Tras un año de turbulencias sin precedentes, en el que la inflación alcanzó niveles nunca vistos en décadas, los bancos centrales subieron los tipos de interés a un ritmo vertiginoso y una guerra devastadora en Europa agravó una crisis energética ya de por sí nefasta y, sobre todo, provocó un sufrimiento humano inimaginable en Ucrania. 2022 fue un año para olvidar entre los inversores, en el que tanto la renta variable como la renta fija fueron vapuleadas.
Algo que hacía tiempo no veíamos en los mercados financieros fue que el estilo value superó con creces a otro tipo de activos. ¿Que impulsó el estilo valor y por qué puede seguir siendo rentable en 2023?
El value comenzó el año 2022 con unos niveles de dispersión de las valoraciones comparables a los de la burbuja de las puntocom, lo que creó una oportunidad para que los activos value obtuvieran mejores resultados. Pero que exista una oportunidad no significa que vaya a materializarse. En este caso, el detonante para que estos activos empezaran a obtener mejores resultados fue la subida de los tipos de interés.
No siempre se da el caso de que el rendimiento del estilo value muestre una correlación tan alta con el movimiento de los tipos de interés, pero así fue en 2022. La subida de la inflación y de los tipos provocó un cambio de actitud en los mercados públicos y privados. Se estableció un renovado enfoque en la valoración y desapareció la preferencia por crecer a toda costa. La guerra de Ucrania intensificó la crisis energética que había permanecido en un segundo plano, lo que añadió aún más presiones inflacionistas a lo largo del año.
Junto con un cambio en la preferencia de los inversores, los activos value sorprendieron más positivamente en cuanto a beneficios que sus contrapartes más caros a lo largo de 2022. Este sólido telón de fondo generó un rendimiento excepcional para el estilo value, especialmente en EE.UU. En los mercados estadounidenses, los valores energéticos obtuvieron rentabilidades estelares y los valores de crecimiento más caros registraron los mayores descensos. A finales de 2022, también vimos el fin de la era del «dinero gratis». En consecuencia, el año estuvo claramente marcado por movimientos extremos de los mercados.
A medida que nos adentramos en 2023, la situación es diferente, aunque todavía existen varios vientos de cola para el estilo valor. La dispersión de las valoraciones entre los activos value y los activos caros sigue estando en niveles muy elevados, lo que significa que todavía existe la oportunidad de que el valor obtenga buenos resultados. Para resaltar esta atractiva valoración, la calidad subyacente de la cesta value sigue estando en buena forma, ya que los márgenes operativos y el perfil de deuda son ligeramente mejores que antes.
El entorno macroeconómico también es diferente al de 2022. Estamos mucho más adentrados en el ciclo de subidas de tipos de interés de los bancos centrales, pero con unas perspectivas económicas más turbias. Aunque adoptando una visión probabilística, el consenso aumentó su previsión de que pueda evitarse una recesión incluso en Europa. La reapertura china podría cambiar estas probabilidades en cualquier dirección: podría traer consigo un crecimiento positivo, pero también impulsar la demanda de energía, lo que podría hacer subir sus precios.
Puede que el momento del aforismo «una marea alta levanta todos los barcos» del value haya pasado, pero aún existen amplias oportunidades en un universo de valor. Con unas perspectivas económicas más inciertas y unas condiciones financieras más restrictivas, será más importante que nunca seleccionar cuidadosamente los valores value y evitar los que podrían ser «trampas de valor». Una sólida disciplina de valoración debe complementarse con una visión de la calidad subyacente de las empresas, poniendo el foco en el perfil de deuda y los márgenes.
Columna de Arne Kerst, gestor de fondos de DPAM
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