Los inversores tienen cada vez más en cuenta el cambio climático en su toma de decisiones debido a los riesgos y oportunidades inherentes. Hay muchos enfoques establecidos y se diferencian principalmente por la dirección del impacto: financiero o en el mundo real.
En el impacto financiero, los inversores se centran en la gestión del riesgo financiero material que el cambio climático supone para el valor de los activos. Para cuantificar este riesgo, los inversores utilizan herramientas y metodologías existentes y nuevas, por ejemplo, calculan el valor en riesgo climático de su cartera.
Y en el impacto en el mundo real, los inversores tienen en cuenta cómo las actividades de las empresas en las que invierten afectan al cambio climático. El análisis de las actividades de las compañías ayuda a comprender si son parte del problema, de la solución o de ambos.
La perspectiva que combina el impacto financiero y el impacto en el mundo real se denomina «doble materialidad». Para la mayoría de los inversores, la integración del cambio climático en la toma de decisiones tiene que ver fundamentalmente con la gestión del riesgo. Las empresas que se encuentran en el lado equivocado de la transición hacia la reducción de las emisiones de carbono y las que no realizan la transición con la suficiente rapidez conllevan un mayor riesgo de inversión.
Hay varias formas -no excluyentes- en las que los inversores pueden gestionar los riesgos climáticos teniendo en cuenta el impacto positivo:
- Desinvertir en actividades con altas emisiones. Los inversores utilizan las desinversiones para gestionar su exposición al clima. Uno de los principales inconvenientes de este enfoque es el hecho de que los impactos en el mundo real suelen ser insuficientes, ya que las acciones o bonos vendidos -por definición- son adquiridos por otro inversor y las emisiones de la empresa no cambian. Sólo si las desinversiones provocan un aumento significativo del coste del capital podrían ser efectivas. Para la mayoría de las soluciones de inversión sin una política de desinversión vinculante, es un método inadecuado para gestionar los riesgos climáticos.
- Invertir en actividades con bajas emisiones de carbono, por ejemplo, bonos verdes o empresas de tecnologías limpias. Se trata de un paso crucial para que los inversores contribuyan a descarbonizar la economía reorientando la asignación de capital, pero el universo de inversión sigue siendo limitado.
- Invertir en la transición propiamente dicha, lo que incluye a todas las empresas que necesitan reducir sus emisiones y a las que ofrecen productos y servicios para hacer posible la transición. Este enfoque permite invertir en el conjunto de la economía y debe apoyarse en el compromiso con las empresas que necesitan reducir sus emisiones con mayor urgencia.
Las empresas que consiguen reducir sus emisiones de carbono reducen el riesgo de exponerse a que aumenten los precios del carbono o de que se introduzcan impuestos sobre el mismo. Los objetivos fijados por las empresas funcionan como una forma de garantía de que se están gestionando los riesgos. Algunas empresas -como las de la industria de los combustibles fósiles- se encontrarán con que para cumplir un objetivo de reducción científica tendrán que transformar completamente su modelo de negocio. Está claro que los inversores deben prestar mucha atención.
Los inversores fijan sus propios objetivos de reducción de carbono y cada vez muestran más interés por alinear sus carteras con los escenarios del cambio climático. Sin embargo, sigue siendo un reto encontrar un enfoque adecuado en todas las clases de activos y manejar las numerosas exposiciones de las carteras a las empresas específicas. El progreso requiere una estandarización para mejorar la disponibilidad, la coherencia y la comparabilidad de los datos, que puede ser dirigida por los responsables políticos y los reguladores o a través de la autorregulación. Resulta alentador que se estén produciendo avances significativos con varias iniciativas del sector que trabajan activamente para desarrollar soluciones. Entre ellas se encuentran el Proyecto de Divulgación del Carbono (CDP, por sus siglas en inglés), la Asociación para la Contabilidad Financiera del Carbono (PCAF), la Iniciativa de objetivos basados en la ciencia (SBTi), la Alianza de Propietarios de Activos Neto Cero y la Alianza de Gestores de Activos Net Zero.
Tribuna de Roland Rott, CFA y director de investigación de inversión sostenible y ESG del Grupo La Française.