Estamos viendo una tónica económica positiva en Europa, con unos datos macroeconómicos que están siendo buenos sobre todo en países como España, aunque también destacan en este sentido grandes países de la región como Alemania, incluso en cuanto a las últimas cifras de inflación.
Pensamos que esta tendencia a mejor va a continuar, apoyada en cuatro grandes pilares. El primero es el fuerte respaldo del Banco Central Europeo (BCE) y la puesta en marcha de un plan de estímulo económico mayor y de más duración de lo esperado, que además podría mantener en el tiempo hasta llegar a niveles de inflación entorno al 2%. El segundo, la expectativa de que se mantengan los tipos de interés próximos a cero por un largo periodo de tiempo.
El tercero, y uno de los más inesperados, es el importante abaratamiento de la energía: la caída del precio del petróleo no viene bien a todos los sectores, pero es muy beneficiosa para economías como la española, fuertes importadores de combustible. Gran parte del ahorro energético se destinará a otras partidas de consumo, lo que seguirá impulsándolo (de hecho, gran parte de la recuperación económica en Europa, especialmente Alemania, se está basando en el incremento del consumo).
Pero, ¿qué datos macro conviene vigilar para tomarle el pulso a la evolución de las economías europeas?
Una de las referencias que nos da la medida de la mejora de momento que vive España es el PMI manufacturero. El dato español, que actualmente se sitúa en los 54,2 puntos, se sitúa holgadamente por encima de la barrera de los 50 puntos, que marca la frontera entre una economía que crece y otra en recesión. Y no sólo eso: supera con creces los datos de países como Alemania, Francia e Italia, amén de la media europea.
También conviene vigilar de cerca el citado consumo de la zona euro. La deflación sigue sin hacer mella: el consumo retail, que ha creció en 2014 por primera vez en 7 años (un 1,4%), se está viendo potenciado por los bajos tipos de interés y las decisiones de consumo que se han ido posponiendo durante los años de crisis. Además, junto a la rebaja del precio de la energía, la mejora de la generación de empleo es otro de los factores que puede impulsar el consumo a medio y largo plazo. La confianza del consumidor va de la mano en esta tendencia de mejora: a nivel europeo está en un nivel no visto desde mediados de 2007.
De cara a los próximos meses, uno de los datos que habrá que vigilar más es la evolución del PIB español. Y es que existe un cambio de percepción de empresarios y consumidores que anticipa un fuerte crecimiento de nuestra economía, que además cuenta con el apoyo de la tendencia europea. Están comenzando a revisarse al alza los PIB a nivel europeo debido a tres factores: la devaluación del euro, la caída en el precio del petróleo y el actual entorno de bajos tipos de interés.
También la balanza comercial será un baremo interesante a vigilar en España. La fortaleza del dólar (y debilidad del euro) debería revitalizar el sector exterior, con la consiguiente repercusión sobre el crecimiento económico de España. Aunque hay que tener en cuenta que los efectos en el tipo de cambio se trasladan a la economía real (que no a los datos de confianza) con un decalaje de unos 6 meses.
Sin embargo, no sirve de nada identificar los datos que nos pueden dar pistas de la sin identificar las potenciales distorsiones. Entre las incertidumbres a los que se enfrenta la economía española se sitúan el momento político, en un año marcado por la cita electoral, y una serie de factores internacionales como las tensiones geopolíticas, la situación de los emergentes y la inestabilidad en el petróleo.
Columna de opinión de Alfonso de Gregorio, director de gestión de Gesconsult