La crisis de los últimos años ha supuesto un punto de inflexión en la forma de dirigir los negocios con el foco puesto en la banca y el mundo de las finanzas en su conjunto. Conceptos como transparencia, control y prácticas de buen gobierno han pasado de ser ideas y acciones relacionadas con la responsabilidad social corporativa para convertirse en una obligación legal y una necesidad para captar la confianza de los clientes.
Entre la normativa que afecta al mercado financiero, podemos mencionar la reforma del Código Penal en 2015, que introdujo como causa de exención de la responsabilidad penal de la persona jurídica la existencia de un programa de cumplimiento normativo que conlleve una reducción significativa del riesgo de comisión de delitos. La circular 1/2016, en concreto, contiene instrucciones a los fiscales para valorar la eficacia de estos programas. En paralelo, la Comisión Nacional del Mercado de Valores aprobó el Código de Buen Gobierno en las Sociedades Cotizadas, en el que se recogen las recomendaciones de la circular.
Las grandes compañías del mundo de las finanzas se dirigen hacia prácticas de mejor gestión materializadas en sistemas de buen gobierno y de cumplimiento de normativas de transparencia, lo que se conoce como compliance.
Un programa de Cumplimiento Normativo o de Compliance debe:
– Evitar la posible comisión de delitos.
– Evitar la imputación y la condenación penal de la empresa.
– Evitar la imputación y la condenación penal de sus administradores y directivos.
– Servir para una mejor integración y responsabilidad de todos los empleados.
Aunque no existe una norma sobre lo que debe contener un programa de compliance, sí podemos establecer algunas bases comunes. Lo primero sería identificar las actividades susceptibles de comisión de delitos que deben ser prevenidos y establecer los protocolos o procedimientos para la toma de decisiones y ejecución de las mismas. Es importante, así mismo, disponer de los recursos adecuados para que el sistema sea viable, establecer sistemas de información de posibles incumplimientos al organismo encargado de vigilar el funcionamiento del modelo y definir un sistema disciplinario.
El objetivo es que las prácticas de compliance se perpetúen en la empresa. Si la mayor parte de las organizaciones están concienciadas sobre la necesidad de cambiar los hábitos y de adherirse a las prácticas de buen gobierno, éstas van a continuar en el tiempo y se van a extender a todo el tejido financiero.
Es necesario avanzar en metodologías destinadas a compartir información en soportes digitales que permitan que todo el mundo maneje los mismos documentos y que las modificaciones queden registradas. En este sentido, las implicaciones relacionadas con la seguridad en el tratamiento de la información son fundamentales.
También lo es el registro de quién toma las decisiones en el desarrollo de una reunión y quién es el encargado de ejecutarlas. Las conclusiones de las mismas deben ser registradas de manera que nadie pueda alegar desconocimiento u olvido de lo tratado. Las organizaciones capaces de integrar la tecnología en sus procesos de reuniones y toma de decisiones habrán dado un paso de gigante en materia de buenas prácticas empresariales.
Las soluciones de software destinadas a la gestión de reuniones tienen como objetivo ganar tiempo y eficacia gracias a la facilidad de compartir la misma información en tiempo real, de posibilitar el seguimiento de las tareas asignadas y, además, como se ha dicho, de constituir un elemento de cumplimiento normativo y buen gobierno al dejar constancia de las personas que intervienen en la toma de decisiones y ejecución de las mismas.
El buen gobierno en 2017 significa, por tanto, aplicar normas, valores internos y hábitos que impliquen a toda la organización en prácticas de transparencia y colaboración. Desde un punto de vista práctico, significa implementar un sistema adecuado para asegurar que la gestión se realiza en un marco de responsabilidad y que asegure el cumplimiento de la normativa. En el caso concreto de las entidades financieras significa incrementar la confianza de los inversores y de los usuarios. El sector financiero necesita un marco de responsabilidad que se perpetúe en el tiempo.
Una vez que la dirección asume la necesidad de ser transparente, el siguiente obstáculo tiene que ver con la asignación de recursos. Hasta hace poco, las organizaciones no tenían las herramientas digitales de compliance necesarias. Esto se traducía en que para el adecuado control se debían dedicar recursos extraordinarios en cuanto a personal. Si logramos implantar herramientas digitales que convierta el cumplimiento normativo en algo fácil y que no consuma recursos extraordinarios, el compliance mejorará considerablemente. Y, sobre todo, permitirán a las organizaciones financieras la recuperación de la confianza del mercado y de sus clientes.
Tribuna de Joao Claro, Country Manager para eShare España