Los mercados caen cuando crece la incertidumbre sobre el rumbo de la economía, y suben cuando las dudas se disipan. Pero la suba se dará independientemente de si las noticias son buenas o malas, porque a los inversores sólo les interesa tener certezas: no hay aspectos morales o éticos en los vaivenes de la bolsa. Esto explica la razón por la cual el índice de acciones americanas – S&P 500 – subió el mismo día que se conoció el récord de 6,6 millones de pedidos de subsidio por desempleo en EE.UU.
En la Argentina, el mercado funciona de forma similar a pesar de sus defectos: menor liquidez o profundidad, cambio sistemático de las reglas de juego y falta de transparencia. Pero a diferencia de los EE.UU., donde los ahorros se canalizan en acciones de compañías americanas o bonos del Tesoro, en la Argentina el activo financiero por excelencia demandado por los inversores para preservar su ahorros es el dólar.
“Cuando el dólar te la devuelve, te la da toda junta”
En las semanas previas a que el contado con liquidación (tipo de cambio de referencia para el dólar libre) se ubicara por encima de los $100, los inversores fueron testigos de cómo se gestaban las condiciones para que esto sucediera. Algunas de estas condiciones fueron:
-baja de tasas: desde principios de febrero, el BCRA se dedicó a reducir la tasa de interés de referencia (LELIQs) desde 48% al 38% actual.
-crecimiento exponencial de la base monetaria: sólo en el mes de marzo el Central expandió la base en 700 billones de pesos, en parte explicado por la reducción del stock de LELIQs (medida que revirtió parcialmente en la licitación del día 14/4) en 450 billones de pesos para inundar la plaza de pesos y “forzar” a los bancos a prestarle al sector privado a tasas del 24%.
-adelantos al Tesoro “sin límites de cantidad o plazo”: la imposición de la cuarentena el día 20 de marzo tuvo consecuencias devastadoras sobre el déficit primario, obligando al Tesoro a pedir adelantos transitorios al BCRA para poder financiar no sólo el gasto corriente establecido en el presupuesto, sino el incremento necesario para paliar el drama de 14 millones de personas que viven en la marginalidad. Este financiamiento, sumado a lo que ya había realizado el BCRA en febrero, implicó una emisión de más de 300 billones de pesos en menos de dos meses.
Toda esta información la conocía el mercado a la perfección, sin embargo el contado con liquidación promedio durante el periodo fue de “sólo” 85 pesos, con picos de 95 (23/3) y piso de 80 (fines de febrero). Sin embargo, como dice un viejo dicho de mercado: “cuando el dólar te la devuelve, te la da toda junta”; eso es lo que pasó entre el 13 y 14 de abril, cuando el dólar libre cruzó los 100 pesos y tocó máximos, brevemente, de 115 pesos.
El dólar arriba de los 100 pesos: ¿caro o barato?
Un dólar arriba de100 pesos implica una brecha respecto del oficial de más del 50%, niveles que sólo observamos en los peores momentos de incertidumbre durante el segundo mandato de Cristina Kirchner (expropiación de YPF o conflicto con los Holdouts). Incluso, desde el punto de vista del Tipo de Cambio Real Multilateral (es decir, comparado con el poder adquisitivo de nuestros socios comerciales) los 100 pesos nos ubican en un nivel por encima del equilibrio de largo plazo de Argentina. Sin embargo, al cierre del mercado del 14 de abril, el contado cerró en 108 pesos, lo que implica una brecha del 65% respecto del oficial -65,50-.
