En febrero, nos sorprendió que Wuhan, una ciudad china de 11 millones de habitantes, pudiera paralizarse en un esfuerzo por contener el coronavirus. Dos meses después, se estima que el 50% de la población mundial está viviendo bajo un bloqueo pandémico y la economía mundial está sufriendo debido a que el número de infecciones en Europa y los EE.UU. supera las registradas en China.
La pandemia del Covid-19 ha matado ya a casi 70.000 personas en todo el mundo y se han registrado más de 1,2 millones de infectados, de los cuales una cuarta parte están en Estados Unidos. Mientras tanto, las medidas de contención en todo el mundo se han intensificado y las nuevas infecciones registradas en China corresponden exclusivamente a nacionales que han regresado del extranjero. En el frente monetario, la respuesta de los bancos centrales no tiene precedentes en cuanto a su amplitud y alcance, pues continúan tranquilizando a los mercados con liquidez a corto plazo. Paralelamente, el gasto fiscal nunca visto está contrarrestando las tasas récord de desempleo en todas las economías y, afortunadamente, se produce en un momento en que los gobiernos pueden permitirse pedir prestado a tipos de interés bajos o incluso negativos.
Una lección positiva de los éxitos de China y Corea del Sur en el combate contra el Covid-19 es la necesidad de pruebas intensivas. Las capacidades y tecnologías de prueba están mejorando rápidamente, incluyendo pruebas de «serología» para detectar la inmunidad de los individuos. Esto ofrece cierta esperanza de que, con el tiempo, pueda ayudar a los gobiernos a poner en marcha de nuevo sus fuerzas de trabajo. El número de estas pruebas denominadas «reacción en cadena de la polimerasa de transcripción inversa» (conocidas como RT-PCR) ha aumentado a más de un millón, debido a que los Estados Unidos, China, Europa y Corea del Sur han ampliado significativamente sus capacidades de prueba en los últimos dos meses.
Los mercados reflejaron la congelación económica sin precedentes del primer trimestre del año con descensos brutales a medida que el virus reducía drásticamente la producción y el consumo. A medida que entraron en vigor medidas de contención más rigurosas en Estados Unidos y la pandemia mostró signos tempranos de desaceleración en Italia y España, los dos estados más afectados de Europa, los índices recuperaron algunas de sus pérdidas. El S&P500 terminó el trimestre un 20% más bajo y el Euro Stoxx 50 cayó un 28% en el período de tres meses.
La curva de la recuperación
La cuestión es si las economías del mundo pueden recuperarse tan rápido como se han estancado. Lamentablemente, las expectativas iniciales de una contracción severa en forma de «V», seguida de una recuperación igualmente rápida, empiezan a parecer demasiado optimistas. China ha demostrado que con la aplicación cuidadosa de las medidas de salud pública adecuadas, una economía puede recuperarse, incluso en forma de «V». El índice del gerente de compras del país la semana pasada fue de 52.0, mostrando una expansión inesperada en marzo desde el récord mínimo de 35,7 de febrero. Aun así, no podemos profundizar demasiado en esto todavía. Aunque la economía de China es ciertamente menos dependiente de las exportaciones que, digamos, hace 12 años, sigue siendo altamente dependiente del consumo en el resto del mundo, donde los mercados están más o menos congelados.
Las alternativas son, por un lado, que la economía mundial corra el riesgo de experimentar una recuperación en forma de «U» si las medidas contra el coronavirus se levantan gradualmente. Eso implicaría que las empresas, los empleos y el gasto de los consumidores pueden volver a la normalidad rápidamente después de una desaceleración prolongada. Por otro lado, una perspectiva menos optimista apunta a una caída en forma de «L» en una recesión persistente si las medidas de contención tienen que mantenerse. Incluso una recuperación-descenso-recuperación en forma de ‘W’ es discutible. Si las economías se reactivan demasiado pronto podrían verse golpeadas por una segunda ola de infecciones. Por ahora, ninguna de estas formas refleja nuestra hipótesis de trabajo.
En esta etapa, creemos que la curva de recuperación más probable se parecerá más a un tick, o una forma a veces comparada con el logo de Nike; un descenso brutal seguido de un rápido rebote que luego se reduce. Por supuesto, la recuperación puede no parecerse a ninguno de estos patrones, o ser más compleja y opaca. Pero esta inmensa variedad acentúa lo difícil que es predecir la forma de la economía mundial en los próximos meses.
Nuestra atención se centra en los indicadores coincidentes. En la crisis actual, dado que los mercados tienden a ser previsores, es útil vigilar el apetito por el riesgo en todas las clases de activos, que a menudo refleja la tensión económica antes de que sea visible en los datos macroeconómicos oficiales.
Posicionamiento de las carteras
En un período tan volátil, es evidente que la clave está en mantener una cartera diversificada y líquida. Hemos ajustado sistemáticamente nuestra exposición a la renta variable en todas las carteras para tener en cuenta la deriva del mercado que experimentan en un entorno tan volátil y hemos vendido posiciones en deuda de mercados emergentes en moneda fuerte, manteniendo por ahora el efectivo en reserva.
Hasta que la efectividad de las medidas de salud pública de los Estados Unidos sea más evidente, vemos un mercado de acciones limitado al alza desde los niveles actuales. El rebote del mercado de los últimos tiempos se puede revertir a medida que las noticias negativas sobre los datos económicos, las advertencias sobre beneficios y las rebajas de la calificación crediticia se hagan notar. Por lo tanto, hemos comprado algunas protecciones de cartera basándonos en una estrategia “put spread”.
Los mercados de divisas experimentaron cierta tensión en la financiación en dólares estadounidenses, que se ha visto aliviada por las intervenciones de la Reserva Federal. Sin embargo, hubo algunos problemas respecto a los metales preciosos, con unos márgenes de oferta y demanda que se ampliaron hasta 10 veces los niveles normales. La liquidez en el mercado de bonos continúa siendo complicada y las oportunidades de comprar buenas emisiones son limitadas.