El efecto que la incertidumbre comercial y las tensiones políticas han producido en los mercados resulta paradójico: han extendido el ciclo alcista de la renta variable en el tiempo, aunque no necesariamente en el precio. La confianza de los inversores ha mejorado y esto, en cierta medida, los ha llevado a corregir su posicionamiento cauteloso.
Fuentes estadounidenses y chinas confirman que se está avanzando en las negociaciones comerciales. La perspectiva de un acuerdo comercial parcial entre Pekín y Washington ha sido suficiente para que los factores endógenos hayan recuperado el primer plano y ello ha conducido los índices bursátiles a nuevos máximos. Si bien puede estar a punto de firmarse un acuerdo en la primera fase, aún se desconoce si se realizarán mayores avances. De algún modo la posición demasiado cautelosa de los inversores ha retrocedido un poco. A largo plazo, las tensiones entre China y los EE.UU. conducirán a un mundo bipolar, con un ciclo económico disociado entre ambos gigantes, así como ecosistemas tecnológicos separados.
Tras 20 años de objetivos de inflación fallidos, que nos han llevado a la aparición de burbujas financieras, los bancos centrales de los países desarrollados están empezando a revisar los fundamentos de sus políticas monetarias. Bruselas insiste en criterios presupuestarios estrictos y se niega con obstinación a invertir el superávit estructural de sus ahorros del sector privado. Por su parte, la Reserva Federal de EE.UU. ha llevado a cabo la esperada reducción de los tipos de interés, aunque parece tener poco interés en darle continuidad a esta tendencia.
Una de las consecuencias no deseadas de los tipos de interés nulos o negativos es el fomento de un boom del capital de riesgo. Pero este es un juego de escasez de capital, y no de abundancia. En muchos sentidos, el actual frenesí de las startups refleja la burbuja de las punto.com del periodo 1998-2000.
Dado que el coste de la renta variable se mantiene muy por encima del de la deuda, la renta variable pública en circulación (el número de acciones) se está reduciendo de forma implacable. Los dividendos y recompras de acciones del S&P 500 suman aproximadamente 1,4 billones de dólares. Se trata de un rendimiento en efectivo de más del 5%. Los bancos de gran capitalización de EE.UU. (según la definición de una capitalización de mercado superior a 50.000 millones de dólares) tienen, en la actualidad, un rendimiento medio en efectivo de un 12%. Uno de los grandes enfoques que han marcado nuestra estrategia de inversión ha sido el hecho de que los mercados de renta variable pública han pasado de ser un mecanismo de captación de efectivo a un mecanismo de devolución de efectivo.
Tribuna de Yves Bonzon, CIO de Julius Baer