en junio de 2021. Esta ley recoge la filosofía de los Acuerdos de París y fija el objetivo no solo ambicioso sino vinculante de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en Europa en un 55% para 2030, desde niveles de 1990, y lograr cero emisiones netas para 2050. Y si bien Europa se ha colocado a la cabeza en el desarrollo legislativo de los objetivos de reducción de emisiones, pensamos que esta tendencia seguirá consolidándose a nivel global, como vemos con los objetivos ya anunciados por parte de EE.UU., Japón o China, entre los más relevantes.
Si analizamos las emisiones de gases de efecto invernadero en Europa, y cómo eliminarlas, al menos tres cuartas partes de la solución al problema están relacionadas con el sector energético en general y el eléctrico en particular. Esto se produce no sólo a través de la sustitución de la generación fósil por renovable, sino también con la electrificación de la movilidad (vehículo eléctrico, ferrocarril), de procesos industriales (acero, cemento, aluminio) y de los edificios (bombas de calor, cocinas eléctricas).
Para todo aquello que no se pueda electrificar directamente, la Unión Europea propone desarrollar otras tecnologías como el hidrógeno verde (por ejemplo, generado con energía renovable), el hidrógeno azul (generado con gas, pero capturando las emisiones de CO2 producidas) o biocombustibles. Todos estos nuevos usos de la electricidad redundarán en un cambio de las perspectivas del sector, potenciando la demanda eléctrica y las inversiones en redes eléctricas, que aumentarán tanto en tamaño como en complejidad y donde la digitalización cobrará un papel clave en la gestión del sistema.
Si hasta hace unos pocos años esperábamos que la demanda eléctrica languideciera (en un entorno en el que los incrementos de eficiencia eran mayores que los crecimientos esperados en demanda subyacente), este impulso de electrificación nos coloca en un entorno en el cual la demanda eléctrica durante los próximos 30 años puede tener un sólido crecimiento por encima del 3% anual (es decir, casi triplicar la demanda durante el periodo).
Estamos por tanto en la antesala de una transformación del entorno energético en general y del sector eléctrico en particular, en lo que venimos a llamar un escenario de MÚLTIPLOS, COCIENTES Y CEROS, con alguna interrogación por el camino.
CEROS, porque hay cosas que desaparecerán (como por ejemplo los vehículos con motor de explosión o el uso del carbón); COCIENTES, pues algunas materias primas podrían ver su demanda significativamente reducida (en particular petróleo y gas natural); y MÚLTIPLOS dado que determinadas actividades multiplicarán su volumen de actividad (generación eólica, generación fotovoltaica, vehículos eléctricos, almacenamiento en baterías, bombas de calor, redes eléctricas).
En este ambicioso, pero algo incierto camino, hay en nuestra opinión un primer tramo hasta 2030 que está más definido y vendrá en buena medida de la mano de tecnologías que a día de hoy ya son económicamente viables (solar fotovoltaica, eólica onshore y offshore). Sin embargo, a más largo plazo, del 2030 a 2050, se necesitará del desarrollo de tecnologías que en la actualidad son todavía incipientes y por tanto es más que probable que necesiten de apoyo político significativo para su desarrollo (hidrógeno verde y azul, captura de CO2, eólica offshore flotante). En este sentido, no es descartable que en los próximos 10 años se vislumbren otras posibles soluciones que hoy no están en la hoja de ruta preferida de la Unión Europea, como podrían ser microcentrales nucleares modulares.
Todo este contexto ofrece una oportunidad extraordinaria y muy duradera en el tiempo, con unas inversiones totales esperadas en torno a 1 billón de euros hasta 2050, según las estimaciones de Goldman Sachs.
En este entorno pensamos que será clave la capacidad, no solo de detectar en cada momento a ganadores y perdedores, sino de identificar aquellas compañías que podrían hacer de la necesidad virtud y resurgir de sus cenizas. Todo ello naturalmente poniéndolo en contexto con las valoraciones y las expectativas del mercado, y buscando la mejor manera de exponerse a las diferentes temáticas.
A modo de ejemplo, si pensamos que el negocio de renovables va a crecer extraordinariamente, debemos preguntamos si la mejor manera de exponerse a este negocio es a través de una compañía pura de renovables; o qué ocurrirá con los precios eléctricos cuando la generación renovable desplace por completo al gas; o cuál es el posicionamiento estratégico de una compañía que es pura generadora en comparación con una integrada. Del mismo modo, debemos preguntarnos qué podría pasar con la generación de caja de una compañía petrolera si dejara de invertir en el desarrollo de nuevos yacimientos, o si redirigiera sus amplios conocimientos en plataformas marinas, en refino o en ingeniería para el desarrollo de eólica offshore y/o flotante, biocombustibles, o captura de CO2.
Esto nos lleva a identificar las temáticas que en nuestra opinión más se pueden beneficiar de este entorno:
- Descarbonización – energías renovables, captura de CO2, hidrógeno verde, biocombustibles;
- Electrificación – redes eléctricas, baterías/almacenamiento, transporte electrificado, electrificación industrial.
- Eficiencia energética – en particular la relacionada con la renovación, aislamiento, y calentamiento de edificios.
- Economía circular – incluyendo tanto el reciclaje como el uso responsable de recursos naturales.
Desde un punto de vista geográfico Europa está claramente liderando este proceso, por lo que muchas de las tendencias que están ya pasando en Europa las veremos replicarse en EE.UU. (como sugiere el plan de infraestructuras por 1 billón de dólares para un periodo de 10 años de la administración Biden).
En resumen, estamos ante una revolución energética que, como decimos, ha arrancado con particular fuerza en Europa, y que se extenderá con total seguridad a nivel global, y con ello se nos presenta un gran abanico de oportunidades de inversión. Sin embargo, el hecho de englobar un amplio conjunto de sectores complejos y heterogéneos, requieren conocimiento, experiencia y fundamentalmente pericia para evitar uno de los mayores riesgos de este tipo de contextos, como son el sobrecalentamiento y burbujas de valores, como hemos podido comprobar en el pasado.
Tribuna de Juan Cruz Alonso, socio fundador y CIO de Cygnus Asset Management.