El crudo ha caído ahora por debajo de los 28 dólares por barril. No hace tantos meses, nadie podría haber predicho –o incluso imaginado– que, tras tocar los 120 dólares podría caer tan abajo y tan rápido. Y que pese a esta profunda caída en el precio del petróleo, el dólar seguiría subiendo y el comercio mundial se desacelere.
Todavía mantengo la opinión de que un petróleo barato significa más gasto y crecimiento. Pero eso no está ocurriendo todavía.
Estos son los cinco pilares de mi visión sobre los mercados en este contexto:
- La mayoría de las economías del mundo parecen estar haciéndolo un poco mejor. Varios de los países de la periferia de la eurozona han dado señales de cambio de tendencia. Y en Estados Unidos, no hemos visto los excesos que normalmente se asocian con el riesgo de recesión.
- Si nos fijamos en la historia, no se han producido recesiones porque las materias primas sean baratas, por lo general es a la inversa. Muchos de los consumidores y, en última instancia los productores del mundo, podrían beneficiarse de los bajos costes de la energía.
- Esta no es lamisma situación que en 2008, cuando estábamos al borde de la crisis financiera mundial. El sistema bancario mundial está expuesto al petróleo y China, pero ni de lejos en las proporciones en las que lo estaba entonces con la deuda hipotecaria de alto riesgo de Estados Unidos.
- Creo que finalmente desaparecerá la niebla del ciclo económico. Sin embargo, hasta que tengamos más datos que indiquen si la desaceleración en la industria manufacturera, la debilidad de las exportaciones y el paso tambaleante de las ganancias persistirán, el miedo puede gobernar los mercados de activos de mayor riesgo.
- En este entorno inestable, con tantas incógnitas, se corre el riesgo de entrar en los mercados mundiales de renta variable demasiado pronto. Un inversor con dinero debería considerar una combinación de los activos más conservadores para capear esta tormenta.
James Swanson es estratega jefe de MFS Investment Management.