En los últimos seis meses el precio del petróleo ha caído drásticamente. Esto se ha atribuido a varias causas: a las actividades de fracturación hidráulica (fracking) en Estados Unidos —responsables de un incremento en la oferta de energía generada a partir de hidrocarburos—, a la caída en la demanda provocada por las preocupaciones sobre una ralentización de la economía china, al cambio estructural hacia una mayor eficiencia energética, motivado por el aumento de los precios del petróleo, y a la oposición de Arabia Saudí en el marco de la OPEP a recortar la producción para mantener los precios. Independientemente de la causa subyacente, los bajos precios del petróleo tienen consecuencias para el mercado de deuda de high yield, especialmente en Estados Unidos, donde alrededor del 18% de estas emisiones en 2014 se registró en el sector energético.
El posicionamiento del fondo en el sector energético
A finales de 2014, revisamos el posicionamiento del Henderson Horizon Global High Yield Bond Fund en deuda de alto rendimiento del sector energético y evaluamos la solvencia de nuestras posiciones basándonos en un precio por barril de WTI a largo plazo de 60 USD. Tras dicho análisis, liquidamos cuatro posiciones en empresas energéticas: Sandridge Energy, Energy XXI, Tervita y California Resources Corp (Calres). En relación con las tres primeras, nuestras previsiones apuntaban a posibles supuestos de impago a finales de 2015/principios de 2016 y, por tanto, a un mayor riesgo de caída. Decidimos salir de Calres a pesar de su reducida estructura de costes y de su posición de tesorería puesto que la compañía carece de cobertura y es probable que sus resultados sean volátiles a medio plazo.
No obstante, es importante no descartar al sector en su conjunto. Habrá numerosas empresas capaces de tolerar la volatilidad en los precios del petróleo y el gas y la prima de riesgo reflejada en sus rentabilidades puede suponer una oportunidad interesante. Por este motivo, revisamos algunas firmas de mayor calidad que se encontraban mejor posicionadas para soportar un contexto de precios bajos gracias a un perfil de costes reducido, un balance sólido, una posición de tesorería considerable y buenas reservas de capital. Así pues, incorporamos Chesapeake Energy y Hilcorp Energy a la cartera, dos empresas que habían registrado ventas masivas pero que también brindaban cobertura frente a caídas. A 20 de febrero de 2015, el diferencial yield to worst de estos dos bonos era del 5,0% y del 5,8% respectivamente y sus rentabilidades cayeron (por lo que sus precios subieron) desde que efectuamos las compras.
Las empresas de servicios petroleros, en apuros
Tener un nivel de endeudamiento muy elevado podría impedir dar salida a determinada capacidad de producción, puesto que las productoras operan con el objetivo de obtener cada céntimo que esté a su alcance, en espera de que se produzca un repunte. No obstante, mientras tanto tratarán de presionar los costes a la baja. Al igual que los supermercados exprimen a sus proveedores, prevemos que las compañías de exploración y producción petrolera, en su intento por recortar costes, apuren al máximo los márgenes de las empresas de servicios petroleros. Los precios diarios por yacimientos ya están bajando y muchas productoras están anunciando grandes recortes en su inversión en inmovilizado para conservar su flujo de caja libre. En previsión de un contexto complicado a corto plazo para este segmento, actualmente no mantenemos deuda de empresas de servicios petroleros o de equipos para yacimientos petrolíferos.
