Diez años después del comienzo de la crisis financiera, la economía global está mostrando signos de una recuperación sincronizada. Sin embargo, esta situación no se ha traducido ni en un aumento claro de los salarios ni de la inflación. Se ha hablado mucho sobre la muerte de la curva de Phillips. Puede que sea demasiado pronto para confirmar este mensaje. En efecto, la ausencia de evidencias no es la evidencia de la ausencia.
Al mismo tiempo, otros factores como la globalización, el cambio tecnológico, la digitalización, el envejecimiento de la población, el poder insuficiente de los sindicatos, las previsiones bajas de inflación y el débil crecimiento de la producción implican que la relación negativa es más débil de lo que era antes. En este contexto, los bancos centrales siguen centrados en alcanzar su objetivo de inflación del 2%. En cualquier caso, debemos recordar que la estabilidad de precios no garantiza la estabilidad financiera.
Actualmente, la volatilidad del mercado financiero es muy baja y, aunque proporciona comodidad a la economía para fortalecerse, también supone un incremento de las preocupaciones de los inversores. Como ya hemos visto muchas veces, la historia ha mostrado que la estabilidad tiende a generar inestabilidad a lo largo del tiempo.
En Europa, la economía continúa su avance, con todos los sectores recuperándose. Sin embargo, las tasas de desempleo todavía se encuentran por encima de los niveles anteriores a la crisis. En Estados Unidos, la confianza de los consumidores todavía es fuerte y la previsión para las inversiones está mejorando, de acuerdo con los datos que presentan varios indicadores adelantados. En este contexto, la Reserva Federal subirá los tipos de interés entre tres y cuatro veces a lo largo de 2018, más de lo que están reflejando actualmente los mercados financieros.
La economía japonesa sigue avanzando con paso firme y los indicadores de confianza de consumidores y empresas son positivos, demostrando que el PIB se está expandiendo a un ritmo excelente. Por el contrario, los datos de inflación siguen siendo débiles, al igual que las previsiones de inflación de los hogares.
El mercado laboral cada vez es más ajustado, ya que las tasas de desempleo se encuentran en mínimos de 25 años. Los estudios también revelan una falta de mano de obra cualificada y una alta proporción de primeros empleos respecto a los solicitantes. La inflación básica ha aumentado un poco, pero el Banco de Japón está buscando más pruebas de un aumento en la presión de precios antes de alterar su política de control de la curva de rendimiento.
En los mercados emergentes, la actividad económica se mantiene en buena forma. La inflación de los mercados emergentes igualó a mediados de 2017 su nivel mínimo en ocho años, pero no es probable que esta tendencia continúe este año. Por ello, los ciclos de flexibilización de la política monetaria que hemos visto en muchos países emergentes tienen que llegar a su fin.