El nombramiento de Lagarde señala una amplia continuidad política, en línea con la postura acomodaticia establecida por Draghi, dada su visión – la cual ha sostenido por mucho tiempo – de combatir los riesgos de deflación expresada en su momento en el FMI, cuando respaldó los tipos de interés negativos y las políticas monetarias no convencionales.
Más recientemente, en las respuestas escritas a un cuestionario del Parlamento Europeo, Lagarde declaró que la política monetaria debería seguir siendo muy acomodaticia en un futuro próximo. Con un crecimiento económico más lento en la zona euro a medida que aumentan las tensiones comerciales, ha afirmado que tanto la política monetaria como la fiscal están justificadas para fortalecer la economía de la región. Por lo tanto, no esperamos ningún cambio importante en la reciente política altamente acomodaticia del BCE, que precede a un nuevo paquete de medidas de estímulo que se espera que se ponga en marcha ya en la reunión del Consejo de Gobierno de este jueves, 12 de septiembre.
A más largo plazo, es probable que Lagarde fomente una mayor evolución institucional en el BCE. Durante el mandato de Draghi, el BCE ha ampliado significativamente su conjunto de instrumentos de política monetaria, incluyendo la introducción de su programa de adquisición de activos -Quantitative Easing-, las operaciones de refinanciación a largo plazo -TLTRO- y las operaciones monetarias simples. Es probable que Lagarde se ajuste a este modelo de innovación de los bancos centrales, ampliando el conjunto de herramientas del BCE y apoyando potencialmente un marco y una estrategia con objetivos de inflación más flexibles y simétricos en el futuro.
¿Cuál es el principal reto de política monetaria al que se enfrenta Lagarde en el BCE?
La prioridad urgente de Lagarde será garantizar que el BCE alcance sus objetivos de inflación, con una inflación persistentemente inferior al objetivo actual del 2% o algo por debajo. Lagarde dispone de munición limitada para estimular la economía, dado el débil crecimiento de la eurozona y las escasas perspectivas de inflación, a pesar de una política monetaria muy acomodaticia. Con los tipos de interés negativos y el rendimiento de los bonos de Alemania y de otros muchos países de la zona del euro muy por debajo de cero, no hay mucho más que el propio BCE pueda hacer.
Lagarde ha manifestado su apoyo a un nuevo e importante paquete de medidas de estímulo, que podría incluir un recorte de los tipos de interés, la reanudación del quantitative easing y un mayor fortalecimiento de la ya acomodaticia orientación a futuro del BCE, comprometiéndose a mantener los tipos de interés a un nivel más bajo durante más tiempo. Sin embargo, nuestro punto de vista es que existe un alto riesgo de que un paquete de medidas de este tipo resulte insuficiente para evitar un período más largo de reducido crecimiento y baja inflación en la zona euro.
¿La trayectoria política de Lagarde tiene implicaciones para la independencia del BCE?
No creemos que la trayectoria política de Lagarde tenga implicaciones para la independencia del BCE, pues la independencia del banco central está protegida por el Tratado e incorporada en la legislación de la Unión Europea. Lagarde tiene un amplio historial en materia de política monetaria y estabilidad financiera durante su mandato en el FMI, a pesar de no haber recibido formación como economista.
El BCE se centra en el cumplimiento de su misión de estabilidad de precios y no tiene una misión fiscal, pero en la medida en que sea necesaria una mayor coordinación entre la política monetaria y la fiscal para estimular el crecimiento de Europa, creemos que Lagarde debería ser capaz de fomentar dicha coordinación sin poner en peligro la independencia del BCE.
¿Qué significa la llegada de Lagarde para el futuro de la reforma de la eurozona?
Lagarde tiene una amplia experiencia en la gestión de la crisis de la deuda soberana de la zona euro, que ha vivido al frente del FMI, supervisando los programas de rescate de varios países de la región. Al igual que Draghi, aboga por una mayor reforma de la arquitectura institucional inacabada de la eurozona, y pide que se completen la unión bancaria, así como la unión de los mercados de capitales. Más recientemente, en sus respuestas escritas, ha respaldado la reforma de las normas fiscales de Europa, pidiendo cambios que crearían un margen adicional para que los países utilicen la política fiscal durante una recesión y estableciendo una capacidad fiscal común de la zona euro para ayudar a hacer frente a las incertidumbres regionales.
Si bien es probable que Lagarde respalde nuevas reformas, el tema de la reforma fiscal sigue siendo controvertido entre los Estados miembros. A principios de este año, los gobiernos de la UE sólo realizaron escasos progresos en las conversaciones sobre la creación de un presupuesto de la eurozona, incapaces de encontrar acuerdos comunes sobre su financiación y su tamaño potencial. Además, la profunda fragmentación existente en el Parlamento de la UE recientemente elegido podría obstaculizar un progreso significativo.
En este contexto, la mayor ventaja potencial de una presidencia de Lagarde podría ser su capacidad diplomática. Junto con la futura presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, podría facilitar un programa de reformas fiscales, estructurales e institucionales más ambicioso y coordinado para la zona euro en un entorno de política monetaria muy acomodaticio.