La publicación de los test PISA, realizados por la OCDE, demuestra la importancia de la educación, vital para el futuro de los países. Estos test permiten una comparación de las habilidades y competencias de los estudiantes de entre 15 y 16 años en 64 economías distintas. El sudeste asiático, en particular China y Singapur, destaca claramente y ocupa la posición más alta en las tres competencias requeridas: matemáticas, ciencias y habilidades de lectura. Los países europeos, por su parte, se encuentran en su mayoría en la mitad del ranking. El análisis de estos resultados es relevante desde el punto de vista de la sostenibilidad, ya que se hace un balance del sistema educativo de un país y su capacidad para asegurar que su mano de obra futura de trabajo esté equilibrada.
Por otra parte, el sistema educativo en Europa continúa dependiendo principalmente de la financiación pública, teniendo en cuenta un ajuste presupuestario significativo. Además, varios países desarrollados podrían enfrentarse cada vez más a una falta de ingenieros, y retener a los profesionales cualificados será un reto cada vez mayor para las empresas y su competitividad.
La edición de PISA 2012 se concentró principalmente en test de matemáticas, que son predicciones de una trayectoria educativa a largo plazo y para el futuro nivel de vida de los estudiantes. En varios países europeos, los resultados son superiores a la media, e incluso han mejorado con respecto al 2003. No obstante, las divergencias entre diferentes regiones dentro de un país, entre los colegios, y la situación socioeconómica de los estudiantes son una cuestión clave, especialmente en Alemania, Bélgica, Francia, Italia y España.
Otras evoluciones son bastante preocupantes, en particular el rendimiento estable, aunque todavía inferior a la media de la OCDE, de España a pesar de un aumento presupuestario del 35% en los últimos 10 años. Este es también el caso de Francia, cuyo deterioro en estos últimos 10 años ha consistido esencialmente en una caída en el rendimiento global, como por ejemplo el hecho de que cada vez más estudiantes se enfrentan a dificultades. La correlación entre el entorno socioeconómico y el rendimiento sigue siendo muy fuerte y está creciendo aún más.
La degradación general del sistema educativo europeo, junto con una cierta reticencia hacia las nuevas tecnologías (tales como e-learning, los estudios “hechos a medida”, así como el aprendizaje digital, etc.) que tienen un impacto en los modelos tradicionales de aprendizaje es un verdadero desafío de nuestro tiempo. Por un lado, el sistema educativo está basado esencialmente en financiación pública en un contexto de restricción presupuestaria. Por otro lado, la falta de trabajadores altamente cualificados se traduce en una lucha para encontrar ingenieros u otros profesionales, que no dudan en desplazarse al extranjero a buscar otros trabajos más convincentes. Italia en particular, se enfrenta a una importante fuga de cerebros debido al malestar económico, que no es particularmente útil en la retención de los jóvenes con educación superior del país.
Las empresas también deben tener en cuenta la evolución de sus sistemas nacionales de educación con el fin de ser sostenibles. Necesitan atraer a los mejores trabajadores y retenerlos en los sectores altamente especializados o los que prosperan en la innovación. El ambiente de trabajo en general necesita ser evaluado para determinar si se fomenta la estabilidad, y sobre todo si se es capaz de retener los talentos de la compañía para mantener su sostenibilidad futura.
Estos desafíos están en el núcleo de nuestro modelo de sostenibilidad por países. De hecho, casi el 12% de la puntuación de sostenibilidad de un país está relacionada con el análisis de sus puntajes de PISA. No obstante, su impacto estimado en el ranking de los 34 países miembros de la OCDE sigue siendo limitado para nuestra estrategia sostenible de bonos de los países miembros. Los resultados de PISA se han traducido en una salida de Corea del Sur del universo elegible, mientras que ese país hace poco entró en este universo.
Cabe destacar que Finlandia ha visto su puntuación deteriorada. El país a menudo se ha mostrado como un ejemplo con respecto a su sistema educativo, sus resultados han estado muy por encima del promedio de la OCDE, mientras que su gasto en educación en función del PIB era menor. Aunque su rendimiento sigue siendo superior a la media, la tendencia es claramente a la baja en todos los indicadores de PISA. Este es un mensaje importante para este tipo de países, que están a menudo en la parte superior de la clasificación. Ya sea por coincidencia o no, la economía finlandesa también está mostrando signos de debilidad y fatiga.
El análisis de la sostenibilidad de los países hace que sea posible identificar claramente los riesgos de inversión y oportunidades gracias a un enfoque integral y fundamental que es independiente de los índices de mercado.
Ophélie Mortier es coordinadora de estrategias ISR en Petercam