La mayoría de las personas es consciente de las bondades de una vida activa y una dieta saludable. Hay que tener en cuenta que hace cien años realizábamos más trabajo físico en el curso de la vida diaria y nuestra alimentación era menos rica y más equilibrada.
Ahora, muchos vivimos en ciudades o barrios periféricos y pasamos más tiempo sentados y en el coche. No realizamos suficiente actividad física ni dedicamos tiempo a preparar comidas con alimentos frescos. Incluso tomamos atajos para comer. El caso es que, además de comer bien y estar activos, el estilo de vida tiene impacto directo en que estemos más sanos.
De hecho, según la agencia Centers for Disease Control and Prevention, hasta 40% de los fallecimientos anuales en EE.UU. por las cinco principales causas son prevenibles. Por ejemplo, la obesidad sigue al tabaquismo como causa más prevenible de muertes. En el caso del cáncer, nuestro diseño genético personal desempeña un papel, pero, con bastante frecuencia, también nuestra conducta.
De manera que, como inversión, es importante considerar la sanidad de forma holística. En cuanto a higiene, la pandemia nos recordó lo básico: lavarse las manos y mantener limpias las superficies en casa y la oficina. Pero hay mucho margen de mejora en países emergentes.
Respecto a alimentación saludable, podemos considerar empresas de alimentación e ingredientes, que sustituyen los elevados contenidos de azúcar y sal o alargan la vida del producto mediante soluciones naturales de manera que el contenido nutritivo permanezca más tiempo.
Por su parte, el diagnóstico temprano abre una dimensión totalmente diferente de oportunidades. Actualmente, con un diagnóstico prediabetes un enfermo puede introducir cambios en su estilo de vida para evitar esta enfermedad, haciendo que sea reversible. Lo mismo puede decirse de la hipertensión. Incluso hay marcadores de ADN que indican si hay un riesgo elevado de cáncer de mama, permitiendo medidas proactivas.
Ahora bien, la prevención no elimina la necesidad de asistencia sanitaria. En muchos casos harán falta generaciones para que se produzca un impacto real. Pensemos en la obesidad, en el aumento entre generaciones más jóvenes de todo el mundo. Además, hay enfermedades enteramente genéticas o cuyas causas subyacentes no se comprenden del todo como, por ejemplo, el alzhéimer. Pero la prevención puede ser el salvavidas de los sistemas de salud, que la pandemia reveló ya desbordados de pacientes con enfermedades crónicas. Por su parte, las compañías de seguros ya están ofreciendo incentivos a sus asegurados para que adopten estilos de vida sanos y activos.
Además, al autocuidado se añaden los accesorios inteligentes, que podemos llevar para medir y fomentar la actividad, gimnasios y equipos de entrenamiento y colchones inteligentes que contribuyen a hábitos más sanos y a mejorar la calidad del sueño.
De hecho, el componente más ignorado de un estilo de vida saludable es dormir bien, en cantidad y calidad, pues tiene una enorme repercusión en el estado de salud. La falta de sueño puede repercutir en la obesidad, crear trastornos del estado de ánimo y reducir la esperanza de vida. Según algunos estudios, dormir menos de cinco horas al día aumenta el riesgo de mortalidad alrededor de un 15%. Afortunadamente, a medida que aumenta la sensibilización al respecto, se produce la innovación. Ya hay colchones tecnológicamente avanzados y otros productos de consumo que permiten controlar la calidad del sueño y que promueven mejores hábitos al respecto.
Tribuna de Grégoire Biollaz, gestor de Pictet Health en Pictet.