2016 comenzó con un crecimiento anémico impulsado principalmente por varias razones: el descenso del precio del petróleo, la devaluación continuada del yuan y los temores sobre una posible recesión en Estados Unidos. Esta tendencia bajista continúa, y por ello, en Schroders nos mostramos prudentes acerca del crecimiento global. De este modo, hemos reducido nuestras previsiones de crecimiento global al 2,4%, desde el 2,6% anterior. Las previsiones para Europa son del 1,4% desde el 1,5% y en Estados Unidos del 2,4% la hemos reducido al 2,1%. Para los mercados emergentes nuestras estimaciones se han reducido del 3,9% al 3,6%. El crecimiento se mantiene, pero nuestras previsiones se centran ahora en un mundo que presenta un menor crecimiento, menos inflación y unas políticas monetarias más acomodativas.
Siendo este el contexto, mantenemos nuestra visión neutral sobre la renta variable en general, dado que la mejora de las valoraciones se ha visto empañada por la ralentización cíclica. En esta clase de activos, priorizamos los activos estadounidenses con beta reducida y revisamos al alza nuestra visión sobre los mercados emergentes a neutral, ya que los niveles de riesgo, por ahora, han disminuido. La visión positiva en Estados Unidos se debe a que el crecimiento de los beneficios se mantiene estable y la gran calidad de los mercados estadounidenses y su carácter más defensivo hace que éstos sean una opción de inversión atractiva frente a otras regiones. En cuanto a los mercados emergentes, las últimas medidas aplicadas por los responsables políticos chinos con el fin de impulsar la economía, el repunte de los precios del cobre y el mineral de hierro y la mejora del riesgo político en Brasil apuntan a que los riesgos emergentes, por ahora, se han mitigado.
En cuanto a la renta fija gubernamental, mantenemos una visión positiva en duración, aprovechando el carry positivo de los países expuestos a las materias primas, como Australia, si bien la inflación y el crecimiento se sitúan por debajo de la media. Continuamos percibiendo un incremento de la volatilidad a causa de la incertidumbre que genera la política monetaria de los bancos centrales. Dentro de este segmento, revisamos al alza nuestra visión sobre los bonos ligados a la inflación estadounidenses hasta positivo. Los rendimientos reales siguen cayendo y, actualmente, las reducidas previsiones de inflación podrían verse impulsadas por una recuperación de los precios de las materias primas.
En cuanto a la deuda corporativa con grado de inversión, estamos positivos tanto en Estados Unidos como en Europa. El primero porque a pesar del reciente repunte, las valoraciones siguen siendo atractivas en términos históricos y la deuda de las empresas se mantiene en niveles asequibles. En cuanto a Europa, el contexto de tipos reducidos y la fase más temprana del ciclo crediticio deberían reactivar la temática del carry, dado que la confianza a corto plazo se ha estabilizado. Además el anuncio por parte del BCE de que incluye este activo dentro de su cesta, hará que la demanda aumente.
Respecto a la deuda corporativa de alto rendimiento, preferimos Estados Unidos en vista del interesante nivel que muestran los diferenciales. La recuperación de los precios de la energía ha avivado ciertos temores en los mercados sobre los sectores de energía y minería, lo que ha llevado de nuevo a los inversores a fondos de alto rendimiento, lo que ayudará a absorber las emisiones actuales en esta clase de activos.
Columna de Leonardo Fernández, director del canal intermediario de Schroders, que participará el lunes en el evento de iiR sobre agentes financieros.