A principios de este año era un hecho que las tasas de interés iban a subir como resultado de la inflación que se presentó en muchos países durante 2021. En Estados Unidos la inflación fue 7%, la más elevada desde 1981, en España 6,55%, en Alemania 5,31%, en Gran Bretaña 4,84%, en Italia 3,9% y en Francia 2,75%, en todos esos países fue el nivel más elevado desde 1991. Como consecuencia del comportamiento de los precios, la Federal Reserve de Estados Unidos ya había enviado las señales al mercado de un cambio en la política monetaria, encaminada a incrementar las tasas de interés para controlar el aumento de precios, tendencia que también sucedería en Europa.
Sin embargo, la invasión de Rusia a Ucrania modificó totalmente el panorama de toda la economía mundial. Como resultado del conflicto bélico se han incrementado de manera muy importante diversos productos, entre ellos el petróleo, a niveles que han roto records. Esto provocó un aumento en el precio de todos los derivados del petróleo, entre ellos la gasolina, turbosina y diésel, por lo que a nivel mundial se están registrando incrementos en los costos de transporte y de insumos de producción. Adicionalmente, se han incrementado los precios de otros minerales, y diversos granos, contribuyendo esto último a encarecer los alimentos.
La situación actual de la economía mundial se está pareciendo mucho a la que prevaleció durante los inicios de la década de los ochenta del siglo pasado, cuando el aumento desorbitado del petróleo llevó a lo que se denominó “stagflation”, estancamiento con inflación. En aquella época ante el aumento de la inflación la mayoría de los países adoptaron una política monetaria restrictiva, o sea aumentaron las tasas de interés. La combinación de insumos más caros con tasas de interés más elevadas provocó que continuara la inflación y que se redujera la producción.
En las actuales circunstancias, los elevados precios del petróleo y otros insumos, los mayores costos de transporte y los desajustes en las cadenas de suministro han acelerado los aumentos en la inflación. Los problemas en las cadenas de suministro que había causado el confinamiento provocado por la pandemia aún no se habían logrado resolver y el conflicto bélico las ha incrementado por lo que la disponibilidad de bienes será afectada, provocando incrementos de precios y escasez. En este escenario la política monetaria restrictiva tendrá limitada capacidad para disminuir la inflación pero la reducción que cause en la inversión y el consumo si terminarán afectando al dinamismo de la producción.
Por ello, mientras dure el conflicto bélico, los precios del petróleo continúen por encima de los niveles que tenían a principios de este año y los problemas en las cadenas de suministro continúen sin aminorar es muy probable que los principales países pospongan temporalmente el aumento de sus tasas de interés o que los incrementos sean mucho más moderados de lo que se había previsto, porque ello no les resolvería el tema de la inflación pero sí reduciría el crecimiento de la economía. Europa es la zona que más va a resentir los impactos del alza del petróleo, sus economías no han alcanzado a recuperarse totalmente de la reducción del PIB provocada por la pandemia y por ende más propensas a una recesión con inflación si se instrumenta una política monetaria restrictiva.
Columna de Francisco Padilla Catalán