El problema medioambiental que plantean los plásticos va en aumento y estos constituyen cada vez más un punto clave de las políticas a escala nacional e internacional. En los últimos meses, la ONU ha acordado desarrollar un tratado mundial sobre plásticos que podría incluir recortes a la producción de plástico virgen y un aumento de la infraestructura de recogida y reciclaje.
Asimismo, cada vez se reconoce más la existencia de una relación de interdependencia entre la contaminación por plásticos y otros temas medioambientales. Por ejemplo, el texto preliminar para la próxima Conferencia de las Partes (COP, por sus siglas en inglés) de la ONU sobre biodiversidad incluye un objetivo para «eliminar la pérdida de residuos plásticos» como parte del marco mundial sobre biodiversidad para 2030. En el contexto de los objetivos de cero emisiones netas, las ONG y las partes interesadas también siguen llamando la atención sobre cómo la producción de plástico, su uso, los residuos que genera y el reciclaje de este contribuyen a las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero (GEI).
Prevemos que estos catalizadores seguirán espoleando la transición hacia unos plásticos más circulares. Ello incluirá lo siguiente: reducir el uso de plásticos vírgenes, incrementar la utilización de plásticos reciclados y materiales alternativos, crear modelos diferentes de entrega de productos y desarrollar las infraestructuras de recogida de plástico y las tecnologías de reciclaje.
Productores de plásticos
Un reducido número de multinacionales petroquímicas produce la mayoría de los plásticos. El desarrollo del sector ha aportado ventajas a la sociedad al mejorar la conservación de los alimentos y crear productos ligeros, entre otras cosas. Sin embargo, al hacerlo también ha provocado que las personas del mundo entero dependan del plástico virgen de bajo coste en su vida cotidiana a través de su ropa, coches, aparatos electrónicos y envases de alimentos, sin olvidar que gran parte de este material acaba convertido en residuos. Los productores de plástico se encuentran ahora en los albores de un cambio estructural que conllevará un aumento de la demanda de plástico reciclado —principalmente para los envases de un solo uso, pero también para productos más duraderos— en un contexto en el que compañías como Renault, LG, Vestas, Inditex y Adidas, entre muchas otras, están estableciendo objetivos relativos al uso del plástico reciclado. Estos objetivos se suman a los requisitos normativos y a los compromisos que ya han asumido las compañías de bienes de consumo y de envasado en relación con el aumento del uso del plástico reciclado de aquí a 2025.
En conjunto, nuestros análisis de los objetivos corporativos en los distintos sectores sugieren que el plástico reciclado podría representar hasta el 8% de la demanda de plásticos para 2025 y hasta el 15% de la demanda mundial antes de 2030. En este escenario, el crecimiento de la demanda de plástico virgen podría pasar de presentar las tasas de crecimiento superiores al PIB registradas anteriormente a suponer menos de un 1,7%.2 Sin embargo, en la actualidad, la producción de plástico reciclado no basta para satisfacer esta demanda, y resulta poco probable que las tecnologías de reciclaje químico, que podrían aumentar los volúmenes de material, sean capaces de hacerlo antes de la segunda mitad de la presente década.
En este contexto, un cambio de esta magnitud exigirá grandes cambios a los productores de plástico. Las compañías que mayor resiliencia mostrarán ante estos cambios seguramente serán aquellas que cuenten con estrategias circulares bien desarrolladas, además de con otras ventajas, entre las que podemos destacar las siguientes: una menor dependencia de los ingresos procedentes del plástico no reciclable; una estrategia y unos objetivos asociados en materia de producción de plástico reciclado que sean significativos en relación con los volúmenes de producción de la compañía; demostrar haber realizado múltiples alianzas y esfuerzos para probar y desarrollar nuevas tecnologías, como el reciclaje químico, que puedan permitir a la compañía adaptarse y responder con agilidad a los desafíos técnicos o de otra índole; la capacidad de mantener y reforzar las relaciones con los clientes durante la transición mediante la colaboración con ellos para desarrollar productos y formas de envasado novedosos y que posiblemente alberguen mayor valor; y tener acceso a materias primas de plástico virgen de bajo coste que continuarán siendo económicamente competitivas en un escenario de ralentización del crecimiento de la demanda de plástico virgen.
Nuestros análisis de varios productores de plástico con respecto a estos criterios muestran un panorama dispar: los planes de las compañías para aumentar la producción de plástico reciclado representan entre el 1% y el 22% de su producción estimada para 2030. El alcance y la profundidad de las alianzas empresariales en relación con las nuevas tecnologías, como el reciclaje químico, también difieren considerablemente.
Residuos y reciclaje
Esta transición hacia el plástico reciclado también traerá consigo cambios de gran calado para el sector de los residuos y el reciclaje. El panorama de riesgos y oportunidades en los distintos países varía, en vista de las diferencias que presentan en cuanto a infraestructura de reciclaje, educación pública y tasas de recogida. Sin embargo, ante el rápido incremento de los cambios normativos y de la demanda de plástico reciclado, las compañías de residuos que estén bien posicionadas pueden aprovechar las ventajas de invertir en las nuevas tecnologías, incluidas las tecnologías avanzadas de clasificación que pueden aumentar el nivel de automatización en las instalaciones e incrementar las tasas de recuperación de materiales, lo que permite obtener el máximo valor de los residuos plásticos. Algunas compañías de residuos también pueden beneficiarse en caso de tener la oportunidad de efectuar integraciones verticales, al permitirles aumentar el grado de reciclaje y procesamiento en el marco de las recogidas de plástico.
No obstante, será necesario efectuar inversiones de gran calado para dar respuesta al incremento de la demanda. Ello incluye mejorar la infraestructura de recogida y procesamiento, no solo en los mercados desarrollados con tasas de recuperación reducidas (como EE. UU.), sino también en los mercados emergentes, que cuentan con una infraestructura menos desarrollada. Al igual que en el caso de los productores de plástico, revisar los planes de gasto de capital de las compañías y sus objetivos a futuro para incrementar las tasas de recuperación de material proporciona indicios acerca de sus planes y de su posicionamiento de cara a esta transición.
Nuestro análisis concluye con el reconocimiento de que resulta necesario efectuar un seguimiento continuo, en vista de los rápidos avances en este tema. El análisis, la colaboración y la interacción continuos entre los equipos temáticos de inversión responsable y fundamental nos ayudarán a identificar a los posibles ganadores y perdedores y a alentar a las compañías a seguir desarrollando sus estrategias de circularidad.