Un servidor cumple años el 24 de febrero, cuatro días antes que Pescanova, la cual el pasado 28 de febrero celebró su cabo de año. Tal día en 2013, fue cuando la compañía anunció en un hecho relevante a la CNMV la imposibilidad de presentar cuentas y la posterior suspensión de pagos.
En mi cumpleaños celebraba eufórico los 17,40€ por acción. Una semana después, en marzo, la acción cotizaba con una pérdida del 64% llegando a estar un par de jornadas suspensa a la espera de la presentación de cuentas. Iluso de mí soñaba con el precio de apertura, no quería despertar. Y así fue, el 7 de marzo se cumplieron mis plegarias y el valor cruzaba los 9,90€ por acción. En un alarde de cobardía quise apretar el botón de venta, pero uno no es de piedra y pensaba, ¡un 43% de pérdida! imposible, aguanto ¡ya subirá! A 11€ suelto and go away. Desde entonces cotizan en mi congelador unas hermosas varitas de merluza valoradas a 5,91€. Y así seguimos y seguiremos. Congelados.
Lo curioso de esta historia es la sensación de haber vivido esto antes. ¿Se acuerdan del mayor concurso de acreedores de España en 2008? Efectivamente, Martinsa Fadesa sigue digiriendo el estallido de la crisis inmobiliaria en España y los inversores cuelgan sus acciones en el pasillo de casa como si de reliquias de anticuario se tratasen.
Aún no termino de entender cómo casos como el de Pescanova continúan sucediéndose en un marco europeo donde los reguladores siguen de cerca a las cotizadas, los analistas cada vez gozan de mayor formación y medios y por si fuera poco las normativas de protección europeas intentan crear un paraguas de cobertura all-inclusive para el inversor minorista. Algo falla, cuando unas semanas antes del concurso de la pesquera, numerosas eran las recomendaciones de compra de casas que cubrían la compañía. De hecho, aún hoy, diversos fondos y entidades financieras siguen atrapadas en el valor sin poder salir. Otras, que han visto las barbas del vecino cortar ya las han valorado a cero.
Sinceramente, como profesional del sector, en el mundo informatizado y sobre informado que vivimos, me parece realmente extraño que durante años una entidad cotizada de una pequeña región española pueda falsear sus cuentas, los auditores internos y externos que precisamente auditan y cubren esa entidad no dan la voz de alarma y la CNMV pasaba por allí…. ¿Qué cara se le queda a los inversores que han prestado su dinero a la pesquera para afrontar proyectos de acuicultura en Sudamérica? Muchos de ellos como yo preferirán un canje de acción / pescado que volver a ver cotizar el valor. ¿Cómo pueden publicar un año después que efectivamente la deuda es de 1.000 millones de €? Quizá con los años vuelva a cotizar, cuando se decida la quita de la deuda, tras dos o tres ampliaciones de capital, el baile de máscaras en el consejo y eso con suerte de salvar la sombra de liquidación de la compañía.
El shock de ver arder en la sartén del mercado bursátil las acciones por debajo del euro puede ser para muchos inversores una experiencia dantesca. Como se dice en el argot, “hemos perdido hasta la camisa”.
Columna de opinión de Borja Rubí de MoraBanc Private Banking