La pregunta viene de lejos. La plantearon colegas, lectores, financieros, profesores y uno que otro empleado… de Afore. Quieren saber cuál es la ideal, a cuál pasarse, en la que hay que estar, considerando rendimientos y servicio. La que lo hace mejor. Todo en una ¿Se puede dar un nombre, en concreto?
La “mejor”, a decir del regulador y los expertos
Muchos consideran como idónea a la primera en la tabla del IRN. Lo sugiere el regulador, que encauza la elección con base en ese parámetro (que ya vimos no es adecuado), y vía el “Medidor de Atributos de Servicio (+MAS AFORE)”. La Consar lo expresa con su estilo enmarañado: “…brinda a los ahorradores en el SAR un criterio adicional de comparación entre las 10 AFORE y busca servir de apoyo a la hora de elegir la mejor AFORE”. Si la mejor es la primera de una y otra lista, todos los afiliados habrían de estar en ella; nadie en las otras. Ante la dificultad de saber en verdad cómo es cada una, se piden referencias (escasean las positivas). El “Medidor…” ayuda hasta que uno enfrenta la realidad. Así como en desempeño, la hipotética “mejor” puede que al tiempo ya no lo sea pues los gestores modifican, corrigen o afinan sus recursos, equipos y procesos de atención. Algunas se superan, otras se mantienen, alguna se ve rebasada.
Hay quienes pueden guiarse por criterios técnicos especializados. La firma Morningstar ha evaluado anualmente a las Afores, desde 2017, para clasificarlas en una escala de calidad. Su análisis de procesos, rendimiento, personal, administradora y precio evidencia las presuntas fortalezas y debilidades. El resultado es el tipo el tipo de medalla que cuelga a cada una: “plata”, “bronce”…
El informe es detallado y sustancioso y evidencia cuál de todas, a su juicio, ejecutó en el año previo los deberes de inversión con mayor calidad. “Mejor” es un término impreciso: no es que la ganadora obtenga el “oro” ni que repita el año siguiente. En 2019 hubo una “plata”, tres “bronces”, dos “neutrales” y cuatro “negativas”. Por lo demás, el estudio es digerible para pocos, para quien pueda entenderlo; sin exagerar, para gente del propio gremio (y aún así empleados de Afores preguntan que “cuál conviene”).
Dudas existenciales
Para dar fundamentos prácticos, es útil saber cómo es cada quién, qué quiere, prefiere o pretende evitar. El perfil del trabajador: grado de aversión al riesgo, edad, nivel laboral, conocimientos de mercado, entre otras características. Así, al plantearlo a quienes preguntaron, traté de simplificar:
- ¿Soportarías pérdidas fuertes con tal de aspirar a ganancias altas? o
- ¿Prefieres rendimientos bajos aunque otros ganen más, con tal de perder menos cuando otros pierdan mucho?
Un “jefe de familia” con 30 años de vida laboral restante definió que quiere “rentabilidad segura y no perder”. Premio con cero riesgo, pues. Otro, dubitativo, confesó: “faltan siete años para jubilarme ¿Qué conviene a mi edad, tratar de ganar u olvidar ganancias con tal de no perder?” Un típico millenial, a 40 años del retiro, fue más allá: “ganar mucho, no importa que pierda ocasionalmente, pero que siempre me recupere. Y que cuando requiera servicio, no me traten como basura”. Palabras textuales. ¿Qué Afore puede dar a cada quien lo que desea? Si hay una ¿Sería la misma a la que se pasarían los tres?
Tu Afore idónea
Primero: hay cosas que no se pueden lograr. No hay instrumentos seguros, sin riesgo; no se garantizan rendimientos ni recobrar capital, aunque lo asevere la Consar (véase “10 razones por las que no debes preocuparte por las minusvalías en el SAR”). Ya vimos que no, que tampoco la volatilidad se pudo amortiguar en el corto plazo. La recuperación es probabilidad, no certeza, ni se sabe cuánto tiempo tomaría. Habrá que asimilar que la posibilidad de perder es inevitable, incluso en carteras de riesgo bajo. La interrogante es ésa: ¿En qué grado de riesgo quiero estar?
Segundo: no hay una administradora idónea para todos. Cada quien ha de estar o pasarse a aquella cuyos parámetros de inversión estén dentro o cerca de los márgenes que considere se acoplan a su perfil. Por ejemplo:
- El amigo que no quiere pérdidas y prefiere ganar poco habría de elegir entre gestoras que tienen menos renta variable, deuda de largo plazo y valores privados. En tiempos de crisis, lo vimos recién, perderá, mas no tanto como los que estén en otras. Y ganará en los tiempos buenos, pero menos que los que estén en las que suelen tomar más riesgo
- El millenial que pretende ganar mucho habría de elegir entre las de más inversión en las clases de activos de gran potencial siempre que lo asesoren con planes que favorezcan su retiro más que digno. Y estar dispuesto a perder mucho.
Tercero: las proporciones invertidas en los distintos valores no son fijas. Puede que la Afore de mayor expectativa ganadora y alto riesgo se modere el próximo año. O que la más conservadora compre más renta variable y bonos. Si así fuera, tanto el reacio a riesgos como el típico millenial habrían de considerar moverse, buscar otra vez su Afore idónea.
¿Y al dubitativo qué le decimos? No es cuestión de edad. En inversiones, dudar frente a dos alternativas es habitual y, ante diez, complicado para muchos. Por eso tenemos, entre otras cosas, la elevada cantidad de los que no eligen, los “no registrados”. Pues le diremos que la decisión es suya, de nadie más; que los de su edad habrán de hacer cuentas y ver si llegan al retiro con ahorros o vivirán nada más de su pensión; que depende de su rango salarial, si es medio-alto, medio-bajo o bajo (con cifras)… Con la clarificación de esas y varias particularidades ha de definir su prioridad o intención (optar por retornos o priorizar moderación) y su elección de Afore. La “mejor” para él.
Columna de Arturo Rueda