Antes de elegir un producto de inversión o ahorro debemos hacer siempre una correcta planificación financiera a nivel personal. Pero, ¿en qué consiste esto? en tomar consciencia de nuestras necesidades económicas para elaborar un plan financiero que las satisfaga. Dicho plan debería tener las siguientes etapas:
–Fijar metas y objetivos: debemos pensar en nuestras necesidades económicas y financieras, tanto a corto, como a largo plazo, en función de nuestras prioridades. Es importante fijar nuestros objetivos en distintos plazos temporales, pues tendemos a satisfacer nuestras necesidades financieras más inmediatas y olvidarnos de las de largo plazo.
–Situación patrimonial: evaluar nuestra capacidad de inversión y ahorro, es decir, tener claro qué dinero remanente podemos meter en un activo para que nos proporcione rentas
–Evaluación de la situación financiera: muy relacionada con el punto anterior, pues se basa en realizar un balance de nuestra situación económica
–Plan de ruta: una vez definidos los objetivos, debemos marcarnos los pasos y los tiempos de la inversión
–Implementación del plan: una vez perfilado nuestro riesgo y elegidos los productos de inversión y ahorro más acordes con nuestras capacidades financieras, se pone en marcha la inversión en dichos productos
–Monitorización y ajustes del plan: porque una vez nuestro plan de inversión/ahorro ha comenzado a andar es importante evaluar los progresos y ajustarlo a las necesidades que puedan surgir en cada momento, por ejemplo, si cambia la situación patrimonial con un imprevisto: desempleo, herencia, etc.