Gobiernos de todo el mundo, incluyendo países emergentes, han estado compitiendo en asegurarse costes de endeudamiento históricamente bajos a plazos cada vez mayores. Es el nuevo desafío para los inversores en deuda, que en el caso de mercados emergentes, se suma a factores como ciclos políticos, económicos y de materias primas.
Efectivamente, en 2015, 17% de la deuda en moneda fuerte de mercados emergentes tenía vencimiento en 20 años o más, 27% a principios de 2021. Incluso en deuda en moneda local de emergentes, que tiende a vencimientos menores, las emisiones a cinco años o más aumentaron entre 11% y 58%. Por ejemplo, México y Argentina han colocado bonos de cien años.
Cambio climático y desarrollo social, factores de solvencia
A esto se añade el impacto del cambio climático y el desarrollo social, también factores de la solvencia crediticia de los gobiernos. Hay que tener en cuenta que las economías de mercados emergentes representan la mitad de la producción mundial y tienen un papel significativo en el cumplimiento de los objetivos mundiales de emisiones de gases de efecto invernadero. De hecho, el cambio climático ya está teniendo impacto en las calificaciones crediticias de los países en desarrollo.
En concreto, limitar el calentamiento global requiere uno a dos billones adicionales de dólares al año, esto es, 1% a 1,5% del PIB mundial, según la Comisión de Transiciones Energéticas. La mitad de la financiación tendrá que ser soportada por economías emergentes, pues para finales de siglo un calentamiento de 4,3 °C por encima de niveles preindustriales, reduciría la producción económica per cápita en países como Brasil e India en más del 60 %, según Smith School de la Universidad de Oxford patrocinada por Pictet.
Limitar el calentamiento a 1,6 °C reduciría drásticamente el impacto, pero los países tropicales se verían muy afectados por patrones de sequía y lluvia y en China las grandes conurbaciones costeras están sujetas a riesgo de aumento del nivel del mar. Sin embargo los de latitudes altas, como Rusia, serían ganadores relativos a medida que los puertos bloqueados por el hielo y territorios quedasen abiertos a industrias extractivas y agricultura.
Bonos ESG, vencimientos mayores
De hecho, los inversores con apetito por bonos destinados a proyectos ambientales, clima y, de manera general, ambiental, social y de gobernanza (ESG), han reconocido la importancia de una visión a largo plazo, pues estos bonos tienen vencimientos mayores.
El 46% de los bonos ESG de emergentes en moneda local en circulación, por valor de 36.800 millones de dólares, vencen en más de diez años, 41% en el caso de bonos ASG en moneda fuerte.
Impacto equivalente a los bonos Brady de la década de 1980
Por tanto, los inversores no deben simplemente asignar pasivamente en función de ponderaciones en índices o ser puramente reactivos a decisiones políticas. Más allá de calificaciones crediticias o ponderaciones de índices, es necesario analizar que los ingresos se utilicen según lo previsto.
Aunque la dinámica climática está sujeta a cambio tecnológico y evolución del pensamiento político, siendo un problema complejo, no es insuperable. De hecho los gobiernos, para emitir estos bonos, tienen que publicar marcos de sostenibilidad con detalle, lo que ayuda a mitigar riesgos políticos. Así que, con una mejor divulgación y estandarización de etiquetas, los bonos verdes pueden tener un impacto equivalente a los bonos Brady de la década de 1980.
Por nuestra parte tenemos en cuenta factores ambientales, como calidad del aire, exposición al cambio climático, deforestación y estrés hídrico. Las dimensiones sociales incluyen: educación, salud, esperanza de vida y ciencia. La gobernanza abarca corrupción, proceso electoral, estabilidad del gobierno, independencia judicial y derecho a la privacidad. Los agregamos en uno de los seis pilares del índice de riesgo país.
Influir en que los responsables políticos
Eso sí, hay falta de datos consistentes y transparentes para muchos países emergentes y la puntuación ESG no es suficiente. Hay que tratar de influir en que los responsables políticos defiendan iniciativas sostenibles de cambio a largo plazo en su país, teniendo en cuenta que los países emergentes se enfrentan a mayores altos costes iniciales, como el cierre de minas de carbón. Es fundamental reconocer lo alcanzable y su dirección. Una solución es sopesar criterios ASG con PIB per cápita. Con ello, Angola tiene mejor perspectiva que los Estados del Consejo de Cooperación del Golfo. En cualquier caso, es probable que los países con políticas bien estructuradas vean mejorar sus calificaciones crediticias, atrayendo fondos en un ciclo virtuoso para programas de inversión verde.
Por eso hay que ayudar a los gobiernos, por ejemplo, explicando cómo la electricidad eólica o solar puede resultar más barata a largo plazo si se financia con bonos verdes que carbón extraído de una mina con deuda convencional de mayor coste, cómo las inversiones en combustibles fósiles, activos contaminantes, pueden quedar sin valor o que no invertir suficiente en educación no aprovecha el capital humano y deprime la producción nacional. La correspondiente metodología antes de las últimas elecciones en Argentina ya nos permitió recortar posiciones en el país.
Tribuna de Mary-Therese Barton, directora de deuda de mercados emergentes de Pictet AM.