Es momento para que el inversor, especialmente tras la cumbre de París de diciembre, sea consciente de que con el cambio climático va a haber a medio y largo plazo empresas perdedoras y ganadoras. En el escenario dominante habrá una transición hacia una economía baja en emisión de CO2. Ello va a requerir de medidas para reducir estas significativamente, pues el precio de las emisiones puede llegar a ser relativamente alto. A largo plazo incluso los grandes fondos de pensiones exigirán emisiones netas cero de CO2, lo que para una compañía eléctrica o de gas implicará compra de derechos de emisión y compensación por lo que emite.
Al respecto la de-carbonización de las carteras es ya una tendencia clara de inversión institucional. Algunos, en función del beneficio bruto de explotación relacionado, optan por reducir exposición a sectores intensivos en carbono como minas, sistemas no convencionales de extracción y generación de energía. Otros pueden preferir excluir totalmente combustibles fósiles, como el fondo soberano de Noruega, que ha tomado la decisión de no invertir en empresas relacionadas con petróleo. El caso es que las industrias más afectadas por esta tendencia probablemente sean las eléctricas, que representan 50% de las emisiones globales relacionadas con energía, así como sectores de petróleo y carbón y de uso más intensivo de combustibles fósiles en transporte, construcción y determinadas industrias pesadas. Sólo las empresas que tengan la capacidad de renovarse a largo plazo mantendrán el interés de la comunidad inversora y serán ganadoras.
Ahora bien, los inversores institucionales precisan una respuesta sobre cuánto y hasta qué punto las empresas en que invierten emiten CO2 en relación con el conjunto de la economía e índice de referencia. Al respecto la regulación, cada vez más estricta, ayudará a estandarizar métricas y que los resultados sean comparables en el tiempo y entre diferentes estrategias de inversión. De hecho en Francia los inversores institucionales deben revelar la huella de carbono de su cartera. Esto genera demanda de sistemas de medición de la huella de carbono, que compañías como Trucost, InRate, MSCI ESG, Trucost y South Pole Carbon han desarrollado. A ello se añade que las agencias de calificación crediticia, como Standard&Poors, están empezando a explorar los impactos del cambio climático en el riesgo de deuda soberana.
Al respecto algunas de nuestras propuestas están diseñadas para minimizar la huella de carbón. Para ello contamos con metodología propia. Frente a índices «verdes» llevamos a cabo análisis financiero y no financiero propio -incluyendo factores de sostenibilidad como estabilidad del crecimiento, bajo nivel de endeudamiento y escaso riesgo de mercado-, con la correspondiente calificación. Por ejemplo, en nuestro fondo de sostenibilidad Pictet European Sustainable Equities, el conjunto de empresas emite 40% menos emisiones de CO2 que el índice MSCI Europe. De gestión cuantitativa, evalúa factores por sector y excluye empresas que no alcanzan mínimos, así como las involucradas en actividades controvertidas.
El resultado es una selección de los mejores de su clase (best in class) por sector. El voto es ejercido en las mayores posiciones, según recomendaciones internacionales y códigos de buenas prácticas, con mandato a Hermes Equity Ownership Services y cumple el código europeo de transparencia de inversiones sostenibles y responsables de Eurosif, organización europea sin ánimo de lucro que promueve la sostenibilidad en fondos. Esta estrategia, en contraste con el análisis financiero convencional y de corto plazo puede contribuir a la estabilidad de los mercados y que la economía esté mejor capacitada para resistir choques.
Además a medio y largo plazo habrá ganadores entre empresas que desarrollan productos y tecnologías que facilitan una menor emisión de CO2, industrias de eficiencia energética y tecnologías relacionadas con la des-materalización de la economía.
El grupo Pictet en 2007 empezó un registro de emisiones de carbono propio y desde 2014 es neutral en emisiones mediante financiación de proyectos de energía limpia. Ha creado un consejo de inversión sostenible y lanzado una guía de soluciones de inversión que recomienda a los inversores reducir exposición a actividades más intensivas en emisiones de carbono o propietarios de reservas de combustibles fósiles, con mayor exposición a activos resistentes al clima e infraestructuras de adaptación. Está representado en Institutional Investors Group on Climate Change de gestores de activos europeos comprometidos contra el cambio climático. Cuenta con carteras diversificadas en inversiones socialmente responsables desde 1997, habiendo suscrito los Principios de Inversión Responsable de Naciones Unidas, marco para inversores con criterios ASG y código de transparencia Europea de Inversión Socialmente Responsable.
Columna de opinión de Gonzalo Rengifo, director general de Pictet AM en Iberia y Latam.