A un nivel básico, explicar los factores externos que influyen en la economía de los mercados emergentes solía ser una tarea simple. Prestar atención a la política de la Reserva Federal estadounidense, las tendencias del dólar y el Fondo Monetario Internacional permitía entender las variables externas más importantes de estos mercados. Este ya no es el caso.
Los inversores en emergentes han sido demasiado conscientes de que unos tipos de interés más altos en Estados Unidos y un dólar fuerte normalmente son malas noticias para ellos. Esto es porque implican un endurecimiento de la liquidez global y un aumento de las cargas sobre el servicio de la deuda externa en términos de divisa local.
Entre los factores externos que afectan a estas economías, la geopolítica ha estado relativamente tranquila durante las últimas décadas y ha tenido menos importancia, pero eso está cambiando y se requieren distintas habilidades por parte de los inversores. La preeminencia de Estados Unidos como hegemonía mundial está siendo amenazada por el ascenso de China. El país norteamericano, a su vez, está asumiendo un rol internacional más estricto: el presidente Trump está implementando más sanciones que sus predecesores y optando por el bilateralismo frente al multilateralismo.
Todo ello presenta desafíos para los inversores. Conceptualmente, es habitual que la manera en la que los inversores se dirigen a los mercados globales se base en esa preeminencia estadounidense, pero, si esto cambia con el paso del tiempo, las suposiciones de los inversores sobre este país deberán cambiar también.
Además, este contexto impactará en aquello que pensamos de las instituciones que controlan la gobernanza global. El FMI y el Banco Mundial siguen jugando un papel clave en los mercados emergentes y es difícil que esto cambie en un futuro próximo. Pero la presidencia de Trump ha socavado a la Organización Mundial del Comercio, que, durante décadas, ha sido el modelo para las políticas comerciales de Estados Unidos; y el FMI todavía podría encontrarse atrapado en el fuego cruzado entre Trump y China.
Los inversores en emergentes ya están familiarizados con las sanciones, pero no con lo que hemos visto en los dos últimos años. En el pasado, las sanciones generalmente llegaban desde las Naciones Unidas, eran razonablemente predecibles y estaban centradas en la naturaleza del mercado. Por el contrario, muchas de las sanciones estadounidenses de los dos últimos años han sido difíciles de predecir y, aparentemente, han tenido consecuencias inesperadas.
Cuando el pasado abril se impusieron sanciones al fabricante ruso de aluminio Rusal y su propietario Oleg Deripaska, el impacto fue más allá de la empresa y su dueño: El mercado global de aluminio en su totalidad y una vasta extensión de los proveedores de Rusal dentro y fuera del país euroasiático quedaron gravemente afectados, ya que nadie las había visto venir.
Este patrón de sanciones continuará durante 2019. Predecirlas será difícil, ya que mucho depende de los caprichos del presidente Trump, pero los inversores necesitarán comprender sus consecuencias. Eso significa que será necesario realizar un análisis más detallado de los mecanismos de transmisión de las sanciones, a través de herramientas como las cadenas de distribución.
Sin embargo, las sanciones no son el único factor externo. La guerra comercial Estados Unidos-China está teniendo un impacto claro e inequívoco en las economías de la mayoría de los mercados emergentes que se basan en un comercio global abierto. Entender correctamente las implicaciones de esta guerra comercial requerirá un análisis más profundo que el de solo observar esta política de riesgo. Llevará hasta bien entrado 2019 poder entender completamente todo aquello que vaya más allá de las implicaciones de primer orden, independientemente de si la guerra comercial se intensifica o se relaja en el corto plazo.
Esta nueva era geopolítica también forzará a los inversores a volver a examinar las suposiciones del pasado.Las sanciones a Rusal en abril hicieron caer el rublo mientras el petróleo se mantenía firme. Después, se recuperó, cuando este último cayó a finales del año pasado. Esto se debe a que las nuevas sanciones anunciadas no se cumplieron.
Sin embargo, más factores externos podrían cobrar relevancia este año. Las amenazas de Trump de cortar la ayuda a algunos países podrían ir más allá de las meras palabras. El impacto para algunos países sería marginal, ya que supondría alrededor del 0,4 % del PIB de El Salvador y Honduras y el 0,2 % del de Guatemala. Esos recortes son manejables, pero los que se proponen para Venezuela no lo son. Del mismo modo, es posible que Trump se oponga al apoyo del FMI a aquellos países que han tomado sumas significativas de China, como ha hecho el secretario de Estado, Mike Pompeo, de Pakistán. Esto no va a favorecer a una amplia extensión de países del África subsahariana.
Los riesgos externos no suponen nada nuevo para los inversores en emergentes, pero lo que es diferente respecto al pasado es que el principal generador de riesgo es Estados Unidos, donde el entorno de se ha vuelto menos predecible. El impacto de sus cambiantes políticas podría ser de largo alcance, debilitando la influencia de las instituciones multilaterales y los países que dependen de su apoyo.
El mundo está cambiando. Los inversores en mercados emergentes también necesitan hacerlo.
Tribuna de Brett Diment, jefe de deuda emergente global en Aberdeen Standard Investments