Por un largo periodo, los productores de bienes de consumo que dominaban la mayor parte de las estanterías de los supermercados o los grandes almacenes de ventas tendían a controlar una cuota dominante del mercado. Hoy, sin embargo, el escenario tradicional se ha visto afectado por la disrupción, ya que los productos básicos, tales como los productos envasados, se han vuelto menos relevantes para el consumidor. En MFS Investment Management, creemos que hay tres amplias razones para esto.
En primer lugar, el comercio electrónico permite opciones casi infinitas, democratizando y devaluando el espacio en el estante, que era antes tan preciado. En segundo lugar, las redes sociales han permitido a los consumidores ser “prosumidores”, influyendo en los patrones de consumo con recomendaciones en línea y sus “likes”. Por último, las preferencias del consumidor han cambiado hacia productos más auténticos o locales, particularmente entre los “millennials”, quienes han dejado de confiar en muchas marcas. Por todas estas razones, las barreras a la entrada en el espacio de los productos básicos han disminuido considerablemente.
Como muestra el gráfico, el peso en el índice de los bonos emitidos por empresas no cíclicas de bienes de consumo ha crecido en aproximadamente un 65% en los últimos 10 años. Con casi un 17%, este sector representa el mayor peso de ponderación en el índice. Esto es debido al hecho de que, desde la crisis financiera global, las empresas productoras de productos básicos han accedido a los mercados de crédito para conseguir fondos para financiar estrategias de mejora de su cartera, principalmente a través de adquisiciones, ya fuera para financiar inversión en investigación y desarrollo, y/o para incrementar el gasto en tecnología para conectarse digitalmente con los consumidores. El resultado para los inversores de bonos es que la calidad del crédito se ha deteriorado, mientras que, al mismo momento, la compensación por el riesgo de crédito ha disminuido.
La búsqueda global por rendimiento, combinada con una ausencia de volatilidad, ha diluido el descubrimiento de oportunidades en precio en los mercados de crédito. Este entorno benigno de inversión ha acelerado un giro hacia un comportamiento de inversión indiscriminado, en un momento en el que los inversores deberían ser extremadamente selectivos. Los inversores de bonos pueden hoy encontrarse con una exposición significativa a empresas de productos domésticos que se enfrentan a un fuerte riesgo de disrupción o pueden tener una menor a la debida en empresas cuyos productos es más complicado que se conviertan en productos básicos, como el tabaco, los perfumes y cosméticos o el alcohol.
En mi opinión, tiene sentido evitar empresas que sufren una erosión de fidelidad a la marca. Las consecuencias de cometer un error pueden ser punitivas.
Columna de Robert M. Almeida, gestor de renta variable institucional en MFS Investment Management