El sector sanitario se caracteriza desde hace tiempo por una demanda creciente a la que no le afecta la evolución general de la economía. Esta tendencia podría continuar durante las próximas décadas y acentuar el atractivo de este sector como inversión en el entorno actual.
Las bolsas cayeron más de un 30% en febrero y marzo y desde entonces han recuperado alrededor del 75% de estas pérdidas. Sin embargo, la incertidumbre sigue siendo elevada, dado que la pandemia de COVID-19 continúa propagándose. ¿Cuánto les falta a los científicos para tener a punto una vacuna? ¿Cómo pueden los inversores proteger sus inversiones en el mercado actual?
En el momento de redactar este artículo, el número total de contagios confirmados de COVID-19 en todo el mundo supera los 10 millones, casi 1.400 casos por millón de personas. Las cifras son aún más alarmantes en algunas regiones, por ejemplo, en EE.UU., donde la tasa de infección es seis veces más alta. La guerra contra el virus dista mucho de estar ganada. Grandes secciones de la economía mundial siguen cerradas. Para poder reabrirlas, es necesario contar con una vacuna o un tratamiento eficaz.
Según la OMS1, se están desarrollando actualmente alrededor de 150 vacunas. En este grupo se incluyen candidatos de empresas biotecnológicas y farmacéuticas cotizadas, como Moderna, Johnson & Johnson, AstraZeneca, Pfizer, Sanofi y GlaxoSmithKline. El desarrollo de vacunas generalmente dura varios años. Sin embargo, ante la presión de los gobiernos de todo el mundo para que las empresas desarrollen una vacuna en tiempo récord, parece que esta llegará al mercado mucho antes. Muchos científicos creen que podría ocurrir a comienzos de 2021.
Además de la carrera por la vacuna, se está investigando un número similar de fármacos antivíricos o tratamientos. A este respecto, cabe citar los nuevos métodos terapéuticos como los tratamientos con anticuerpos y el uso de plasma sanguíneo de pacientes de COVID-19 recuperados. También están siendo objeto de evaluación algunos medicamentos que ya existen en el mercado, como los fármacos contra la malaria (hidroxicloroquina), la artritis y la gripe y un fármaco fabricado por Gilead Sciences (Remdesivir) que se desarrolló inicialmente para tratar el ébola.
Hasta ahora, la mayor parte de estos ensayos no han producido resultados alentadores. Sin embargo, un estudio reciente de la Universidad de Oxford ha demostrado que un antiinflamatorio de bajo coste llamado dexametasona, muy utilizado actualmente para tratar enfermedades como el reumatismo, el asma y las alergias, ha tenido un efecto positivo en pacientes que necesitaban ventilación mecánica.
En cuando a la inmunidad de grupo, la mayoría de cálculos apunta a que queda muy lejos todavía. Según algunos investigadores, más del 60% de la población debe haberse contagiado antes de conseguir la inmunidad de grupo. En EE.UU., se ha comprobado que el 0,8% de la población se ha infectado hasta la fecha (en todo el mundo, esta cifra es apenas superior al 0,1%). Probablemente estas cifras están subestimando gravemente el fenómeno, ya que el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE.UU. calcula que solo se detecta uno de cada diez contagios. Sin embargo, eso significa que el número de contagios hasta ahora no llega al 15 % de la tasa que marcaría la inmunidad de grupo en EE. UU.
En periodos de incertidumbre, los inversores generalmente vuelven la vista a los denominados «activos refugio», como la deuda emitida por los Estados, el oro y algunas divisas (sobre todo el dólar estadounidense). Además, invierten en sectores defensivos, como la atención sanitaria, donde se considera que el ciclo económico afecta menos a la demanda.
El sector sanitario (representado por el índice MSCI Health Care) ha batido al conjunto del mercado (representado por el índice MSCI World) en todos los periodos del último cuarto de siglo en los que el conjunto del mercado registró una rentabilidad anual negativa. Una de las razones más obvias es que la gente enferma, incluso en los malos momentos. La demanda de productos y servicios sanitarios es particularmente estable y crece.
Desde 1995, el sector ha crecido a una tasa media anual de alrededor del 11%, frente al 8% del conjunto del mercado, con una volatilidad considerablemente menor. Unas mayores rentabilidades y un menor riesgo van de la mano, ya que las rentabilidades del sector han sido sistemáticamente un 50% más altas que las del conjunto del mercado (alrededor de un 9% anual, frente a un 6% anual) durante este periodo. La razón estriba en parte en las constantes innovaciones del sector.
Los gestores del fondo DNB Health Care participan activamente en el análisis de las empresas y sus productos. Actualmente, ponen el foco en empresas como Johnson & Johnson, Sanofi, Abbvie, Regeneron Pharmaceuticals y Fresenius Medical. Son empresas con plataformas de negocio y posiciones de mercado sólidas, además de balances y flujos de efectivo saneados. Probablemente salgan reforzadas de la crisis actual.
Sin embargo, no todas las áreas del sistema sanitario están protegidas frente a la crisis. Los equipos médicos son un segmento que se ve afectado negativamente por el aplazamiento de algunas intervenciones quirúrgicas.
En resumen, las tendencias internacionales, como el envejecimiento de la población y el aumento de las enfermedades relacionadas con el estilo de vida, sumadas a la innovación y al aumento de la demanda de productos y servicios sanitarios en los mercados emergentes, se traducirán en un crecimiento de los mercados que atienden las empresas del sector sanitario durante las próximas décadas. Este hecho debería generar numerosas oportunidades para que DNB siga ofreciendo rentabilidades atractivas a sus inversores.
Tribuna de Mikko Ripatti, gestor sénior de carteras de clientes en DNB Asset Management
[1] https://www.who.int/publications/m/item/draft-landscape-of-covid-19-candidate-vaccines