Esperamos que 2024 sea un buen año para invertir. Empecemos con esta conclusión simple pero positiva, ya que muchos participantes en el mercado no tendrán dificultad en enumerar una docena de razones para no ser optimistas. Pero nuestro escenario central es cautelosamente optimista.
Estimamos que el crecimiento económico mundial se ralentizará en la primera mitad del año, que debería ir seguida de un leve repunte en la segunda mitad. Para Estados Unidos y Europa, esto significaría un crecimiento anual de casi el 1%, y de casi el 5% para China.
Nuestras previsiones de inflación son casi más importantes. Vemos que las tasas de inflación a ambos lados del Atlántico caerán por debajo del 3% a finales de 2024. Esto significa que al menos se acercan a la zona de confort de los bancos centrales, lo que probablemente les permitirá bajar las tasas de interés. Esperamos tres recortes de tasas tanto en Estados Unidos como en la eurozona a partir de mediados de año.
En consecuencia, creemos que hemos visto el punto álgido de los rendimientos de los bonos. Después de tres años de debilidad, esperamos que los inversores en renta fija tengan por fin otro año positivo, con los generosos rendimientos actuales ofreciendo incluso una cierta amortiguación del riesgo.
Desde el punto de vista de los inversores en renta variable, la combinación de un crecimiento económico lento y unas tasas de interés generalmente altas es menos ventajosa. Pero, tras dos años de estancamiento, esperamos que las empresas vuelvan a registrar un crecimiento de los beneficios de medio dígito, y vemos un potencial de precios positivo en los mercados bursátiles.
Además de participar en los beneficios de la innovación, la renta variable sigue siendo capaz de responder bien a nuevos brotes de inflación. Nuestra visión positiva de los mercados de capitales para el próximo año se completa con buenas perspectivas, en nuestra opinión, para el oro.
Sin embargo, si las perspectivas terminaran aquí, se nos podría acusar, con razón, de desequilibradas. El escenario esbozado más arriba es nuestra perspectiva principal y se basa en supuestos claros. Los más importantes son:
1. Incluso después de los recortes de las tasas de interés, se espera que la política monetaria siga siendo restrictiva para el crecimiento y la inflación; debería volverse menos restrictiva en 2024, pero no acomodaticia. Por lo tanto, no esperamos que la inflación se dispare de nuevo, pero admitimos que no todo puede seguir el camino habitual en este ciclo inusual.
2. Los bancos centrales deben orientar correctamente a los inversores para que su labor no se vea contrarrestada por rápidas caídas de los rendimientos de los bonos.
3. Dada la fortaleza de los mercados laborales y la plena utilización de la capacidad, no esperamos una recesión en toda regla. Al mismo tiempo, debemos reconocer que existe el riesgo de que aún no hayamos visto todas las víctimas financieras de la rápida subida de las tasas de interés, y podrían seguir produciéndose accidentes.
4. Existe el riesgo de que la deuda récord de Estados Unidos, unida a otro año de elevados déficits gemelos y las consiguientes elevadas necesidades de refinanciación, lleve a los inversores a exigir una prima de riesgo más elevada para los bonos del Tesoro estadounidense a más largo plazo.
5. Otra fuente de imprevisibilidad es el gran número de focos geopolíticos e importantes elecciones que se avecinan el próximo año.
Como vemos muchos riesgos, seguimos manteniendo una amplia diversificación de las inversiones. Apenas tenemos preferencias regionales en renta variable, y vemos diferentes puntos fuertes en las distintas regiones: avances en la reestructuración en Japón; valores cíclicos y de pequeña capitalización favorablemente valorados en Europa; y los grandes ganadores del cambio tecnológico en Estados Unidos.
En renta fija, en cambio, favorecemos la deuda pública a medio plazo y los bonos corporativos de mayor rendimiento, con preferencia geográfica en ambos casos por Europa. También nos gustan los bonos de mercados emergentes.
Por último, pero no por ello menos importante, en nuestras perspectivas nos gusta añadir oro e inversiones alternativas: infraestructuras que se benefician de programas gubernamentales o contratos indexados a la inflación, o determinados inmuebles residenciales y logísticos.
En general, como mencionábamos al principio, esperamos un buen año de inversión, con volatilidad en la renta variable pero rendimientos adecuados, y menos fluctuaciones en la renta fija.
Tribuna de opinión de Björn Jesch, Global Chief Investment Officer de DWS.
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