Hay cuestiones sobre las que uno puede responder con un simplismo fructífero. Al fin y al cabo, hay quien defiende que el simplismo es la última sofisticación. Sin embargo, política y simplismo son palabras que no pueden cohabitar en la misma frase. Por ello, darles una respuesta sobre la cuestión del Brexit no va a resultar simple.
Las encuestas en Reino Unido muestran hoy un apoyo del 50% a la idea del Brexit. Sin duda eso puede aumentar aún más hasta la celebración del referéndum, especialmente si los líderes euroescépticos se emplean a fondo en ridiculizar el “new deal” conseguido para el Reino Unido -firmado en la cumbre de la UE el pasado 19 de febrero-. Ciertamente, existen razones para apostar por una salida del Reino Unido de la UE. ¿Se las recuerdo? Una política de austeridad inspirada por Alemania y de exigida aplicación en todo el bloque. Los costes de los rescates a Grecia –y los que puedan venir-. La crisis de los refugiados. Una libra esterlina que está tan baja hoy como lo estuvo en los días más oscuros de la crisis financiera global –cuando toda la banca inglesa parecía que iba a desaparecer-. Un populismo político de un patriotismo trasnochado que también germina en el Reino Unido. Etc. Sí. Todas estas razones parecen contundentes. Pero en realidad no lo son. Solo son cosas obvias, y como tales, meras evidencias. Pero una evidencia no es razón o causa; por lo que no debemos caer en la tentación de apostar impulsivamente. Si uno observa (y escucha) con detenimiento, verá que existen aspectos que invitan a pensar que los votantes británicos finalmente respaldarán la continuidad del Reino Unido en la UE. Les expongo algunos.
1. Hasta hoy, Cameron y los líderes políticos de su partido (y de otros) no podían manifestar en público su apoyo por la permanencia. Al fin y al cabo, debían hacer creer que estaban dispuestos a contemplar la ruptura si la UE rechazaba las demandas del Reino Unido (bien jugado). En tales circunstancias, el monopolio de los discursos, los medios, las campañas y en definitiva, el monopolio de la atención pública, lo ha tenido en exclusiva el bloque del Brexit (salida). Y yo me pregunto. ¿A pesar de ese desequilibrio, solo han conseguido un respaldo del 50%? Pinta mal para ellos, ahora que “los otros” pueden empezar a hacer campaña por la permanencia.
2. El inteligente movimiento de Cameron, habiendo ofrecido la libertad de voto a sus ministros (levantando la disciplina de partido), ha resultado ser exactamente eso. Un movimiento muy inteligente. Pues en verdad la mayor parte de los líderes conservadores -con la excepción de Boris Johnson y Michael Gove- estarían ya dando soporte a Cameron en la idea de permanecer dentro de la UE bajo los nuevos acuerdos. Si es verdad que la libertad de voto hace del voto algo legítimo, la estrategia de Cameron ha cubierto con una pátina de legitimidad a su discurso -y el de sus ministros alineados-. Ciertamente una táctica algo mas soslayada a la que nos tienen acostumbrados los políticos de latitudes más meridionales.
3. Sin duda, los medios británicos seguirán de cerca este asunto hasta la fecha del referéndum. Según nos cuentan, Rupert Murdoch – cuyas empresas dominan el espectro mediático en el país- necesita la permanencia en la UE para consolidar sus negocios de televisión en Reino Unido, Alemania e Italia. Tal y como me describía una fuente ayer (de forma exquisita), la habilidad de un empresario está en ponerse del lado ganador, y teniendo en cuenta los intereses descritos, no es difícil imaginar por quién van a hacer campaña estos empresarios.
Si bien es cierto que existe un debate sobre los beneficios y los costes del Brexit, no es menos cierto que este debate no está teniendo lugar hoy, y probablemente no se dará hasta pocas semanas antes del referéndum. Es por ello que no debemos prestar mucha atención a las encuestas aún.
Debo admitir, no obstante, que la indefinición de las mismas seguirá inyectando nerviosismo en todos los activos británicos. Especialmente su divisa.
Acuerdos de asociación
Ya mirando mas a medio plazo –y a fin de inclinarme sobre la probabilidad de cada escenario-, observo por un lado a los que defienden la hipótesis de que sería más favorable para el Reino Unido una nueva relación económica con la UE “a la Noruega” o incluso “a la Suiza” (a través de la figura del Acuerdo de Asociación). Siendo honesto con ustedes, éste me parece un argumento muy poco sólido.
Estos acuerdos de asociación, firmados por Noruega y Suiza con la UE, incluyen cuatro condicionantes que no son negociables y que serán de exigido cumplimiento también para el Reino Unido, pues si se relajan en un caso, el resto pedirá también una revisión. Veamos. Según estos Acuerdos de Asociación: (1) Noruega y Suiza deben obedecer la regulación sobre los estándares comerciales vigentes en el mercado único de la UE, y no tendrán ningún derecho o voto en el diseño de tal regulación. (2) Noruega y Suiza deben trasponer todas las leyes relevantes de la UE en su legislación doméstica sin consulta a los votantes. (3) Los países asociados deben contribuir al presupuesto de la UE –entiendo que en menor medida que los países miembros-. (4) Los países asociados deben aceptar inmigración de la UE sin límites –no es de extrañar, pues, que Noruega y Suiza tengan hoy una proporción de inmigrantes de la UE mayor a la del Reino Unido-. El incumplimiento de estos requisitos por parte del Reino Unido (si decide salir de la UE y optar por un acuerdo de asociación) comportaría el bloqueo de los servicios de las empresas británicas en el mercado único. ¿Podría eso desembocar en muchas de estas entidades trasladando sus centrales fiscales a París, Fráncfort o Dublín, para poder operar en la UE? Seguro que esto les encantaría a estos gobiernos continentales. Con todo, no veo una ventaja clara de los acuerdos de asociación.
Por otro lado, están los que defienden que sería desfavorable para el Reino Unido optar por el Brexit, pues esto obligaría al Reino Unido a renegociar el acceso al mercado europeo único, mientras que los fabricantes de la Europa continental podrían seguir vendiendo en el Reino Unido bajo la normativa del la Organización Mundial del Comercio. Algo que debo acabar de contrastar. Fuentes consultadas nos explican que la especialización del Reino Unido en servicios hace de la permanencia en la UE algo crítico para el país, siendo, en cambio, indiferente para Alemania o Francia que Reino Unido sea, o no, miembro de la UE. Ayer me hicieron una pregunta sobre lo que podría pasar en este asunto. Respondí que necesitaba recabar mucha información y poner en orden todas las ideas. Aquí tienen el ejercicio. Les dije que no iba a ser simple. Tras la tarea, me inclino a pensar que no habrá Brexit. Aunque por supuesto, me puedo equivocar.
Columna de Álex Fusté, economista jefe de Andbank