Uno de los principios básicos más antiguos de la inversión financiera es mantener una diversificación de los activos en cartera, un concepto que fue formalmente desarrollado por el profesor Harry Markowitz (Premio Nobel de Economía en 1990). La diversificación es una técnica de gestión de riesgos que consiste en incluir una diversidad de activos financieros dentro de una cartera. La teoría que apoya esta técnica es que una amplia variedad de valores generará unos rendimientos medios mayores, con un riesgo menor, que cualquier activo individualmente.
El objetivo de diversificar los activos en una cartera de inversión en suavizar riesgos no sistemáticos, de tal forma que el comportamiento negativo que puedan tener algunos de ellos quede neutralizado por la evolución positiva de otros. Pero la diversificación por sí misma no es una buena estrategia de inversión; es necesario también estar seguro de que las inversiones subyacentes guarden una baja correlación entre sí (se comporten de un modo diferente en distintas etapas de mercado) y que sean de la mayor calidad posible.
Para aplicar adecuadamente una estrategia de diversificación a una cartera, es necesario tener en cuenta otros factores. La mezcla correcta de activos ha de tener en cuenta el objetivo de inversión, el nivel de tolerancia al riesgo, la situación financiera y el horizonte de inversión. Además de incluir diferentes tipos de acciones, bonos y otros instrumentos de inversión.
La diversificación no va a servir necesariamente para incrementar la rentabilidad. Pero una vez que ha establecido el nivel de riesgo – en base a sus objetivos de inversión, su horizonte temporal y el nivel de volatilidad que está dispuesto a soportar – una cartera diversificada puede aportar un nivel de rentabilidad superior para ese nivel de riesgo.
Para construir una cartera diversificada, es necesario identificar acciones, bonos u otro tipo de activos cuyas rentabilidades históricas no se hayan movido en la misma dirección ni en el mismo grado; incluso que se hayan movido en direcciones opuestas. También es importante diversificar dentro de la diversificación, buscando la diversidad dentro de cada tipo de activo.
No resultaría pues conveniente invertir en acciones de una sola compañía. Asignar hasta un 5% de cada título a la cartera, podría ser una buena medida. Por otro lado, puede ser también útil diversificar por capitalización de mercado – pequeña, mediana y de gran capitalización – así como por sectores y diferentes áreas geográficas. Incluso se puede diversificar por estilos de inversión, como valor y crecimiento. En el caso de los bonos, de forma similar, han de considerarse diferentes vencimientos, calificaciones crediticias y duraciones (medida de la sensibilidad de los precios de un bono a variaciones en los tipos de interés).
La historia demuestra que la diversificación funciona. Durante el periodo de 2008-2009, muchos tipos de activo perdieron valor al mismo tiempo, pero la diversificación ayudó a contener las pérdidas de la cartera en general. Veamos el comportamiento de tres carteras hipotéticas. Una cartera diversificada con el 70% de acciones, 25% de bonos y 5% de inversiones de renta fija a corto plazo, una segunda cartera que incluya únicamente acciones y una tercera que sea todo renta fija a corto plazo. En la peor etapa del mercado de la última crisis, entre enero de 2008 y febrero de 2009, la cartera diversificada perdía un 35%, frente a un 49,70% de la cartera de acciones, mientras que la de renta fija a corto plazo consiguió una ganancia de un 1,60%.
Una vez que el mercado se recupera, la rentabilidad de la cartera diversificada supera a la de corto plazo fácilmente, aunque siempre queda un poco rezagada respecto a la de acciones. La diversificación, según este comportamiento histórico, sirvió de ayuda para gestionar el riesgo, manteniendo al mismo tiempo una exposición al crecimiento del mercado.
De forma general, se podrían identificar cuatro niveles de riesgo de acuerdo con los cuales se pueden construir cuatro tipos de carteras diversificadas: Conservadora, Equilibrada (o Moderada), de Crecimiento y Agresiva. La distribución de la cartera conservadora podría ser de Bonos (50%) Corto Plazo (30%) Acciones (20%); en el caso de la cartera Equilibrada, Bonos (40%) Acciones (50%) y Corto Plazo (10%) podría ser una asignación típica; para una cartera de Crecimiento, o moderadamente agresiva, la mezcla podría incluir Bonos (25%) Acciones (70%) Corto Plazo (5%); por último, un perfil agresivo podría distribuir sus activos entre Bonos (15%) y Acciones (85%).
Una vez que se ha creado la cartera, de acuerdo con sus objetivos particulares, es necesario mantenerla, por medio de comprobaciones periódicas y reajustes, de forma que no se desvíe de ese objetivo original. Una etapa bursátil alcista puede enmascarar el verdadero nivel de riesgo de su cartera, que puede estar desalineado de sus objetivos y estrategia. La diversificación requiere, por tanto, una atención continuada.
Razón por la que recurrir a un asesor financiero para que le asesore adecuadamente y mantenga esta vigilancia es una buena opción. O bien, invertir directamente de la mano deprofesionales, a través de fondos de inversión. Los perfiles descritos más arriba pueden equipararse, de forma aproximada, a las categorías de fondos de inversión de VDOS de Mixto Conservador, Mixto Moderado, Mixto Agresivo, en el caso de los tres primeros, y las diferentes categorías de renta variable, para la cartera Agresiva.
Paula Mercado es directora de análisis de VDOS