Es posible que algunos inversores duden si añadir una clase de activos como los bonos high yield a sus carteras. Después de todo, estos valores son emitidos por empresas con una calidad crediticia inferior y puede parecer que comportan un riesgo inherente, especialmente en tiempos de incertidumbre como el periodo posterior a la victoria del Brexit.
Sin embargo, la deuda high yield se ha mostrado resistente en las semanas posteriores a que el Reino Unido votase a favor de abandonar la Unión Europea (UE), en particular en comparación con la renta variable. Seguimos siendo optimistas con respecto al mercado de bonos high yield europeo, dada la capacidad de reacción del banco central, las expectativas de que las tasas de mora se mantendrán bajas y unos fundamentales generalmente estables para los emisores de estos activos.
Las políticas acomodaticias de los bancos centrales continúan siendo el principal factor de impulso de los mercados financieros internacionales. Los diferenciales se ampliaron de forma significativa en el periodo inmediatamente posterior al referéndum del Reino Unido y los bonos denominados en libras esterlinas corrieron peor suerte que los denominados en euros. Sin embargo, una vez que se puso de manifiesto que se aplicaría un mayor estímulo cuando fuese necesario tanto en el Reino Unido como en Europa y que las subidas de tipos de interés se habían aplazado tanto en EE.UU. como en otros países, las condiciones del mercado mejoraron. Los diferenciales se han reducido y ahora son más estrechos en el caso de la deuda high yield denominada en euros que antes de la votación.
La política monetaria acomodaticia favorece a los emisores de esta clase de activos y por ello no prevemos un aumento de las tasas de mora en los bonos —un importante indicador de la salud del mercado—. Las tasas de mora también son en última instancia lo que impulsa las rentabilidades de los inversores. La reciente reapertura de mercados de emisiones nuevas ayuda a las empresas a acceder a la emisión de deuda a más largo plazo a niveles atractivos. Con un descenso de los gastos por intereses y un aumento de los perfiles de vencimiento de la deuda, los desencadenantes de los impagos resultan menos obvios.
Las compras de bonos del Banco Central Europeo (BCE), en particular de bonos de empresa, también atraen a los compradores de emisiones con grado de inversión (IG) hacia esta clase de activos en busca de rendimientos. Esta importante demanda en aumento genera una espiral de retroalimentación positiva para los emisores, dado que resulta más fácil acceder al capital a precios razonables. Observamos escasos motivos para esperar un deterioro significativo de los perfiles de beneficios de las empresas en las que invertimos. Puede que los sectores con exposición al consumo del Reino Unido o aquellas empresas británicas que soportan costes en monedas diferentes a la libra esterlina experimenten cierta inestabilidad a corto plazo, pero no hasta el punto de que quepa esperar que los niveles de deuda lleguen a resultar una carga. Por otra parte, hay emisores en el Reino Unido que obtienen sus beneficios en el extranjero y que se beneficiarán directamente de la reciente depreciación de la libra esterlina. En Europa continental, para la gran mayoría de los sectores todo sigue igual. Es posible que se produzca una ligera ralentización del crecimiento a corto plazo, lo que puede afectar a la rentabilidad de la renta variable, pero desde el punto de vista de la deuda los balances mantienen unos niveles de apalancamiento conservadores y unos coeficientes de liquidez razonables.
Dados los factores anteriormente mencionados, creemos que la historia de la deuda high yield europea se mantiene intacta. Las expectativas de crecimiento en la región se están revisando a la baja con razón, dado que la confianza, el consumo, la inversión y los flujos de operaciones se verán afectados a corto plazo. Sin embargo, la rápida reacción de los bancos centrales ya ha aplacado los nervios de los mercados, aun cuando hasta la fecha haya consistido más en retórica que en medidas reales.
Los mercados primarios se han vuelto a abrir para los emisores en euros y en libras esterlinas, y las expectativas relativas a los tipos de interés se han extendido a todo el mundo. El riesgo de impago sigue siendo escaso en Europa y la agencia de calificación Moody’s prevé una caída de la tasa de mora hasta el 1,9% para finales de año. Dicho esto, a medida que caen los rendimientos también se contraen las expectativas de rentabilidad. Cabe advertir que a pesar de que consideramos que las rentabilidades por ingresos están bien justificadas, también observamos unas oportunidades de plusvalías limitadas en estos niveles.
Artículo de Ben Pakenham, gestor de inversiones senior de renta fija para EMEA de Aberdeen AM.