Similitudes con 1986
La caída del precio del petróleo está contribuyendo al descenso de la inflación que, a su vez, está provocando unas rentabilidades inferiores. Algunos expertos interpretan este hecho como una señal de debilidad del estado de la economía mundial. No obstante, una caída drástica del precio del petróleo no tiene por qué presagiar una recesión, tal y como sucedió en 1986. Morgan Stanley, el banco de inversión, comparte este punto de vista y señala las numerosas similitudes entre 1986 y el momento actual: en un principio, los diferenciales de la deuda corporativa estadounidense se ampliaron, las rentabilidades de la deuda pública cayeron y la curva de rentabilidades se aplanó, pero en los años siguientes la economía registró un comportamiento razonablemente positivo. La trayectoria del precio del petróleo en 1986 va en sintonía con las fluctuaciones observadas en la actualidad. Si el precio del petróleo sigue un patrón similar, podría nivelarse en las cotas actuales. Los mercados de renta variable se revalorizaron durante algunos años más después de 1986 y un mercado bursátil sólido suele ser favorable para el mercado de bonos de alto rendimiento en general en términos de confianza de los inversores, potencial de fusiones y adquisiciones así como posibles OPV.
Repercusión en el resto de la cartera
La caída del precio del crudo es una buena noticia para el crecimiento mundial, ya que debería actuar como una bajada de impuestos para los consumidores, derivando así en una transferencia de la riqueza desde los países exportadores de petróleo a aquellos con una marcada tendencia al consumo. Concretamente, Estados Unidos y Europa deberían resultar claramente beneficiados. El petróleo es un componente fundamental de muchos productos y su caída, sumada a la de los costes del transporte y la energía, tiene importantes efectos positivos que se trasladan a la economía en general. Los diferenciales de los bonos de alto rendimiento, no obstante, aumentaron aún más en respuesta a las preocupaciones sobre el sector energético y, en nuestra opinión, esto ha creado mayor valor en este mercado.
Mejora del panorama de flujos de inversión
El aumento de los diferenciales de los bonos de alto rendimiento se produce en un momento en el que la deuda pública core parece estar anclándose en niveles más bajos como consecuencia del efecto conjunto de la caída de la inflación y la compra de bonos públicos por parte del BCE en el marco de su política monetaria. A diferencia de los mercados de bonos Investment Grade, puede que el mercado de deuda de alto rendimiento no se beneficie tan directamente del efecto «de exclusión» del programa de relajación cuantitativa del BCE, aunque el efecto secundario sí podría resultar significativo. Los primeros en beneficiarse serán los bonos con calificación BB (un nivel al que a las instituciones les resulta más fácil bajar) aunque, en última instancia, dicho efecto positivo podría trasladarse a los precios de los activos con calificaciones B/CCC. En vista de que los flujos de inversión en los fondos están empezando a repuntar, la mejora de la rentabilidad y los diferenciales en la deuda de alto rendimiento nos parece cada vez más interesante en una coyuntura de rentabilidades bajas o negativas en la deuda pública. Ya en las últimas semanas hemos asistido a un cambio de signo en los flujos de inversión en los bonos de alto rendimiento estadounidenses y europeos, que ahora se mueven en terreno positivo.
El riesgo de acontecimientos adversos (event risk) de Petrobras
Petrobras, el gigante brasileño dedicado al segmento del petróleo y el gas, ha sido objeto de una investigación por corrupción aún en curso que, junto con el desplome del precio del crudo, ha minado la confianza en la firma y ha generado inquietudes sobre sus prácticas contables. A principios de febrero de 2015, la empresa vio reducida su calificación crediticia a un escalón por encima de Investment Grade por parte de las agencias de calificación Moody’s y Fitch. La calificación crediticia de una empresa a efectos de ponderación en un índice refleja la opinión mayoritaria de las tres grandes agencias de calificación. Con una deuda pendiente que ronda los 50.000 millones de dólares, una rebaja de su calificación por debajo de Investment Grade podría hacer que el mercado se viera inundado de bonos high yield del sector energético, puesto que los inversores que no puedan mantener bonos sin grado de inversión se verán obligados a vender. Una razón más para priorizar títulos de alto rendimiento de mayor calidad en el marco del sector energético.
Kevin Loome es responsable de deuda corporativa estadounidense y portfolio manager del Henderson Horizon Global High Yield Bond Fund.