En vez de hacerlo en bloques de tiempo, lo adecuado es comparar las variaciones cambiarias de este año con las de crisis previas, la de 2008-2009 y la de 2014-2016. El dólar subió en las tres ante el desplome de los precios del crudo. La primera, recordemos, fue la debacle bancaria global y la ruina de varios países. La segunda, el derrumbe petrolero sumado al factor “Trump”. ¿Qué balance queda de la devaluación actual contra las anteriores? ¿Qué desempeño puede esperarse?
2008-2009: colapso financiero global (crisis subprime)
El dólar se encareció 56%, de $9,86 en agosto de 2008, hasta $15,35 en febrero de 2009. La moneda mexicana se devaluó 36%. El crudo perdió 77% desde el máximo de US$ 141, en junio de 2008, a US$ 33 en febrero de 2009; la caída fue solo equiparable a la de los años ochenta (la década perdida para México). Véase la similitud lineal WTI-peso en la gráfica de StockCharts:
Pasado lo peor, el peso avanzó en función del crudo, que rebotó 234% en poco más de dos años, a US$ 113 el barril, en abril de 2011. Con eso, el nuevo mínimo interbancario se marcó en $11,49 (máximo del peso: $0,87 según se ve enseguida). La apreciación acumulada del dólar se moderó dos años y medio después a 16,52% sobre el mínimo pre-crisis y, de ahí, vuelta rápida al alza y constantes subibajas con máximo de $14,20 en mayo de 2012 y nuevo “piso” fugaz de $12,06, en abril de 2013.
2014-2017: El sueño de la reforma energética. Lecciones no aprendidas
A partir de agosto de 2013 el tipo de cambio osciló en una serie de vaivenes y cotizaciones mínimas de $12,80 – $12,85. La última vez que tocó ese rango fue a fines de mayo de 2014. Era cuando se hablaba de los frutos de la reforma energética como si ya se tuvieran. Se repetía la historia de los años ochenta, con menos consecuencias malas, por suerte.
El peso se debilitaría por la baja de 76% del precio del petróleo (igual de drástica que la de 2008), de US$ 107 en junio de 2014 a US$ 26 en febrero de 2016; en ese mes, el interbancario avanzó sin respiro desde $12,85 hasta $19,14 acumulando 49% de alza y 33% de devaluación.
Al tiempo, en abril de 2016, a la par del nuevo rebote del crudo a casi 50 por barril, el tipo de cambio descendió a $17,17, lo más bajo de cuatro años y medio a la fecha. En adelante, mientras el petróleo seguía subiendo, el peso se demolía por la irrupción de Trump: la divisa se encareció a $19,88, previo a las elecciones americanas, y hasta a $21,90 antes de la toma de posesión. En suma, el dólar se incrementó 71% entre mayo de 2014 y enero de 2017, y la devaluación a 41%.
A junio de 2018 el petróleo subiría en un año 73%, a 75 el barril. El interbancario parecía acoplarse al bajar a $17,55 – $17,65 entre julio y septiembre de 2017; pero no, porque de ahí comenzó a zigzaguear en canal, entre $18,55 y $20,30, con algún repunte menor, sin sufrir daños adicionales (ya estaban dados) en el octubre negro de 2018, cuando el crudo cayó a US$ 45.
2020: el mundo en vilo. La crisis más grande jamás imaginada
La tendencia cambiaria bajista se consolidaba en el último cuatrimestre de 2019, cuando el peso osciló arriba del precio promedio de los últimos 200 días (PM 200) –la línea azul de la gráfica siguiente, a la izquierda–. El dólar bajó a $18,55, lo mínimo en año y medio, reforzado, sí, por la recuperación del crudo, que subía a US$ 63, 40% en doce meses, a diciembre de 2019. La historia a partir de entonces es de sobra conocida, no así las cifras comparativas:
- Del precio pre-covid, el dólar subió de golpe 37%, a $25,33. La devaluación fue de 27%. El petróleo, mientras tanto, se desplomó a lo inverosímil: digamos que a US$ 8,91, como muestra la gráfica, para no hacer cuentas contra el precio de entrega a futuro que resultó negativo. Es decir, perdió 86% de su valor. Nunca en la historia.
Con esas condiciones, considerando que esta crisis se define como la más grave en tiempos de paz, más aguda que la Gran Depresión y mucho más dura que la de 2008-2009, nuestra moneda habría de haber caído más que en los otros casos. Diríase que el porcentaje de alza del dólar fue moderado. Se entendería que hubiera sido peor y es positivo que haya bajado pronto y atravesado otra vez el PM 200 (en la gráfica, el peso hacia arriba, superando la línea azul). El regreso a $20,85, en apenas seis meses, reduce la apreciación a 13% y la devaluación a 11%. El aumento se va a 19% y la devaluación a 16% con el rebote intempestivo y cierre en septiembre en $22,10. Tolerable, tanto en contraste con los porcentajes de las crisis pasadas como en función de la magnitud del hundimiento del PIB al segundo trimestre y teniendo en cuenta que el tipo de cambio refleja lo que se espera. En resumen:
¿Interbancario más alto o recuperación del peso?
En cada regreso después de máximos, el dólar marcó “pisos” un poco más abajo del PM 200, para rebotar enseguida. Por tanto, caben tres posibilidades:
- Si la dinámica que se ha visto luego de las crisis precedentes se cumpliera ahora, el precio de $20,89 sería el menor de la era post-covid. El objetivo, a mediano plazo, pudiera ser al menos $23,50
- La velocidad del regreso del dólar ha sido mayor ahora que en las ocasiones anteriores. Eso sugiere espacio para bajas adicionales, tal vez a $21,20 – $21,40
- En caso de que el precio del barril de crudo se recupere a más de US$ 65 (pasaba de US$ 63 a inicio de año), el cambiario podría tender otra vez al rango de $20,90 o menos ¿Volvería a estar abajo de 20,00? Es muy difícil.
Hay que dar tiempo a que la nueva normalidad se asiente. Y calibrar la dimensión y forma de la recuperación económica.
Una vez que el mundo declare haber vencido el virus, como China, se podrán hacer nuevas evaluaciones. En todo caso, habremos de asimilar que el dólar vuelva a subir, poco a poco, a partir del nuevo mínimo al que llegue.
Columna de Arturo Rueda