¿Cuál fue el disparador de esta corrección en el dólar? Creemos que el anuncio por parte del presidente, el pasado viernes 9 de abril, de prolongar la cuarentena hasta finales de mes, se convirtió en la gota que hizo derramar el vaso. ¿Por qué? La política monetaria y fiscal argentina es una olla a presión: faltan dólares y confianza para sostener la expansión del gasto público que desea el gobierno. Pero es la incertidumbre sobre la dimensión de ese aumento la clave para que se dispare el dólar de 95 pesos hasta los 115. Al no saber cuándo terminará la cuarentena, es imposible determinar cuánto aumentará la emisión de pesos para cubrir la caída en la recaudación. Pensemos que en los EE.UU., el índice de acciones S&P 500 detuvo su caída el 23 de marzo porque tanto el Tesoro como la Reserva Federal demostraron, con anuncios y medidas, su compromiso para estabilizar la crisis económica producto de las medidas de distanciamiento social por el COVID-19. Desde ese día, el índice avanzó un 27% porque la publicación sistemática de datos sobre el números de infectados, testeos, fallecidos y pacientes en terapia intensiva por el virus, sirvió para que los inversores pudieran percibir que la cuarentena estaba funcionando. Esto a su vez, les permitió deducir que independientemente de los malos datos económicos que se conocerían en las próximas semanas, el fin estaba cerca.
Aquí, por el contrario, se especuló desde el principio con toda la situación, desde la metodología para realizar los test, hasta la inexplicable decisión de no repatriar a miles de argentinos varados en el extranjero, y lo más grave, se modificó en varias oportunidades cuál sería la fecha en que tendríamos el pico máximo de infectados.
¿Por qué es tan importante saber si estamos o no cerca del fin de la cuarentena para la cotización del dólar? La prolongación de las medidas de distanciamiento social afecta negativamente los ingresos fiscales de un gobierno que, a diferencia de otros países emergentes, no cuenta con acceso a los mercados internacionales de deuda, forzándolo a emitir sin límite. ¿Cuántos pesos imprimirá el BRCA para financiar el Tesoro? No lo sabemos, y aquí no vale la máxima de Mario Dragui “whatever it takes”; porque en la Argentina la palabra “lo que sea necesario” nos remite a la hiperinflación de 1989.
El gobierno además alimenta la incertidumbre postergando de manera incomprensible el anuncio del plan de reestructuración de la deuda en dólares, y solo alimenta el miedo con declaraciones poco felices sobre la “dureza” de la misma. Es preferible anunciar que le daremos a los bonistas cuasi-monedas inconvertibles como parte de pago que seguir escondiendo la oferta bajo siete llaves.
¿Tasas bajas o tasas altas?
Por último, la tasa en pesos. La política monetaria expansiva del BCRA redujo la tasa de referencia del mercado, la BADLAR, desde el 35% hasta el 21% de la semana pasada. Sin embargo, mientras la mayoría de inversores hunde sus pesos entre 20 y 30 puntos debajo de la inflación, existe una amplia oferta de instrumentos cuyas tasas reales son, cuando menos, del 50%. En promedio, la TNA de las LECAPs, LEBADs o LECERs supera el 100%. Incluso existen títulos públicos como el Boncer 20 (TC20) próximo a vencer que promete, de ser honrado, ganancias directas del 40%. ¿Por qué entonces los inversores no demandan pesos para arbitrar entre una tasa de caución a 7 días del 9-10% y una Letra que paga el 150%? Porque no saben si al vencimiento esta Letra será honrada por el Tesoro. Así de simple, así de grave. Esta incertidumbre destruye la posibilidad de que se ofrezcan dólares a un tipo de cambio muy por encima del nivel de equilibrio de largo plazo para hacerse de pesos y colocarlos a tasa.
Una decisión político económica
Bajar el dólar desde estos niveles tendría un costo mínimo porque bastaría con dar certidumbre sobre los siguientes puntos:
-asegurar el pago en tiempo y forma de todos los instrumentos en pesos;
-establecer un programa monetario de absorción de pesos (via LELIQs) mientras dure la asistencia al Tesoro por el periodo especial de la cuarentena;
-explicar con números claros cuándo será la fecha estimada para el máximo nivel de nuevos infectados y cómo será el día después;
-presentar la propuesta de reestructuración; mala o buena es mejor que nada, y
-despejar cualquier ruido referente a la propiedad privada.
Desde el punto de vista de su programa económico, esto no implicaría ningún cambio a los objetivos planteados por el gobierno el pasado 10 de diciembre. Desde el punto de vista comunicacional, el presidente cuenta hoy con alto nivel de popularidad y visibilidad, por lo que resultaría sencillo hacer creíble el mensaje. Nunca en nuestra historia reciente con tan poco se podría lograr un beneficio tan grande.