Ideas como la Teoría Monetaria Moderna, que sostiene que los déficits no son importantes, están cada vez más presentes en el discurso político de Estados Unidos. Los inversores deberían considerar el impacto económico en el largo plazo de estas políticas.
¿Están los economistas experimentando sus quince minutos de fama? Durante mucho tiempo ridiculizada como una ciencia sombría, la profesión de economista está reviviendo su imagen. En la actualidad, los periódicos, los blogs y las transmisiones televisas presentan debates regulares sobre temas oscuros en materia de política monetaria y fiscal, temas que normalmente se discuten únicamente en foros académicos o relacionados con las políticas. La narrativa abarca distintas propuestas de políticas que incluyen gastos deficitarios, garantías laborales, Green Deal, garantías en las matrículas universitarias y Medicare para todos, todo enlazado en un tema similar.
El tema al que me estoy refiriendo es la Teoría Monetaria Moderna, MMT, para abreviar. Es una idea lo suficientemente popular como para haber sido planteada por los senadores durante el reciente testimonio del presidente de la Reserva Federal en el congreso estadounidense y ha entrado en el discurso de los candidatos presidenciales. Mientras no siempre se ha conocido por las siglas MMT, los temas que sustentan la idea son similares y merecen la atención de los inversores en caso de que el electorado se vuelva a enamorar de ellos.
Irónicamente, la MMT no es moderna en su origen ni monetaria en concepto. Se remonta a principios del siglo XX y está enraizada en el pensamiento económico estrechamente asociado con la política fiscal. En términos generales, la teoría MMT argumenta que la capacidad de una entidad soberana para imprimir su propia moneda alivia las presiones percibidas por unos saldos deudores más elevados. En pocas palabras, los déficits no importan en la medida que el gobierno soberano puede imprimir dinero para hacer frente a su deuda, los déficits solo importan en la medida en que una economía sobrecalentada crea inflación.
La teoría sostiene que el gasto público en déficit debe continuar hasta el punto en el que una economía haya alcanzado el pleno empleo. Las condiciones macro de la deuda soberana se equilibran en ese momento. Este equilibrio se mantiene eliminando dinero de la economía a través de impuestos para reducir el estímulo o creando dinero para el empleo para agregar al estímulo. La deuda soberana respalda la moneda incluso cuando hay un exceso de emisión, mientras que mantiene el poder de gravar impuestos en el caso de que la economía se sobrecaliente.
Sencillo y equilibrado, ¿verdad? Tal vez no
Nuestro papel como gestores de inversión de activos implica mirar más allá de las teorías económicas de aulas y retórica política simplista. La MMT parece no tener en cuenta muchos de los principios fundacionales de una política macroeconómica sólida que han ayudado a establecer a Estados Unidos como una súper potencia financiera y como un centro de crecimiento económico global. Algunos de estos principios son discutidos a continuación.
Los balances de la deuda son relevantes. La deuda no puede verse como un recurso ilimitado independientemente de si el prestatario es un gobierno soberano, una empresa o un individuo; el gasto deficitario requiere controles. Gran parte de la investigación y muchas teorías económicas bien fundamentadas han demostrado que una deuda excesiva lleva a la inestabilidad de la entidad emisora, independientemente de su habilidad para imprimir divisa. Las economías, al igual que las corporaciones, tienen puntos de quiebre. La estabilidad de la economía de Estados Unidos, por lo tanto, debe ser considerada y respetada por las autoridades responsables de las políticas.
- Hacer frente al servicio de la deuda es importante. La emisión de deuda tiene un coste, los balances de la deuda y de los pagos de intereses son una función uno de otro. El servicio de los saldos de la deuda existente ya consume una parte substancial del presupuesto federal, entorno al 7%. Las previsiones de la Oficina de Presupuestos del Congreso muestran que esto sólo está aumentando con el tiempo. También sabemos que las tasas de interés pueden subir rápidamente. Los costes de intereses incrementan con unos mayores balances de la deuda, potencialmente desplazando otras importantes iniciativas de gasto.
- El dólar estadounidense importa. La economía de Estados Unidos no es un sistema cerrado. El dólar estadounidense es la mayor divisa de reserva en el mercado global. El valor del dólar se establece diariamente por los participantes del mercado que evalúan la estabilidad económica, los diferenciales de las tasas de interés, la política fiscal y monetaria, y diversas características de la oferta y la demanda. El dólar es un componente importante de la economía global y la confianza en él es primordial para un comercio mundial sin problemas y una estabilidad económica. Las políticas fiscales que descuentan la posición del dólar y el riesgo de degradación de la moneda plantean unas consecuencias negativas significativas y probablemente no intencionadas para la economía global.
- El discurso civil importa. En esencia, la MMT asume que los responsables de la formulación de políticas fiscales pueden equilibrar la economía de los Estados Unidos controlando la oferta y la demanda monetaria, en ocasiones creando dinero en forma de estímulo, en otras ocasiones incrementando los impuestos para gobernar la inflación. Esto es bastante ingenuo. Este proceso fiscal no ha tenido como resultado un presupuesto equilibrado desde 1997 y ha llevado al cierre del gobierno en 22 ocasiones desde 1976; mientras tanto, el entorno político actual podría caracterizarse por como el más decisivo de nuestras vidas. Para que la MMT funcione, es necesaria una apariencia de razonabilidad y simpatía en el proceso político.
- La certeza importa. A los inversores y a los mercados no les gusta la incertidumbre. La certeza es importante, ya sea a la hora de considerar las empresas que utilizan el capital y toman decisiones de contratación o a los gestores de activos que toman las decisiones de inversión en el mercado. La variabilidad y vaguedad con respecto a la política fiscal cara a cara y la política regulatoria que atrae la confianza en el futuro. Los entornos políticos de esta naturaleza corren el riesgo de perturbar las condiciones macroeconómicas y los mercados públicos.
En resumen, lo importante es un reconocimiento de que las condiciones iniciales son importantes. No estamos empezando con una hoja de papel en blanco. Estados Unidos es una nación deudora y probablemente lo siga siendo en los próximos años. Los déficits fiscales y por cuenta corriente continuarán siendo financiados por contrapartes fuera del país. El dólar estadounidense sigue teniendo un papel crucial en las finanzas globales. Lo que puede aparecer como una retórica atractiva en un ciclo de elecciones debe también pasar el test de las “elecciones” diarias en el mercado global de capitales. En este contexto, saber cómo el mundo percibe a Estados Unidos es importante. Los tipos de interés, el saldo de la deuda y las valoraciones de la divisa son unos criterios clave para la sostenibilidad de la deuda y la estabilidad económica.
El diálogo de la MMT actual se basa en un debate más amplio sobre la desigualdad de ingresos y riqueza. En MFS estamos totalmente de acuerdo con aquellos que argumentan que está dinámica es un riesgo creciente para el mercado financiero global y que debe ser abordada a través de un debate político vibrante y desde una política fiscal sólida. Lamentablemente, ninguno de los dos caracteriza el entorno político y de políticas actual. Conforme la retórica política y el discurso envuelven la próxima temporada electoral, los inversores estarán bien atendidos para tener en cuenta el impacto económico a largo plazo de los posibles resultados políticos.
Tribuna de William J. Adams, director de inversiones de renta fija global en MFS Investment Management