“Habrá un antes y un después», «el mañana no será como el ayer»… No faltan los clichés difundidos en un intento de esbozar el «mundo de después», como si la crisis hubiera creado una ruptura profunda en la marcha del mundo alterando las dinámicas que prevalecían hasta ahora. Nada más lejos de la verdad.
Tomemos la revolución digital, por ejemplo. Sin duda, el sector tecnológico es uno de los principales «beneficiarios» de la crisis y el consumo en línea nunca ha sido tan pujante. Así, mientras las ventas minoristas han decepcionado el pasado mes de octubre en Estados Unidos, al crecer sólo un 0,3% (frente al 0,6% esperado), las ventas por internet se han disparado un 3,1%. A lo largo de un año, han aumentado un 29%, mientras que las ventas totales al por menor sólo han aumentado un 5,7%. Esto es sólo la aceleración de una tendencia de largo recorrido.
Desde principios del 2000, las ventas minoristas se han multiplicado por algo más de dos. Por su parte, las ventas on line se han multiplicado por más de seis. Así pues, mientras que a principios de la década del 2000 éstas representaban apenas el 8% del total, ahora representan el 23%. En comparación, las ventas en las grandes y medianas superficies de ciudad y los supermercados representaban más del 18% en el 2000 y el 16% en la actualidad. Ambas curvas no han esperado a la crisis del COVID-19 para cruzarse: esto ha ocurrido en el último trimestre de 2018.
Otro ejemplo con la explosión de los déficits presupuestarios en Europa. Ante la magnitud de la crisis, la regla del 3% -tan apreciada por los alemanes- ha saltado por los aires. Tras el predominio de la lógica de la austeridad a principios de la década de 2010, esta regla fue muy criticada y pensábamos que su existencia se había suspendido. Recordamos, por ejemplo, que antes de su llegada al poder en 2018, los líderes de los partidos italianos M5S y la Liga la habían fustigado y en el verano de 2019 querían infringirla, mientras preparaban el proyecto de presupuesto para 2020. La crisis no ha hecho más que acelerar una tendencia que, sin duda, ya estaba presente.
La misma lógica en cuanto a los grandes equilibrios mundiales. A pesar de ser el foco de la epidemia, Asia, y China en particular, surge como el «gran vencedor» de la crisis. La gestión ejemplar de la pandemia por parte de numerosos países asiáticos ha reducido el número de muertes y les ha permitido sufrir menos a nivel económico que las zonas geográficas que han tenido que aplicar medidas más drásticas.
Y, como punto culminante, el acuerdo comercial firmado recientemente entre 15 países de Asia y el Pacífico para formar el mayor bloque de libre comercio del mundo. Dirigido por China, agrupa a los 10 países de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), así como Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda. Esta nueva zona de libre comercio representará el 30% de la economía mundial y afectará a 2.200 millones de consumidores (y más, si la India, que se retiró del proyecto el año pasado, se incorporase más tarde, como tiene posibilidad de hacer).
El punto culminante, decíamos, pero sobre todo la conclusión de un trabajo a largo plazo que comenzó en 2012. Junto con las masivas inversiones chinas realizadas en los países del Sudeste Asiático (Vietnam y Laos, especialmente) en los últimos años o el deseo de anclar las divisas asiáticas al yuan desde la crisis de 2008, este acuerdo demuestra que el cambio del centro de gravedad mundial hacia Asia no es un proyecto nuevo.
Al igual que los avances en materia de mutualización de la deuda en Europa, un acuerdo de este tipo también acentúa el fenómeno de la «regionalización» del mundo, que parece sustituir gradualmente al multilateralismo de las últimas décadas. Por lo tanto, más que una ruptura, la crisis de la Covid parece haber sido el vertiginoso acelerador de tendencias subyacentes. Unas tendencias que, no cabe duda, seguirán fortaleciéndose… ¡y que los inversores seguramente tienen gran interés en reflejar en sus carteras!
Tribuna de Olivier de Berranger, director de gestión de activos de La Financière de l’Echiquier.