Desde la victoria de Trump ha habido una marcada rotación sectorial en inversión de servicios públicos regulados (sensibles al aumento de tipos de interés) al sector financiero. Además, la elección de Trump implica un posible impacto de su postura aparentemente negativa respecto al cambio climático y las energías renovables. Pero consideramos estos temores exagerados, pues en EE.UU. la generación con eólica es económicamente más viable que mediante combustibles fósiles y representa un gran número de puestos de trabajo.
De hecho, el uso más eficiente de energía es parte clave de una transición hacia un futuro más sostenible. Hay que pensar que sólo un tercio de la energía primaria –antes de cualquier proceso de conversión o transformación- llega al punto de uso y dos tercios se pierden en el camino. Pero hay empresas especializadas en tecnologías innovadoras que facilitan reducir el consumo de energía en la fabricación, construcción y administración de edificios o transporte.
Además, las relacionadas con infraestructuras de gas natural siguen respaldadas por el crecimiento secular y recuperación de precios de la energía. Al mismo tiempo la demanda de energías renovables, especialmente eólica y solar, cuenta con la rápida mejora de los costes, de lo cual son ejemplo empresas de eficiencia energética como Keyence o Rockwell Automation y de semiconductores para energía como Infineon y On Semiconductor. Además, en el área de transporte avanzado destacan Tenneco y Valeo y en el de construcción Daikin Industries y Kingspan, a pesar de los decepcionantes resultados de Acuity Brands. En nuestra cartera, hemos obtenido beneficios en Schneider, Cadence y Daikin tras su buen comportamiento y hemos deshecho posiciones en Air Liquide e Italgas dadas sus altas valoraciones, aumentando exposición al fabricante de sensores Sensata y en eficiencia industrial a Delta Electronics por valoración y mejora de fundamentales.
Reestructurar el mix energético
Los gobiernos siguen enfrentándose al enorme reto de reestructurar su mix energético mediante formas más limpias de generación, una transición en sus etapas iniciales. De manera que hay respaldo de normas cada vez más estrictas y apoyo político global, como la ratificación del Acuerdo del Clima en París.
Hay que tener en cuenta que la energía consumida en residencias o comercios representa el 40% del consumo mundial y se pueden obtener ahorros con mejores aislamientos, iluminación LED y arquitectura inteligente
De manera que la UE exige que los edificios nuevos a partir de 2020 tengan “consumo energético cero” o aseguren unas necesidades energéticas reducidas a través de energías renovables. De hecho, la directiva de eficiencia energética de la Comisión Europea pretende ahorrar un 20% de la demanda de energía primaria anual para 2020 respecto a 2008. En EE.UU. la intensidad energética en edificios federales debe reducirse un 30% en comparación con 2003. De momento, la empresa gestora del Empire State Building ya ha sido capaz de reducir la factura eléctrica anual de once millones de dólares casi un 40%.
El transporte representa el 80% del consumo de petróleo
Además, el transporte representa el 80% del consumo de petróleo y la necesidad de reducir emisiones beneficia a empresas especializadas de repuestos de automóvil, que desarrollan tecnologías de recirculación de gases. Adicionalmente, se prevé que las necesidades de almacenamiento de datos se multipliquen por 50 para 2022 y la electricidad es su mayor coste, lo que puede mejorar con sistemas de refrigeración, diseño y abastecimiento eléctrico, así como microprocesadores más eficientes, recortando el consumo hasta 50%.
Europa ha llegado a representar más del 80% de la inversión mundial en energías limpias, pero la creciente deuda pública ha frenado generosas subvenciones. Sin embargo, la demanda de renovables resurge en mercados que anteriormente no podían permitirse la tecnología, como China, India y sureste asiático, en parte por su mayor riqueza y también porque los costes relativos y absolutos han caído sustancialmente los últimos años, especialmente en países cuyas condiciones meteorológicas favorecen la energía eólica y solar. En concreto, China es el mayor mercado eólico del mundo y está en vías de convertirse en el mayor mercado solar por nueva capacidad. Además, la globalización ha generado competidores de bajo coste en Asia.
Hasta el 35% de las inversiones en la industria ya procede de economías en desarrollo y los próximos años los mercados emergentes asumirán el papel que Europa ha desempeñado
El alarmante aumento de la contaminación en China
A ello se añade que China, segunda economía del mundo, sufre un alarmante aumento de contaminación, pues el 70% de su mix energético procede del carbón. Sus emisiones de dióxido de azufre por tonelada de carbón quemado son cuatro veces mayores que en Alemania y las de óxido de nitrógeno se han duplicado en diez años. Así que su XII Plan quinquenal (2011-2015) ha tratado de reducir un 16% el consumo de energía por unidad de PIB. El dióxido de carbono debe reducirse un 35% en Beijing, con posibilidad de ampliarse a todo el país para 2017.
De hecho, la política medioambiental es cada vez más importante en China, donde sigue aumentando la conciencia pública sobre cuestiones ambientales y demanda de productos y servicios que pueden aumentar la eficiencia energética o reducir emisiones. Un testimonio es el fenómeno social global del documental «Bajo la cúpula» sobre la magnitud de la contaminación urbana de China, que registró 200 millones de visitas on line en apenas unos días.
El papel clave del gas natural
En esta transición hacia formas más limpias de generación, el gas natural tiene un papel central. No genera óxido de azufre, un 60% menos de óxido de nitrógeno y la mitad de dióxido de carbono que el carbón por unidad de energía. Además, consume un 50% menos de agua. Es abundante y de bajo riesgo y ya representa una cuarta parte del uso energético del mundo –8% en la década de los 50–. Además, el gas natural es una importante fuente de abastecimiento de energía en emergentes, donde se prevé que aumente con rapidez, sobre todo en Asia, donde su cuota en el mix energético todavía es considerablemente inferior a la de Europa y EE.UU.
Ahora bien, las empresas productoras de gas tienen riesgos asociados a la exploración y a la volatilidad de los precios de la materia prima. Además, invertir en productores de esquisto conlleva riesgos adicionales, pues la fracturación hidráulica puede ser objeto de vigilancia intensa de los reguladores. En cambio, las empresas de construcción y explotación de gasoductos tienen contratos entre 10 y 15 años de tarifa de transporte y distribución, que crece con la red a largo plazo. En China, el mayor consumidor energético del mundo, trata de duplicar la cuota de gas en su abastecimiento energético y su ritmo de nuevas conexiones avanza a un ritmo del 15% al 20% anual. También en EE.UU. algunas regiones productoras tienen que conectarse a grandes centros de consumo en el Golfo de México y costas y habrá que construir más de 64.000 kilómetros de gasoductos para 2020, una inversión de 80.000 millones de dólares, según ICF International.