Las altísimas tasas de inflación fueron una gran sorpresa económica, también para los mercados financieros, en 2022. El tsunami inflacionista del año pasado tiene varios orígenes que, juntos, crearon la tormenta casi perfecta. La apertura postpandemia provocó una enorme demanda de servicios cuya oferta se vio obstaculizada por la reducción del empleo durante la pandemia. Las distorsiones de las cadenas de producción internacionales tras los cierres provocaron escasez y subidas de precios, especialmente en los productos intermedios. Además, cuando la pandemia dejó de tener efecto, los precios del petróleo empezaron a subir ya en otoño de 2021. El 23 de febrero de 2022 -justo antes de la invasión rusa- los mercados esperaban un precio del petróleo de unos 79 euros del barril Brent para junio de 2022. Con la invasión rusa, la preocupación de los mercados por el suministro energético aumentó bruscamente, lo que provocó una auténtica crisis de los precios del petróleo. El precio real del petróleo se situó en una media de 116 euros por barril brent en junio de 2022. Sobre la base de las expectativas de los mercados financieros antes de la invasión, algunos cálculos aproximados sugieren que el efecto del precio de la energía por sí solo añadió 2 puntos porcentuales a la inflación anual de la zona del euro.
Además, los precios de los alimentos se dispararon al caer bruscamente la oferta de cereales ucranianos y obligar a los consumidores a pagar bastante más por la compra semanal en el supermercado. En comparación con el año anterior a la guerra, la contribución de los alimentos a la inflación fue aproximadamente 1,5 puntos porcentuales superior. Sin embargo, es difícil evaluar el verdadero impacto de la guerra, ya que la incertidumbre rodea estas estimaciones y no se tienen en cuenta los efectos de segunda ronda. En conjunto, estimamos que la inflación de la zona del euro sin la invasión rusa podría haber sido inferior en una media de 2,5 a 3,5 puntos porcentuales, lo que implicaría una tasa de inflación anual de entre el 5% y el 6% en 2022, en lugar del 8,4%. La tasa de inflación máxima no habría superado el umbral de los dos dígitos, sino que probablemente se habría situado ligeramente por encima del 7% interanual.
Tribuna de Martin Wolburg, economista senior de Generali Investments.