La sincronización de la crisis sanitaria y la económica por el COVID-19 exacerbarán las debilidades sociales, fiscales, económicas e institucionales subyacentes en Estados Unidos (AA/Estabilidad).
A pesar de la significativa intervención de la Reserva Federal, incluido su compromiso de comprar cantidades ilimitadas de bonos del Tesoro y títulos respaldados por hipotecas, y el estímulo fiscal de 2 billones de dólares del Congreso, prevemos una profunda recesión de al menos -3,5% de crecimiento en 2020.
Esta previsión base no tiene en cuenta la posibilidad de que se produzca una crisis económica y financiera más profunda. Principalmente, estaría provocada por una grave escasez de liquidez e insolvencia de las empresas, debido a las prolongadas medidas de contención y la falta de acceso oportuno a vías de liquidez públicas o privadas.
El contexto actual vuelve a cuestionar la opinión tradicional de que los bonos del Tesoro de EE. UU. son activos libres de riesgos.
Desde hace tiempo en Scope mantenemos la calificación crediticia de Estados Unidos en AA, apoyado en nuestro análisis de que no se pueden desvincular completamente las debilidades fundamentales de su economía de la fortaleza crediticia sin parangón del país como emisor de la moneda de reserva mundial, el dólar estadounidense. Esto permite a EE.UU. gestionar los déficits fiscales y de cuenta corriente con una preocupación limitada por la sostenibilidad de la
Estados Unidos tienen cuatro debilidades crediticias fundamentales:
- La disminución del crecimiento potencial actual por debajo del 2% en comparación con el 3% anterior a la crisis financiera mundial
- Déficit fiscal persistente, agravado por las anteriores políticas fiscales pro-cíclicas del gobierno – prevemos un aumento del déficit a alrededor del 15% del PIB este año
- Pasivos contingentes importantes, en su mayoría relacionados con las obligaciones de programas de salud y costes médicos
- Polarización política que impide soluciones bipartidistas para hacer frente a los desafíos mencionados
- La crisis del COVID-19 exacerbará estas debilidades estructurales.
Disminución del potencial de crecimiento económico
En primer lugar, el crecimiento potencial del PIB se ha desacelerado considerablemente como consecuencia de la disminución de la productividad total de los factores y de la mano de obra, y se estima ahora en alrededor del 1,8% para 2020-29, aproximadamente la mitad del promedio de 1950-2005, según datos de la Oficina de Presupuesto del Congreso.
Por tanto, la crisis del COVID-19 probablemente golpeará con más fuerza a los segmentos más débiles de la sociedad y, por lo tanto, empeorará los resultados sociales más preocupantes de EE.UU., incluida su proporción persistentemente alta de la población que depende de los programas federales de nutrición, atención sanitaria, educación y vivienda. Otros resultados sociales que se están deteriorando son la erosión de la movilidad socioeconómica, los decepcionantes resultados de la educación superior, el estancamiento de los ingresos y el aumento de los niveles de desigualdad de ingresos y riqueza. Es probable que estas cuestiones interrelacionadas limiten la participación en la fuerza de trabajo, la formación de capital humano, el crecimiento de la productividad y la demanda agregada, lo que en última instancia reduce las perspectivas de crecimiento de Estados Unidos.
Estos factores, junto con el aumento histórico de las solicitudes iniciales de subsidio por desempleo comunicadas durante las dos últimas semanas, de casi 10 millones de personas, ponen de relieve la magnitud del desafío social y del mercado laboral de Estados Unidos. Además, subrayan nuestra previsión de que la tasa de desempleo supere el 10% este año. Es probable que las constantes pérdidas de ingresos de los hogares y las empresas también reduzcan aún más el potencial de crecimiento del país.
Ampliación del déficit fiscal, empeoramiento de la trayectoria de la deuda
En segundo lugar, la crisis del COVID-19 aumentará aún más los déficits fiscales y la deuda pública de Estados Unidos, una trayectoria que la Administración ya había acelerado debido a las anteriores políticas de gasto fuertemente procíclico y de recorte de impuestos. El paquete de apoyo económico de alrededor del 9% del PIB en respuesta a la crisis del COVID-19 aumentará el déficit a alrededor del 15% del PIB, lo que dará lugar a una relación general entre la deuda y el PIB de casi el 125% a finales de este año.
La combinación de elevados déficits fiscales y un menor crecimiento potencial impide una trayectoria descendente en la relación entre la deuda pública y el PIB, que en cambio esperamos que aumente por encima del 130% en los próximos años. Esto está notablemente por encima de los ratios de deuda esperados de Francia (AA/Estable), en torno al 110%, así como de Reino Unido (AA/Negativo), de algo menos del 100%, para finales de 2020.
Pasivo contingente de los programas de salud y de pensiones
En tercer lugar, los pasivos contingentes son un riesgo material para el balance del gobierno federal. Según el FMI, el valor actual neto de los déficits acumulados por los programas de pensiones y de salud es actualmente de alrededor del 200% del PIB, impulsado en su mayor parte por obligaciones relacionadas con el costo de los programes de salud de alrededor del 170% del PIB. Esta exposición contingente es la más alta entre las economías avanzadas, y significativamente superior a la del Reino Unido (61%) y Francia (42%).
La deuda de los gobiernos estatales y locales en alrededor de 3 billones de dólares a partir del cuarto trimestre de 2019 (14% del PIB) constituye un pasivo contingente adicional, que la crisis del Covid-19 pondrá de relieve.
Esperamos mayores transferencias federales a los estados y municipios para amortiguar el aumento de la demanda de desempleo y otros beneficios, así como para cubrir el fuerte aumento de los costes de atención médica. Si bien los costes de salud y las responsabilidades de los estados representan obligaciones morales no vinculantes legalmente, en última instancia podrían ser asumidas parcialmente por el gobierno federal, lo que pondría aún más presión en el balance estatal.
La polarización política impide soluciones políticas bipartidista
Un establishment político dividido y polarizado parece capaz de acordar sólo un mayor gasto gubernamental en lugar de abordar las debilidades estructurales del país mediante reformas bipartidistas.
Creemos que esto representa una debilidad fundamental en la capacidad institucional del país para hacer frente a sus desafíos económicos y fiscales a medio plazo, ya que la polarización da lugar a un proceso legislativo menos deliberativo, a la política de riesgo y a la incertidumbre política, que esperamos que va a persistir también después de las elecciones presidenciales de Estados Unidos del 3 de noviembre.
Columna de Scope escrita por Alvise Lennkh