A medida que las economías han comenzado a reabrirse, en DPAM seguimos siendo escépticos en cuanto a la rapidez con la que se reavivará el espíritu animal entre los consumidores y las empresas. Con los informes del primer trimestre acercándose a su fin, nos gustaría compartir algunas tendencias interesantes a nivel de compañías y subsectores.
Un punto de interés notable es el importante rendimiento del Nasdaq Composite frente a la mayoría de los índices globales. Como siempre, cuando la tecnología funciona bien, los inversores (minoristas) tienen vértigo, porque esta «seguramente sea otra burbuja tecnológica». Sin embargo, necesitamos considerar cuidadosamente una tendencia subyacente crucial para obtener una imagen más clara del rendimiento actual.
La transformación digital de la economía mundial ha estado en marcha durante muchos años en muchos frentes. Las empresas están adoptando cada vez más el software como una forma de mejorar la productividad, crear una ventaja competitiva o ahorrar costes. Mientras, los consumidores están adoptando la tecnología a una velocidad nunca vista hasta ahora, que va desde un mayor uso del comercio electrónico hasta soluciones digitales en los pagos y la atención sanitaria. Todo ello, a su vez, requiere una mayor, mejor y más rápida capacidad de red y en la nube. El COVID-19 ha sacudido el mundo de forma radical, y las empresas establecidas deben reconocer que el cambio es necesario para sobrevivir.
Las empresas que se adelantaron en su camino digital ahora están tomando el control de la cuota de mercado (como Nike frente a Adidas) y se muestran dispuestas a acelerar aún más sus inversiones digitales para mantener su racha ganadora. Sin embargo, otras se ven obligadas a emprender ahora una masiva actualización digital para mantenerse a flote. Una encuesta de Fortune a varios CEOs refleja que solo un 6% ralentizarían su proceso de transformación digital debido al COVID-19. Mientras, el 63% dijo que la aceleraría. De hecho, la digitalización de la economía global se ha acelerado notablemente.
Tal y como declaró el CEO de PayPal durante la última conferencia de la compañía: «Cuando miremos hacia atrás, veremos este momento como un punto de inflexión, en el que los pagos digitales tanto online como offline se convirtieron en un elemento esencial de nuestras vidas». Esto explica por qué hemos visto un aumento significativo en el precio de las acciones de muchas compañías de software e Internet.
Hasta cierto punto, creemos que también se debe al comportamiento racional de los inversores. En tiempos de gran volatilidad e incertidumbre, prefieren refugiarse en empresas que se beneficien de estas tendencias y que ofrezcan buena visibilidad. Además, mientras los inversores no estén seguros de la forma de la recuperación o de la posibilidad de otra gran ola, es poco probable que cambien de estrategia en un futuro próximo. La previsible continuación del entorno de tipos bajos confirma esta perspectiva.
Si excluyésemos a EE.UU., la capitalización de mercado del Nasdaq está ahora cerca de la capitalización total del mercado de valores mundial. Su fuerza también se ha visto impulsada por el sector de la biotecnología, que ha alcanzado máximos históricos gracias a un repunte en la innovación impulsado por un número cada vez mayor de aprobaciones de medicamentos por parte de la FDA (por ejemplo, en oncología para Seatlle Genetics e Incyte).
Además, las terapias celulares y genéticas son cada vez más prometedoras y podrían ofrecer una solución a la pandemia. Actualmente, Moderna es uno de los líderes en este sentido. El sector de la biotecnología también ha demostrado ser seguro en crisis pasadas, ya que los índices de biotecnología (BTK y NBI) disminuyeron solo un 1% durante las tres últimas recesiones económicas.
Hay mucho movimiento en torno a las conocidas acciones FANG (Facebook, Amazon, Netflix y Google), pero los mineros de oro (BANG: Barrick, Agnico Eagle, Newmont y Goldcorp) también han logrado rendimientos positivos decentes en lo que va de año. Los inversores están cada vez más interesados en el oro y, a medida que los bancos centrales degradan sus monedas, permanece como un depósito de valor sin riesgo de contrapartida. Por lo tanto, imaginamos que esta tendencia continuará, ya que no esperamos una escalada en las políticas de QE en el futuro cercano.
Por último, hemos sido testigos de un cierre a gran escala de las plantas cárnicas de EE.UU. Su alta densidad de mano de obra constituye un riesgo significativo para la salud durante la pandemia. Esto ha llevado a una mayor voluntad de invertir en tecnologías de automatización. Se ha convertido en una cuestión de supervivencia, ya que el actual régimen de trabajo de las empresas de envasado de carne hace tiempo que superó su fecha de caducidad. Por ello, una vez más, las compañías con tecnologías innovadoras (por ejemplo, visión 3D) saldrán ganando.
Las masivas inyecciones de liquidez y las políticas de apoyo fiscal han evitado una crisis de solvencia total. Al mismo tiempo, han creado una dicotomía entre la realidad económica y el comportamiento del mercado de valores, algo que rara vez hemos visto antes. No ignoramos los méritos del mecanismo de descuento de los mercados bursátiles, pero nos adelantamos, en parte impulsados por los flujos masivos en el sector retail. Las empresas irán a la quiebra, los consumidores aumentarán sus ahorros y se necesitará más de un par de trimestres para tener una vacuna eficaz y ampliamente disponible. En este entorno, no todo es pesimismo: todavía hay muchas oportunidades de inversión para el gestor activo.
Tribuna de Alexander Roose, responsable de renta variable internacional de DPAM